Para erradicar violencia de género hay que reconocer el daño ejercido, no solo el vivido

26 de noviembre de 2025


Beatriz Espinoza

Para erradicar la violencia de género se requiere un nivel de autocrítica individual y colectiva, y reconocer no sólo el daño vivido, sino también el que ejercemos, aseguró Dineh Guadalupe Hernández Guerrero.

La especialista en sexualidad, salud mental y capacitación universitaria, ofreció una conferencia en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer sobre “Universidades libres de violencia: construyendo espacios seguros e igualitarios” y aseguró que, desafortunadamente, la violencia de género sigue siendo normalizada.

En el caso de las universidades, dijo, persiste esta situación debido a la existencia de roles rígidos, desigualdad entre sus integrantes y, sobre todo, por la estructura de poder que continúan silenciando a las víctimas y testigos.

A manera general, Hernández Guerrero señaló que son diversos tipos de violencias las que se ejercen en los ambientes universitarios y éstas no solamente ocurren en las aulas y/o laboratorios, sino que también se presentan de manera magnificada en los entornos digitales donde el factor de anonimato multiplica las agresiones de acoso y publicación de contenidos íntimos y discriminatorios.

“Este día hace que hagamos visibles cosas que se mantuvieron en secreto por muchísimo tiempo y ha sido gran parte de los problemas que podamos reflexionar para erradicar las violencias, porque, lamentablemente, hemos naturalizado esto”, resaltó.

¿Qué ha sucedido en las universidades mexicanas?

La especialista en políticas, programas y estrategias para la prevención de la violencia de género y atención a mujeres y grupos LGBTIQ y más en contextos locales, nacionales e internacionales dijo que su experiencia de más de 20 años en el tema le ha permitido identificar una violencia estructural que se da en todos los contextos sociales.

“Cuando hablamos de injusticias y del impacto de esos maltratos en los derechos humanos de cada persona, sabemos que los altos índices de violencia no han disminuido, además de los conflictos que se dan entre las estadísticas oficiales y los datos reales que, igualmente, siguen señalado la situación crítica y generalizada de la violencia de género en todo el país”, comentó.

Hernández Guerrero consideró que la violencia de género que vivimos actualmente es por la manera en que se viven los roles rígidos, así como los beneficios y privilegios para ciertos grupos que se manifiestan en todos los entornos de convivencia y se recrudecen en el entorno digital donde estamos invisibles.

Consecuencias emocionales de la violencia de género en estudiantes y el personal universitario

En este contexto, la especialista dijo que una de cada tres mujeres en la actualidad vive algún tipo de violencia de género y las víctimas, tardan entre los siete y los nueve años en poder expresar o entender lo que les sucedió.

Puso como ejemplo el caso de una joven universitaria que sufrió de violación por parte de un compañero en un contexto de fiesta y consumo de alcohol y como consecuencia el agresor negó su responsabilidad y la víctima, en cambio, cargó con culpa y el silencio.

“Así se afecta para siempre el bienestar emocional”, aseguró la conferencista al explicar las secuelas de una afectación como son el estrés postraumático, deterioro académico, ausentismo, dificultades para la seguir con la actividad cotidiana y, en ocasiones, hasta diagnósticos tardíos de condiciones neurológicas afectadas por la violencia.

Hablando de este hecho, cuestionó la efectividad de los protocolos universitarios para atender casos de violencia de género pues, por lo general, falta capacitación para las personas que deberían o están asignadas a atender los protocolos.

Consideró que muchas ocasiones los protocolos son solo evidencia para que la institución compruebe que los tiene, pero no son efectivos ni aplicados en las realidades que pasan muchas mujeres, principalmente, en estos recintos.

De esta forma, reiteró la necesidad de hacer autocrítica individual y colectiva sobre la violencia de género y reconocer no solo el daño recibido, sino el que uno ha ejercido hacia otras personas por perjuicios de género, clase, raza o identidad sexual.

“Si no somos conscientes de la violencia que ejercemos, entonces, nos convertimos en parte del problema”, aseguró.