Niños, niñas y adolescentes deben prepararse para un futuro exitoso: académica

30 de abril de 2024


Beatriz Espinoza

Ser niño implica, entre otras cosas, tener menos de 18 años con la obligación y el derecho de disfrutar de la vida en todas sus etapas: correr, reír, saltar y aprender.

A propósito del Día del Niño, este 30 de abril, se estima que alrededor del 30 por ciento de la población en México son niños y niñas de entre los 0 y 17 años de edad y, en Sonora, según información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 2023 había 810 mil 201 niños, niñas y adolescentes, y representaron poco más del 25 por ciento de la población.

El INEGI señala que, durante el 2022, se registraron 38 mil 737 nacimientos y, del total de la población infantil, el 36.8 por ciento carecía de acceso a la seguridad social; el 97 por ciento no logró alcanzar los niveles educativos esperados para su edad, quedándose en condición de rezago educativo y, aproximadamente, 43 mil menores se encontraban trabajando.

Educación integral

En este contexto Carolina López Larios, coordinadora de la Licenciatura en Educación de esta casa de estudios, reafirmó la idea de preparar a los niños con bases sólidas mientras acude al sistema educativo donde se les debe impulsar y apoyar en su proceso individual de aprendizaje dentro de un entorno seguro en el que exploren y avancen en su propio desarrollo cognitivo y capacidad creativa.

“La clave está en darles herramientas que les ayuden a pensar, a crear, a cuestionar, más que saturarlos de información”, expresó.

Además, señaló que el proceso para preparar niños, futuros estudiantes universitarios y profesionistas exitosos se debe pensar en un esquema integral en donde se involucren, incluso, las emociones de las personas.

Recordó que, hasta hace relativamente poco, se pensaba que el desarrollo académico estaba exclusivamente asociado con una sola dimensión de nuestro intelecto relacionada con la retención y adquisición de información, pero hoy en día se sabe que se requiere de un proceso más integral.

“Para preparar bien a las infancias y darles esas herramientas, es necesario que tengamos en consideración que estamos trabajando con seres humanos completos, lo que implica saber cómo acercarnos a los conocimientos, pues nos vamos a acercar de una manera distinta a los estudiantes y a los contenidos académicos”, expresó.

López Larios dijo que hay que saber cómo se les puede acercar, inclusive a través de sus emociones, a aprender sobre matemáticas, ciencias, lectoescritura, historia, y cómo se les debe aproximar también a otro tipo de temáticas, incluso, haciendo uso de su cuerpo.

Estudiar implica aprender

La doctora en Innovación Educativa por la Universidad de Sonora y maestra en Educación Imaginativa por la Universidad Simón Fraser, de Canadá, dijo que es importante comprender lo que es el aprendizaje, pues estudiar implica aprender y para lograr este proceso, se necesita acercar al niño o niña a una verdadera experiencia por parte de los educadores, de los profesores encargados del proceso.

“Cuando lo dejamos solamente en la dimensión del estudio, sin el significado de lo que implica aprender, el proceso tiende a percibirse como tedioso, porque sólo se busca el sentido del para qué estamos estudiando, pero si nosotros estamos aprendiendo, estudiamos cada vez para aprender más”, consideró.

La especialista en formación docente, innovación educativa, enseñanza, y educación imaginativa, añadió que debemos saber que aprendemos para crecer, para ser mejores personas, para tener más conocimientos, para adquirir más habilidades, para poder interactuar en otros contextos e incluso, para ayudar a los demás.

Así, señaló, el significado de estudiar trasciende y ya no se limita sólo a estudiar para un examen o para pasar alguna asignatura por lo que consideró necesario trasformar la noción, el concepto que se tiene del estudio para el aprendizaje y el aprendizaje orientado al ser.

“Creo que ahí nos acercaríamos a cambiar esa asociación de disgusto por el estudio y nos acercaríamos un poco más al disfrute y gozo por el aprendizaje”, estableció, aunque advirtió que aprender disfrutando y gozando también implica disciplina, esfuerzo y a veces, hasta tener ciertas crisis.

No hay fórmulas mágicas

La coordinadora del programa de Educación dijo que no se tienen fórmulas o recetas mágicas para el desempeño académico exitoso o sobresaliente, porque cada ser humano, cada persona, tiene características y necesidades muy particulares y únicas, además que entran en juego diversos factores asociados al rendimiento académico y la trayectoria escolar de cada estudiante que impactan en su propio proceso.

“Sabemos que hay aspectos personales como sus propias motivaciones, contextos familiares, características propias, así como también aspectos sociales e institucionales que inciden en cómo esa persona va a sobresalir o va a encontrar ciertos obstáculos en su trayecto académico”, añadió López Larios.

Cómo ayudar a los niños, niñas y adolescentes

López Larios dijo que los niños, niñas y adolescentes, deben recibir el apoyo y atención desde las propias instituciones educativas y otras instancias a esos aspectos personales y sociales que tal vez son los que causan o provocan limitaciones u obstaculizan el proceso de aprendizaje de muchos.

Se debe, añadió, hacer lo que esté a nuestro alcance para ser un soporte y a la vez un impulso, nunca un obstáculo incluyendo a la sociedad y a las familias pues todos somos corresponsables cuando se habla de la educación recordando que las instituciones son sólo uno de los ámbitos formales en el proceso en donde inciden los demás.

Es así como, dijo, es importante identificar cambios en los niños, niñas y adolescentes que puedan estar dificultando el proceso de enseñanza y aprendizaje y que puedan influir en el desempeño académico del individuo.

“Puede tener las mejores características personales como ser un niño muy inteligente, con una capacidad creativa sobresaliente, pero si su entorno está obstaculizando de alguna manera este desempeño, se va a reflejar en su proceso de estudios”, señaló.

Por ello, recomendó que es ahí donde las instituciones y la sociedad en general debe actuar para asegurar que esos talentos que están desarrollando todo su potencial, realmente continúen su camino hacia el éxito.

“Que realmente seamos –las instituciones y la sociedad- esos actores educativos que buscan ser un trampolín para el éxito y que les permitan encontrar esas rutas que les hagan felices y les hagan tener éxito en sus vidas profesionales más adelante”, asentó.