Destacan importancia de rescatar la historia desde los archivos, incluso, los personales

2 de mayo de 2024


Beatriz Espinoza

El poder es curioso y reside en ciertos grupos o personas desde donde se perpetúa por medio de actos sociales y de un discurso oficial, y es desde un simposio y/o encuentros como éste como comienza a fluir y transferirse a otros, consideró Cristina Devereaux Ramírez, de la Universidad de Arizona.

La docente e investigadora del Departamento de Enseñanza del Inglés de dicha institución estadounidense, expresó que la mujer ha sido capaz de empuñar la pluma, pero no ha logrado un discurso que le dé acceso a esos ámbitos de poder aun cuando está recibiendo el reconocimiento por lo que ha logrado.

“Pero hay mucho más qué hacer por todas las mujeres”, aseveró al preguntarse quién puede levantar su voz en los espacios del poder, a quién se escucha, a quién debemos dar reconocimiento por cambiar las cosas con la palabra, la pluma y las acciones.

Devereaux Ramírez participó recientemente en el Primer Encuentro Internacional de Inclusión, Diversidad y Derechos Humanos organizado por la Universidad de Sonora, a través del Departamento de Derecho y su conferencia fue: “La Mujer, su pluma, y el poder: el discurso público como derecho humano”.


Se va a los antecedentes

Cristina Devereaux es directora del Programa de Posgrado de Retórica, Composición y Enseñanza del Inglés de la Universidad de Arizona, y habló a los asistentes de cómo empezó a escribir sobre las mujeres que cuentan o han contado historias y en especial, han sido parte de esa historia por contarla.

Ella habló del libro escrito por una mujer estadounidense sobre mujeres en la Revolución Mexicana y que llegó a sus manos y leyó de una primera vez hasta terminarlo, así como de lo que escribió en su momento una mujer escritora, maestra activista y reportera del periódico familiar y conocida en la zona fronteriza entre Texas y México.

Dijo que esta era la representación de los avances de la mujer en la historia del periodismo, oficio que cultivo en el año de 1880 y también escribió sobre las mujeres mexicanas modernas y su participación en la lucha por la igualdad de 1910 a 1940.

“Este libro es muy especial porque realmente era de los primeros libros en los Estados Unidos que hablaba de la mujer y su participación en la Revolución Mexicana y en cada capítulo, al final. Dedicó unas páginas a hablar de las mujeres escritoras y es ahí donde me atrapó la idea; me llevé el libro a casa y realmente me lo comí página por página.

“Nunca había leído un libro dedicado a la historia de la mujer, menos de la mujer mexicana; ahí conocí a varias escritoras y activistas como Dolores Mendoza, Miriam Galindo, Laura Méndez de Cuenca y muchas más. Me enseñaron una narrativa diferente a la que conocía como si estuvieran hablando y diciéndome síguenos, síguenos”, expresó.
Estas mujeres, describió, realmente estaban escondidas y me hacía la pregunta de cómo una persona puede aprender de sí misma si no está representada entre las páginas de la literatura o textos de estudios.

“Pues no se puede eso, es el poder de la pluma por muchos siglos, la mujer de cualquier nacionalidad al no verse representada en los textos que leía, se ha excluido a si misma; es como decirle que no forma parte de la cultura, ni de oído, ni como representación en un texto.

“Como si ella no existiera en México; los pasos de la diversidad, la inclusión y los estudios de género han encontrado eco en las voces de escritoras como Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, Margarita García Flores, Elvira Hernández y otras”, dijo al mencionar también a su colega Elizabeth Cejudo, docente de la Universidad de Sonora.


Abren un camino certero

Añadió la investigadora que ha sido el trabajo que han hecho estas mujeres las que le han facilitado el campo de estudio de las mujeres, siguiendo con el trabajo realizado por Jovita quien asumió liderazgos y dio voz a las mujeres, y también a los migrantes mexicanos, hablando de feminismo en Texas y fue partícipe de una campaña en contra de las desigualdades sociales de la época, en la década de 1910-1920.

Se refirió a otras escritoras, otros textos señalando una frase que decía que la mujer mexicana, así como lo hicieron las mujeres de Zitácuaro, debe procurar siempre adquirir conocimientos útiles y benéficos, pues los tiempos modernos tienen amplios horizontes “y ella estaba escribiendo esto en 1911”, dijo asombrada.

Es así como llegó a hablar de Ramona González, su abuela, de quien conoció una riqueza de textos en el otoño de 2015 cuando le habló su madre para decirle con urgencia que habían encontrado los escritos perdidos de la abuela: más de 750 páginas de poemas, cuentos, fábulas, dichos y refranes en español.

“Abrir aquella caja, ver los montones de escritos de mi abuela, nuestra familia supo que teníamos algo importante y significativo, incluso mágico en nuestro poder y empezaron a hacer preguntas de qué hacer con los escritos y yo, siendo historiadora, investigadora, me emocioné bastante y les dije que dejaran que yo me encargue de ellos. Mi abuela realmente estaba escribiendo entre 1968 y hasta 1900”, expresó y explicó que escribió sobre su barrio, la tiendita, y todos sus personajes.

Añadió que doña Ramona publicó cinco de sus cuentos en una de las revistas literarias más significativas del movimiento Chicano y ella, está rescatando y publicando por primera vez dos de sus piezas en este proyecto.

“Ahorita estamos hablando de ella –su abuela Ramona- unos 50 o 60 años después y también creía o sabía del poder en el discurso público”, consideró reiterar la importancia de rescatar estas partes de la historia de la mujer y el poder de su pluma en los archivos, en este caso, personales y familiares.

Las mujeres, ahora, no tendríamos, dijo, la posibilidad de investigar si no fuera por el trabajo y el esfuerzo que han hecho los archivistas para conservar esos lugares fundamentales que debemos apoyar y proteger.

“En los archivos quedan representados nuestros antepasados, nuestra historia como seres humanos; un gran poder reside en los archivos, las voces de los indígenas, las mujeres, y los demás, se encuentran en los estantes recónditos de los archivos. La historia sale, vive en los archivos públicos que realmente son nuestros amigos”, apuntó.