Las drogas reducen el rendimiento escolar y expectativas de vida: Martha Cristina Chávez

7 de junio de 2022


Jesús Alberto Rubio

Los efectos directos e indirectos que la adicción a las drogas tiene sobre la salud son tan numerosos y devastadores que se les considera una de las causas principales de la reducción del rendimiento escolar y la expectativa de vida en nuestro país, afirmó Martha Cristina Chávez Favela, psicóloga integrante del Programa Institucional de Bienestar Psicológico del Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación (Psicom), de la Universidad de Sonora.

La psicóloga responsable de la atención individual y grupal de los estudiantes de las divisiones de Ciencias Sociales y de Ingeniería, subrayó que el consumo de sustancias puede afectar el crecimiento y el aprendizaje académico de los adolescentes y jóvenes universitarios, especialmente su desarrollo cerebral.

Indicó que algunos estudios recientes revelan que el 23,2% de los estudiantes han consumido alguna vez y que actualmente el 31% de ellos continúa haciéndolo.

El consumo actual, precisó, se presenta en mayor proporción en los hombres (67,3%); es superior entre los mayores de 18 años (96%) y solteros (98%).

Chávez Favela calificó a esa adicción como un estigma que continúa siendo uno de los mayores obstáculos para confrontar la crisis actual de drogas en un contexto donde Estados Unidos y México no son la excepción.

Al preguntarse cómo afecta el consumo de drogas en los adolescentes y jóvenes, señaló que sin duda el uso de ese tipo de sustancias impacta negativamente su crecimiento y desarrollo, especialmente el desarrollo cerebral. Se da incluso, añadió, con mayor frecuencia con otros comportamientos arriesgados, como tener relaciones sexuales sin protección y conducir de manera peligrosa.

“Como sociedad continuamos ocultando la adicción en las sombras, viéndola como algo vergonzante que refleja falta de carácter, voluntad débil o incluso un mal comportamiento intencional, más no un problema médico-psicológico que requiere atención multidisciplinar de modo compasivo”, expresó.

Lo que dice la ciencia
Martha Cristina Chávez afirmó que la ciencia ha arrojado mucha luz sobre la adicción y que, ahora, comprendemos que ciertas modificaciones producidas en las redes cerebrales que son necesarias para la autorregulación, hacen que el consumo de drogas se vuelva compulsivo en algunas personas a pesar de su mejor esfuerzo para reducir o abandonar totalmente el consumo.

También, advirtió, estamos conociendo mejor los factores genéticos, de desarrollo y ambientales que generan susceptibilidad a la experimentación con drogas y a las modificaciones cerebrales subyacentes en la adicción.

La psicóloga especialista mencionó las drogas estimulantes más comunes: tabaco, cocaína, anfetamina, cafeína y la sintética (MDMA) que altera el estado de ánimo y la percepción sobre la conciencia de los objetos y las condiciones circundantes.

“También están las depresoras: alcohol, cannabis, benzodiazepinas, opio, opiáceos y las GHB, que son un potente depresor del sistema nervioso central que inicialmente puede producir sensación de bienestar y euforia”, dijo.

Añadió otras consideradas como alucinógenas: LSD (Dietilamida del Ácido lisérgico), setas mágicas y la 2CB, también conocida como “Nexus”, que es una sustancia psicoactiva que ha reemplazado a la cocaína, éxtasis y heroína,

La vida escolar
La experta y consultora del Programa Institucional de Bienestar Psicológico señaló que la etapa escolar es fundamental para el proceso de socialización de los adolescentes y que por ello se han asociado diferentes factores al consumo de drogas entre la población juvenil, como el inicio temprano que influye negativamente en el rendimiento escolar, provocando una disminución de sus oportunidades educativas y profesionales.

El rendimiento académico, sostuvo, se entiende como el cumplimiento de las metas, logros u objetivos establecidos en ese proceso de formación, además de señalar cómo afecta el consumo de drogas en el aprendizaje:
“Pérdida de memoria y dificultad en el aprendizaje, dado que se dificulta poner atención, seguir instrucciones, leer, redactar informes, problemas para calcular, llevar a cabo operaciones de síntesis; operaciones de soluciones abstractas, disperso sin poder estar atento por un tiempo mayor a 15 a 20 minutos”, precisó.

Asimismo, agregó, el aumento del apetito, ansiedad y disminución del sistema inmunitario, problemas para pensar con claridad y resolver problemas, pérdida de interés y motivación escolar, postergar las obligaciones escolares y alteraciones respiratorias, ciclo circadiano y cardiovasculares.

Planteó que, así como el consumo de esas sustancias ha sido un tema de preocupación social, también se pueden identificar algunos esfuerzos por hallar los factores psicosociales que aumentan o disminuyen, según sea el caso, la probabilidad del consumo de las drogas y de tener las consecuencias adversas que de dicha práctica o adicción se derivan.

Alteraciones psicológicas
La académica del Psicom comentó al respecto que las alteraciones psicológicas asociadas al consumo de drogas se traducen en la presencia de ansiedad, depresión y estrés, puesto que constituyen una forma fácil y rápida para experimentar sensaciones placenteras, modificar los sentimientos asociados al malestar emocional, reducir los trastornos emocionales, mitigar la tensión y el estrés y afrontar los cambios y presiones del entorno por sus efectos sobre el sistema nervioso.

Informó también sobre los comportamientos perturbadores: los individuos que presentan este tipo de conducta tienen una mayor vulnerabilidad para desarrollar problemas relacionados con el consumo de drogas debido a que existe en ellos una predisposición hacia la inconformidad, un alto grado de impulsividad, desafío a las figuras de autoridad y normas, y oposición generalizada produciendo malestar entre las personas con quienes interactúa.

En igual forma citó el bajo autocontrol: “cuando las personas presentan este déficit tienen una mayor vulnerabilidad hacia el consumo de drogas por su incapacidad para controlar el comportamiento por consecuencias a largo plazo y su tendencia a realizar poco esfuerzo personal y obtener satisfacciones inmediatas y placenteras”.

La disfunción familiar
En relación a la disfunción familiar, indicó que ésta se caracteriza por patrones negativos de educación y crianza, actitud negativa hacia la familia, sistema familiar en crisis o un escenario disfuncional enmarcado por el abuso de alcohol y otras drogas en el hogar. Se ha asociado a los primeros consumos en los adolescentes”, sostuvo, además de advertir la relación con personas consumidoras donde el grado de presión social que ejercen los consumidores está asociado con el inicio del consumo en los jóvenes.

Por ejemplo, informó que los datos de un amplio estudio longitudinal de adolescentes financiado por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, en estrecha colaboración con otras entidades de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), revelaron pautas sobre los efectos adversos de la pobreza y la adversidad en el cerebro en desarrollo, incluso cambios neurobiológicos que aumentan la probabilidad de consumir drogas y generar adicción.

Desde una perspectiva positiva, destacó, la investigación de la prevención muestra que la provisión de intervenciones focalizadas a familias de bajos ingresos o que carecen de apoyo social puede evitar —o incluso revertir— esos cambios neurobiológicos. “Adicionalmente, décadas de investigación sobre los sistemas de señalización del cerebro, han demostrado que incluso cuando se produce la adicción, es posible revertirla y lograr la recuperación”.

Acciones imperantes a seguir
Martha Cristina Chávez reveló que para impedir que los jóvenes consuman drogas y evitar que las personas de cualquier edad desarrollen trastornos por ese consumo, nuestro país debe abordar los factores estresantes de carácter social y económico que aumentan tal riesgo, tales como la pobreza y la inestabilidad habitacional, las escuelas y vecindarios inseguros y otros efectos de una economía cambiante, incluidos el aislamiento social y la desesperanza.

Las muertes por sobredosis de drogas, concluyó, son un componente de las "muertes por desesperanza” que, conjuntamente con el suicidio y las enfermedades relacionadas con el alcohol, han hecho bajar la expectativa de vida, incluso antes de la reducción de 1.5 años en 2020 impulsada mayormente por la epidemia de covid-19.