Restauradora del INAH realiza diagnóstico de las piezas de la Sala de Arqueología Unison

23 de mayo de 2022


Jesús Alberto Rubio

Un diagnóstico puntual de los materiales arqueológicos de origen orgánico que se encuentran en la Sala de Arqueología Manuel Robles Ortiz del Museo Regional de la Universidad de Sonora, entre ellos dos cuerpos momificados y sus materiales asociados como son textiles, petates y cuerdas, realiza Gloria Martha Sánchez Valenzuela, restauradora de la Coordinación Nacional de la Conservación del Patrimonio Cultural del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La encargada del Laboratorio de Conservación de Materiales Arqueológicos de Origen Orgánico del INAH, destacó que su intervención forma parte del proceso del proyecto de reestructuración de la sala y la catalogación de todo su material arqueológico.

La arqueóloga visitante dio a conocer que su dictamen consistirá en ver el estado de conservación de cada una de las piezas, determinar cuáles son los procesos que requieren para su conservación, además de su futura exhibición.

Asimismo, dijo que también respalda a los profesionistas encargados de la catalogación de las piezas y con ello poder hacer el levantamiento del material y hacer su embalaje provisional.

“En este proceso destacan principalmente las dos momias y su material asociado, así como el etnográfico que, por el tiempo transcurrido de cuando menos 50-60 años desde que los adquirió la institución, también han estado sujetos a procesos de degradación natural de sus fibras y naturalmente algunas de ellas requieren intervenciones puntuales para su estabilización”, precisó.

En la entrevista advirtió que ese embalaje será más bien provisional en tanto se determinan los procesos de conservación y la colaboración que tendrá que establecerse entre el INAH y la Universidad de Sonora para poder llevarse a cabo todos esos trabajos que se requieren para la estabilización del material y su futura exposición.

Los cuerpos momificados
En relación a las dos piezas momificadas que se encontraron en los años finales de la década de los 50 y principios de los 60 en el municipio de Yécora, indicó que es un buen momento idóneo para tener los estudios referentes a ambos cuerpos. “Es necesario conocer el tipo de momificación, su datación (fechado), conocer su estado de conservación y las intervenciones que se requiere para su estabilidad física”, añadió.

Ariel Silva Encinas, director del Museo Regional, mencionó al respecto que hace un par de años la Universidad de Sonora y un grupo de médicos del Hospital General del Estado iniciaron estudios clínicos de las momias de Yécora. “Hubo un acercamiento haciéndose un primer análisis antropométrico donde el informe precisó que esos hallazgos correspondieron a una mujer y un hombre”, expresó junto con la arqueóloga Sánchez Valenzuela.

Indicó que el estudio se denominó Análisis clínico y antropométrico de las momias de Yécora”, cuyos autores fueron Luis Arturo De la Mora López. (neurocirujano) y Miguel Norzagaray Mendívil (estadígrafo), así como los investigadores asociados Orión Norzagaray, Jorge Platt García (patólogo); Alfredo Miranda Contreras (ortopedista); Gabriel Terán Huerta (cirujano maxilofacial); Alfonso Meza Tello (cirujano maxilofacial) y Fabián Jacobo Martínez López (residente cirugía general).

Sepultaban en cuevas
Adriana Hinojo Hijojo, catalogadora de las colecciones del Museo Regional, adscrita a la sección de Arqueología del Centro INAH Sonora, comentó que el sistema de enterramiento de la tradición cultural de la gente de aquella región serrana se daba a través de cuevas.
“Podían ser cuevas habitables o muy pequeñas e inaccesibles donde allí mismo sepultaban a sus ancestros, procediendo a envolverlos en fardos mortuorios”, añadió.

A su vez, Leonelo Melo Domínguez, encargado de la Sala de Arqueología, informó que fue en 1959 cuando se encontró la momia masculina por los hermanos Teófilo y José Jaime, y que la segunda, en 1963 por Severiano Manjarrez, vecinos también del municipio de Yécora.
Dijo que la primera se encontró en la cueva de la Tuna y la segunda, en la cueva de la Cecilia. Ambas se trajeron al Museo Regional en 1959 y 1964, respectivamente, añadió Melo Domínguez.

Por su parte, la arqueóloga física del Centro INAH Sonora, Patricia Olga Hernández Espinoza, destacó que la intervención del Instituto es de apoyo al programa de registro de las colecciones del museo consistente en identificación de sus características biológicas, en este caso los cuerpos momificados.
En relación a la momia mujer, dijo que “era muy joven; al morir a sus 17 años tenía un proceso de infección activa que pudo haber incidido en la causa de su muerte”.

Proyecto que avanza
Gloria Martha Sánchez informó que el proyecto de reestructuración de la Sala de Arqueología inició hace dos años con un diagnóstico y catalogación de todo el material arqueológico resguardado en ese recinto universitario.

El trabajo de la catalogación del material orgánico, subrayó, se realiza por ser éste un material extremadamente vulnerable a los cambios de humedad, y temperaturas y que, por lo tanto, ante el deterioro que presenta, se requiere un diagnóstico específico y levantamiento por parte de especialistas en esta área.

Dio a conocer que trabaja de manera coordinada con la arqueóloga del INAH-Sonora, Adriana Hinojo Hinojo, --encargada de la catalogación del material en la sala--, para hacer el levantamiento como primer resguardo y embalaje provisional.

“En este proceso, primero se catalogan los bienes arqueológicos y etnográficos y se hace un diagnóstico de las condiciones en que se encuentran para ver si requieren una intervención directa de procesos de conservación y restauración”, abundó la especialista del INAH.

Sánchez Valenzuela advirtió que al no tener la sala ningún tipo de intervención o de mantenimiento constante en al menos las últimas cinco décadas, los objetos en exhibición en las vitrinas han acumulado mucho polvo, y sus materiales han ido perdiendo parte de la humedad que tenían estructuralmente, así como secando las fibras, volviéndolos sumamente frágiles, que hace que su celulosa se empiece a fragmentar.

Planteó que este primer diagnóstico es para resguardar todos los materiales en un depósito en tanto se hace la reestructuración de la sala y, que en todo ese trayecto de intervención y recuperación se puedan intervenir, a fin de que se tengan las condiciones óptimas para su nueva exhibición, determinando las características y propiedades recomendables para cada una de las piezas en cada una de las vitrinas de la sala.

Aplicación de recursos y renovación completa
“Hay que esperar la aplicación de los recursos que se requieren por parte de la institución universitaria en su proyecto de reestructuración de la sala y museografía, pensándose que se tiene que hacer todo un planteamiento y reestructuración de condiciones del interior del inmueble como exposición y guion museográfico”, expresó.

Hizo saber que los tratamientos de conservación no son inmediatos, sino que llevan flexibilización y consolidación de tiempo --al menos un año--, lo que dará oportunidad para la asignación del recurso de apoyo al gran proyecto de reestructuración de la sala.

Sobre este tema, Adriana Hinojo recordó que el Museo Regional entró en un proceso de catalogación de inventario de sus colecciones y que por ello se fueron retirando de las vitrinas todos los bienes allí expuestos.

“Para mediados de 2018 ya la mayoría de las vitrinas estaban vacías o en proceso de apertura para su catalogación, decidiéndose que al no estar completa la exhibición y había riesgos con el estado de las vitrinas, se decidió cerrar la exhibición pública en espera de que la Universidad genere este proyecto de reestructuración museográfico y con las recomendaciones que el INAH Sonora ha estado extendiendo para los diferentes tipos de materiales culturales”, abundó.

Concluyó su comentario señalando que, así como están actualmente las vitrinas y los espacios de la sala, no se podría volver a reintegrar tal cual estaban, sino que más bien la idea es que sea una renovación completa.