Las lecciones de la pandemia: una visión universitaria de la covid-19 (Cuarta parte)

21 de mayo de 2020


Armando Zamora

La primera parte de este trabajo se publicó el lunes 18 de mayo. Incluye las opiniones de las docentes e investigadoras María Elena Reguera Torres, Sheida Eunice Correa Valenzuela y Rossana Basurto Álvarez. Se encuentra en el enlace: https://www.unison.mx/nota/?idnoti=29839.

La segunda parte incluye las opiniones de Libia Yanelli Yanez Peñúñuri, Óscar Vega Amaya y Héctor Segura Ramos. Se puede leer en la dirección: https://www.unison.mx/nota/?idnoti=29843.

La tercera parte contiene las opiniones de los docentes Cuauhtémoc González Valdez y Jesús Guadalupe Durán Pinzón. Se ubica en: https://www.unison.mx/nota/?idnoti=29844.


ESTA ES UNA GRAN OPORTUNIDAD PARA UBICAR EL PAPEL FUNDAMENTAL DEL ARTE EN LA VIDA SOCIAL: ARTURO VALENCIA RAMOS

Edvard Munch es el autor del conocido cuadro El grito. Su obra muestra una persona gritando y su dolor parece teñir todo su entorno. Con este cuadro, el autor reflejaba la angustia que él mismo sentía, pues su vida estuvo marcada por la enfermedad y la tragedia: su madre y su hermana murieron de tuberculosis, y él mismo estuvo afectado por la epidemia de gripe española, que asoló gran parte del planeta entre 1918 y 1920, y provocó la muerte de al menos 50 millones de personas en todo el mundo.

El grito es una obra muy conocida en la actualidad, y no porque la mayoría de los usuarios de las redes sociales sean expertos en artes plásticas, sino porque este cuadro dio origen a uno de los emojis más socorridos por los internautas. ¿Banalización del arte o el arte llevado a la vida práctica? Tal vez apliquen ambas visiones.

Una metáfora ayuda a visualizar lo abstracto, y para quienes no somos científicos, un virus es abstracción pura”, señala el periodista y artista Mikel González, y añade: Comenzamos a comprender cómo lo verdaderamente contagioso, lo terriblemente infeccioso, es el pensamiento grupal represivo. “Cabe preguntarse cuánto falta para que comencemos a sentir una gran ola de creación alrededor de la pandemia con que inauguramos el siglo XXI”.

Esta pandemia nos obliga a revisar nuestras formas de relacionarnos con el mundo, nos obliga a cambiar nuestra visión del mundo, y el arte no es ajeno a ello”, apunta Arturo Valencia Ramos, académico del Departamento de Bellas Artes.

Y añade: a través del arte observamos el mundo, duplicamos la realidad, de tal suerte que podemos crear mundos posibles y darle sentido a la vida como un todo. En el marco de la contingencia estamos aprendiendo a utilizar de manera más intensiva las plataformas digitales, y eso en el mediano y largo plazo propiciará cambios en las formas de producción y consumo, lo cual va a impactar en las comunicaciones del arte.

Añade que el arte al igual que la ciencia, la educación, la religión, tiene ya un lugar en la sociedad, con funciones específicas; una de ellas, la más fundamental, es la creación. Si bien es cierto que podemos ser creativos en todos los aspectos, la especificidad del arte le otorga a la creación una centralidad que no tienen otros sistemas sociales. Es la creación la que le otorga sentido. “Sin embargo, yo orientaría la cuestión a la difusión artística y al consumo en la situación emergente por la que estamos transitando. Existe mucha producción artística, por lo que se requiere aprovechar los diversos canales para su circulación”, apunta.

No sólo nos alimentamos de bienes tangibles, sino también de bienes intangibles que propician cambios en la sociedad, abunda el docente adscrito a la Licenciatura en Artes Plásticas. Y decirlo de esta manera suena a una contradicción, porque el arte es tan necesario como el aire que respiramos, así no seamos conscientes de ello. El arte ahora nos brinda, como siempre lo ha hecho, la oportunidad de reconocernos a nosotros mismos ante algo que no terminamos de explicarnos.

Explica que esta pandemia es como una guerra cuyos efectos soslayamos o ignorábamos en nuestra inconsciencia, en nuestra soberbia y en nuestra prisa por vivir. “Si la enfermedad no es otra cosa que el resultado de la falta de armonía, si queremos estar sanos hoy necesitamos recuperar la armonía y replantearnos nuestras relaciones materiales y espirituales frente a lo que estamos viviendo. El arte es el medio insustituible para hacerlo… que lo hayamos olvidado es síntoma de la enfermedad”, subraya.

La emergencia de la situación nos ha conducido a relacionarnos con los demás por medio de las plataformas digitales. Las ventajas de esto, dice Valencia Ramos, es que estamos aprendiendo a utilizar dispositivos y lenguajes que, de otra manera, no utilizaríamos. Esta ventaja comparativa nos va a permitir, a la vez, crear formas nuevas de comunicación y, por tanto, formas nuevas de producción y consumo artísticos.

Ya no es posible pensar únicamente de manera analógica; tenemos un entorno de experiencias digitales que no hemos abordado o, peor, desconocemos. Los grandes museos del mundo han abierto sus exposiciones de manera digital aún antes de la pandemia, y ahora han promocionado de manera más intensiva las visitas, menciona.

Los músicos a nivel global han promovido conciertos en diferentes plataformas. A nivel local también se han presentado varias experiencias en este sentido, dado a que la situación nos ha obligado a poner en práctica lo que hemos aprendido… o lo que apenas estamos aprendiendo, expresa el doctor en Historia.

La desventaja más evidente es el impacto económico negativo que tiene sobre los artistas escénicos y sobre los músicos, de manera destacada. Al cerrarse los espacios presenciales también se cerraron de manera transitoria las fuentes de ingreso económico; las fechas de las presentaciones se han tenido que reprogramar o esperar hasta que pase la contingencia para comenzar la reprogramación. Entonces, lamenta el docente, quienes únicamente tienen como fuente de ingreso sus presentaciones están viviendo momentos muy difíciles de los cuales no van a salir en el corto plazo sino hasta finales del año o durante el primer semestre del próximo.

En general, enfatiza el también poeta e investigador, esta es una oportunidad tanto para los artistas como para las instituciones y agencias de ubicar el papel fundamental del arte en la vida social, no como un apéndice sino como una actividad sustantiva que requiere del concurso de los involucrados.

Al reflexionar sobre el papel de la Universidad de Sonora durante la pandemia y su posible accionar después de la contingencia, menciona que la alma mater tiene ya una larga tradición de difusión y enseñanza de las artes; “sin embargo, existen áreas de oportunidad que nos obligan a actualizarnos si aceptamos que el arte y su estudio facilitan la comprensión de la sociedad”.

Quienes nos dedicamos a la educación y a la investigación artística sabemos que el estudio del arte implica el estudio de la sociedad involucrada en su desarrollo. Por tanto, es nuestra responsabilidad la profesionalización de las artes para que impacten de manera positiva en el entorno social. Se requiere entonces actualizar los planes y programas de estudio —cosa que hemos venido haciendo los diferentes programas educativos del Departamento de Bellas Artes—. Nuestra Universidad requiere también reorientar su enfoque e incorporar los estudios relacionados con la economía creativa y lo que se ha dado en llamar economía naranja, puntualiza.

Cuestionado sobre si pasada la contingencia surgirá una nueva ciudadanía que tenga una apreciación artística diferente, el académico precisa que “ya estamos creando nuevas formas de apreciación artística, aunque dudo que vaya surgir una nueva ciudadanía en el corto plazo. Esta requiere de un proceso más prolongado de formación que llevará años de reflexión y de acción sostenida”.

Las obras de arte nos hablan de procesos comunicativos complejos, por más sencilla que parezca ser la obra. En ese sentido, es probable que nuestros artistas nos comuniquen la historia de la gran derrota de la credibilidad, como alguna vez sucedió en la antesala de las guerras mundiales. A partir de ahora vamos a hablar de un antes y un después y habrá zonas cero en el espacio y en el tiempo, pues ¿cómo ha sido posible tanta muerte a pesar de un innegable desarrollo tecnológico?

Ahora será tiempo de reconciliarnos con la naturaleza por tanto daño infligido y por tanta inconsciencia de nuestra parte en nuestro trato con ella. En esta ciudad, por ejemplo, parece que los árboles son dañinos pues les negamos su derecho a dar sombra con pretextos cosméticos y de una estética en total oposición a su crecimiento natural, abunda.

La pandemia es un grito desgarrador de la naturaleza y de nuestra madre Tierra a los gobiernos del mundo y a nosotros mismos como personas, puesto que la hemos olvidado: la pretensión de que estamos para dominarla es ya un paradigma regresivo y, más bien, debemos entender que requerimos vivir en armonía con ella si es que pretendemos construir un mundo mejor, recalca.

El integrante del Cuerpo Académico Estudios Interdisciplinarios en las Artes destaca que el arte tiene un papel fundamental que también ha sido confinado a los intereses del capital financiero, por ello los artistas requieren volver la vista hacia ellos mismos, y nuestras instituciones deben plantearse qué es lo que quieren enseñar cuando enseñan arte: necesitamos leer la historia para saber en qué momento comenzó la deshumanización del arte y descuidó los temas fundamentales de las personas y las sociedades.

“Hoy despertamos, literalmente, sin estar seguros de que vamos a sobrevivir. Y si sobrevivimos, ¿vamos a seguir siendo los mismos? ¿Vamos a seguir observando el arte como lo hemos hecho al menos en los últimos 100 años? Si es así, será un desperdicio tanta muerte y tanta tragedia”, concluye Arturo Valencia Ramos.


DEBEMOS DARLE UNA JUSTA DIMENSIÓN A LO DEPORTIVO, SER MÁS ACTORES QUE OBSERVADORES: FERNANDO BERNAL REYES

Nada nos preocupaba antes del 2020 en cuanto al disfrute de los diversos torneos deportivos profesionales. Cuando una liga terminaba en algún país, otra iniciaba en uno diferente: la rueda no se detenía. Pero hoy no gira. Nunca se había detenido, ni siquiera por las guerras mundiales (al momento de redactar este trabajo, los deportes más importantes de Europa y Estados Unidos se debatían entre reiniciar sus actividades o esperar más tiempo). El modelo del negocio deportivo, imbatible, centrado en la comercialización de todos los espacios, de la imagen de los jugadores franquicia, de la venta de bebidas en los estadios atraviesa hoy la crisis más profunda de su historia, y el control remoto de la televisión está olvidado en algún lado.

En cuanto a la actividad física, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que una persona adulta realice una actividad física entre 150 a 300 minutos por semana para prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, cáncer o depresiones, complicaciones que agravan los casos de covid-19.

Se vienen tiempos difíciles para el deporte en general, dicen las asociaciones deportivas, porque frente a una pandemia como la que vivimos actualmente, muchas actividades dejan de ser esenciales para el Estado, y una de ellas es el deporte, por lo de seguro que cuando se levante la cuarentena la mayoría de los recursos se enfocarán a otras áreas más elementales, no al deporte.

Con la pandemia de la covid-19 hemos aprendido que la no realización de la actividad deportiva nos limita el desarrollo psicosocial y, sobre todo, el desarrollo físico y deportivo. No hay que confundir hacer deporte con realizar actividad física, puesto que no es lo mismo: con referencia en el deporte, su realización ha sido suspendida casi en su totalidad en las diferentes disciplinas a nivel mundial”, explica Fernando Bernal Reyes, jefe del Departamento de Ciencias del Deporte y de la Actividad Física.

Realizar actividad física es de suma importancia en este aislamiento por varias razones, como son la quema calórica, mitigar el estrés y otro aspecto importante sería la socialización con la familia, añade.

En esta contingencia creo que hemos comprendido que en la medida que estemos más saludables, sobre todo si no padecemos enfermedades crónicodegenerativas, podemos solventar la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus, y tendremos menor probabilidad de morir. Hacer actividad física sistemáticamente mejora considerablemente la salud, abunda.

El aislamiento por la pandemia ha provocado que no se haga actividad deportiva competitiva porque para su práctica se necesitan espacios con dimensiones reglamentarias y, sobre todo, el contacto permanente con el adversario; además, el trabajo en equipo tampoco se puede realizar en estos momentos. Por fortuna, en el aislamiento se tiene tiempo suficiente para hacer adecuaciones y ajustes, de acuerdo con la creatividad de cada uno, para sustituir las carencias o necesidades que se tiene para adquirir la mejor forma deportiva, apunta el exfutbolista profesional.

Para la comunidad en general, realizar actividad física en estos momentos de confinamiento es importante porque pudiera generar un hábito y placer en su realización, agrega el exintegrante de Pumas, Morelia, Atlas, Monterrey, Irapuato y Pachuca.

Al hablar de la Universidad de Sonora y su compromiso con la formación de recursos humanos que fomenten el deporte y la actividad física entre la sociedad, menciona que “la institución tiene una plataforma y la capacidad para el trabajo virtual para adaptarnos a las necesidades que demandan estas circunstancias, pero hay que aclarar que no tenemos la suficiente experiencia en el área deportiva para realizar un trabajo virtual, sobre todo por las necesidades de espacios y el trabajo en conjunto que se exige en algunas disciplinas deportivas. Aun así, en la medida de lo posible nuestros maestros y entrenadores continúan sus entrenamientos virtualmente”.

Sabemos que nunca va a ser lo mismo la realización de la actividad física en espacios reducidos y cerrados y la práctica al aire libre, y mucho menos en las disciplinas deportivas que requieren espacios de ciertas dimensiones y con las exigencias del contacto físico del adversario, puntualizó el doctor en Ciencias del Deporte.

“Si bien es cierto que los maestros trabajan ya en la plataforma digital, es necesario hacer las adecuaciones pertinentes para lograr mejores resultados. El personal docente tiene la voluntad y la disposición de prepararse mejor y generar nuevas estrategias. Esto es un parteaguas para capacitarnos mejor en este campo de la educación a distancia o el trabajo en línea”, abundó.

Pasada la contingencia, menciona Bernal Reyes, no creo que tengamos una nueva ciudadanía que tenga una apreciación deportiva diferente, pero sí creo que tendremos mayor conciencia en la necesidad de realizar actividad física y la importancia que tiene para obtener una mejor salud. “Nos damos cuenta que al tener un problema de salud nos hace una población vulnerable para adquirir covid-19 y otras enfermedades más”.

Es imperante que seamos una sociedad más madura, consciente, responsable y solidaria en todos los aspectos, y la práctica de la actividad física y deportiva puede colaborar mucho en abatir las necesidades de nuestra sociedad, reflexiona.

La apreciación deportiva de la sociedad que domina actualmente está basada en la comercialización, y creo que esta no cambiará, pero sí podríamos ser una sociedad más mesurada, equilibrada y darle una justa dimensión a los eventos deportivos, considerando que debemos ser más actores que observadores.

“El deporte y la actividad física en nuestro país se deben fomentar mucho más para generar la práctica deportiva de una forma cultural. Hemos demostrado que los mexicanos somos una raza exitosa en muchas disciplinas deportivas, y esos ejemplos, dentro de un marco de valores de justicia, honestidad y solidaridad, pueden ser una motivación para todos los integrantes de nuestra sociedad. En la medida que la sociedad realice actividad física, tendremos mejor salud y una mejor calidad de vida”, concluye el jefe del Departamento de Ciencias del Deporte y de la Actividad Física.


LA NUEVA NORMALIDAD

Nos han dicho con insistencia que el confinamiento pronto va a terminar y que podremos regresar a una nueva normalidad que todavía nadie sabe cómo será porque la sola palabra resulta en sí misma una contradicción. Y no es sólo cuestión de semántica, sino también un asunto de sentido común. A la mejor manera de Tomás Moro, esa nueva normalidad más bien parece una utopía, en la que habrá cambios para que todo siga igual, y esto nos confirmará algo que hemos sabido desde siempre: que a veces el esfuerzo por alcanzar estadios diferentes, mejores, dignos, resulta un desperdicio.

Este el único punto de coincidencia: algún día todo esto pasará, y mientras llega otra situación que nos empuje a un nuevo confinamiento —dentro de 25, 50 o 100 años—, tendremos que aprender a vivir y a convivir con nuevas reglas, tal como lo hiciera Aquiles al regresar a Ítaca; tendremos que seguir sobreviviendo en esta especie de anomia en la que nos han sumido los diversos grupos de poder que intentan arrebatarse el presente y el escaso futuro que nos dejará el SARS-CoV-2 mientras mute o sea desplazado por otro virus más potente.

Lo que ha quedado claro en la visión de los diez académicos de la Universidad de Sonora que han intervenido en este trabajo, es que en el regreso a la cotidianidad deberemos esforzarnos por ampliar nuestro horizonte, por salir de la zona de confort y construir ciudadanías —la presente y la futura— más generosas y solidarias porque, como ha dicho el filósofo español Fernando Savater: “La solidaridad convierte a una muchedumbre en sociedad”. Así sea.