Las lecciones de la pandemia: una visión universitaria de la covid-19 (Tercera parte)

20 de mayo de 2020


Armando Zamora

La primera parte de este trabajo se publicó el lunes 18 de mayo. Incluye las opiniones de las docentes e investigadoras María Elena Reguera Torres, Sheida Eunice Correa Valenzuela y Rossana Basurto Álvarez. Se encuentra en el enlace: https://www.unison.mx/nota/?idnoti=29839.

La segunda parte incluye las opiniones de Libia Yanelli Yanez Peñúñuri, Óscar Vega Amaya y Héctor Segura Ramos. Se puede leer en la dirección: https://www.unison.mx/nota/?idnoti=29843.


HA SURGIDO LA NECESIDAD IMPERIOSA DE LA COMUNICACIÓN COLABORATIVA PARA ATENDER LA PANDEMIA: CUAUHTÉMOC GONZÁLEZ VALDEZ

Es éste un momento para estar en alerta permanente, donde el rol como periodistas debe estar muy agudo, muy certero y muy colaborativo. Hay que entender que no somos replicadores de estudios científicos sino que tenemos que hacer un trabajo de ponderación sobre nuevos descubrimientos, poner blanco sobre negro, indica Daniela Blanco, editorialista del sitio argentino Infobae.

A su vez, la periodista Sandra Miguez menciona que la comunicación es estratégica en todos los órdenes, pero aún más en tiempos de crisis sanitaria. “Existe un gran capítulo dentro del proceso de información que se refiere concretamente a la Comunicación de Riesgos o Comunicación de Crisis, así como numerosos manuales respecto a cómo abordar específicamente los temas en salud”, precisa.

De la actual contingencia hemos aprendido a marchas forzadas que el combate al covid-19 se da en el campo de la medicina, pero también en el campo de la comunicación, manifiesta Cuauhtémoc González Valdez, profesor investigador de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.

“Hemos reforzado nuestro aprendizaje de que es vital y estratégico el manejo de la información veraz para atender la actual crisis de salud pública internacional y nacional, provocada por la actual pandemia. Durante esta crisis ha proliferado la desinformación, denominada por la Organización Mundial de la Salud como infodemia, la cual es insoslayable atender y solucionar, junto con el denominado coronavirus”, subraya.

La desinformación se ha generado en los medios tradicionales de comunicación (radio, televisión y prensa), así como en las redes sociales y plataformas de mensajería, principalmente a través de los dispositivos móviles (teléfonos celulares y tabletas), cuyos efectos debemos estudiar de manera sistemática, pero que de forma empírica y preliminar ya detectamos indicios como la angustia y desorientación de la población motivada por la infodemia.

En ese sentido, la comunicación en la actual crisis sanitaria es estratégica y vital, debido a que, hoy como nunca, se necesita que la sociedad en su conjunto se mantenga informada para evitar mayores estragos por la covid-19. “La comunicación estratégica ha de contribuir a crear conciencia sobre la prevención y cuidados que debemos adoptar en todos los ámbitos, gubernamentales, sociales y corporativos privados, entre otros”, ataja.

También tenemos que revalorar y aprender a mejorar las tecnologías digitales comunicativas, ya que el teletrabajo, los teleservicios, el entretenimiento virtual y la educación en línea, por mencionar sólo unas, han resultado indispensables en el contexto de la pandemia, mismas que seguirán siendo imprescindibles en el futuro retorno a la nueva normalidad.

Ningún país estaba preparado para atender una crisis de salud de esta magnitud, con sus características de globalidad, letalidad y rapidez en sus estragos socioeconómicos y políticos en la sociedad. Existen tratados y modelos sobre la denominada Comunicación de Crisis, pero los mismos han mostrado sus limitaciones, ya que la mundialización de la epidemia ha implicado la intervención de diversos países con intereses políticos y geoestratégicos contradictorios, que han dificultado los esfuerzos de una comunicación multilateral eficiente e inmediata, explica el doctor en Periodismo: Nuevos Escenarios, por la Universidad de Málaga.

Sin embargo, ha surgido la necesidad imperiosa de la comunicación colaborativa para atender y combatir la pandemia, lo cual aún es insuficiente. La comunicación colaborativa debe entablarse entre países y entre especialistas de distintas ramas del saber, como los epidemiólogos y los comunicólogos, entre otros; es decir, deben prevalecer los criterios científicos en su aplicación.

“La Universidad de Sonora —detalla el especialista en medios— cuenta con personal académico preparado para atender la información en todos los soportes y ámbitos de la sociedad. Por ejemplo, se encuentra muy avanzado el proceso de creación de la Maestría de Comunicación Estratégica, impulsada por docentes de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación de nuestra alma mater y de una universidad colombiana, posgrado internacional en el cual se cursarán materias como la Comunicación de Crisis y otras asignaturas emergentes en el campo de las redes sociales y el periodismo”.

Respecto a las noticias falsas (fake news), el docente afirma que siempre han existido en el ecosistema comunicacional, y éstas no han sido la excepción durante la actual pandemia de la covid-19. “La prevención y combate a las fake news es una tarea de toda la sociedad, que implica la participación de los emisores y los consumidores —estos últimos también se comportan como compartidores—, de entidades gubernamentales, instituciones educativas, medios de comunicación y sociedad civil en general”, apunta.

Se hace indispensable que cada cual contribuya desde su ámbito a contrarrestar dicho cáncer comunicacional, con disposiciones legales, con la promoción de buenas prácticas informativas y de enseñanza comunicativa en diferentes niveles educativos. Por ejemplo, agrega, en la actualidad, organizaciones profesionales no gubernamentales y grandes multinacionales han unido esfuerzos para establecer modelos de verificación o contraste de las noticias, con el objetivo de combatir la desinformación.

Es necesario dosificar a corto plazo el consumo de información para evitar la fatiga informativa que han provocado las redes sociales. Al hacerlo, debemos recurrir con cierta periodicidad esencialmente a fuentes oficiales y periodísticas confiables, que nos permita la toma de decisiones de manera informada y oportuna. A mediano y largo plazo habrá que introducir en los planes de estudio de la enseñanza escolar el conocimiento y manejo de las redes sociales y, desde la sociedad civil, impulsar buenas prácticas en la cultura y consumo de las diversas plataformas comunicativas, puntualiza González Valdez.

Finalmente, el académico del Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación hace énfasis en que los efectos de la pandemia deben orillar a que las naciones y organizaciones multinacionales adopten protocolos comunicativos pertinentes para aplicarlos en futuras crisis sanitarias mundiales o regionales.

“La comunicación estratégica tiene una tarea de gran envergadura al respecto. En la región noroeste de México, la Universidad de Sonora, como he mencionado, tiene avanzada la creación del posgrado de Comunicación Estratégica, que contribuirá a preparar a expertos en la materia, mismos que podrán aplicar sus conocimientos y experiencia en los diversos ámbitos de la sociedad, con protocolos de actuación y líneas de acción”, concluye.


HAY QUE RECONOCER QUE LAS FORMAS PRODUCTIVAS ACTUALES GENERAN DESIGUALDADES DE TODO TIPO: JESÚS GUADALUPE DURÁN PINZÓN

En esta contingencia, la sociología puede ayudar a visibilizar algunos aspectos de la vida que suelen pasar inadvertidos, pero que el coronavirus está haciendo dolorosamente patentes: la centralidad social del trabajo de cuidados, y cómo éste se encuentra desigualmente distribuido por género, edad, etnicidad y otras categorías, además del efecto de esa desigualdad social y las diferencias de clase y de capital (económico, social, educativo, etcétera) que van a generar consecuencias dispares, no sólo porque son determinantes sociales de la salud, sino de las formas de enfrentarse a medidas como el cierre de escuelas o el fomento del teletrabajo y el teleaprendizaje, apunta Pablo Santoro, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.

Desde el inicio de la pandemia se desplegaron todos los poderes fácticos del Estado digital para controlar los hechos y las personas: información y desinformación combinadas; orden y mando y represión junto a directivas funcionales y prácticas; confinamientos a gran escala, encierros de grandes masas, que se fue extendiendo como metodología a varios países. El formato jurídico tomó variantes según cada país, pero en casi todos la cuarentena ha sido radical, con el efecto inmediato de postergar y paralizar las movilizaciones, concentraciones y procesos de tipo masivo o incluso grupales que estaban en curso, señala por su parte el investigador Gerónimo de Sierra.

Y añade que “estamos ante una verdadera tragedia societal que ha de dejar huellas hondas en nuestras sociedades, incluyendo la naturalización del control orweliano de las poblaciones por el Estado y las grandes empresas del bigdata. En cierto modo, todos hemos sido sometidos a un gran experimento de laboratorio macrosocial del cual saldremos distintos”. Pero ¿qué tan cierto podría ser esto?

Jesús Guadalupe Durán Pinzón, académico de la Licenciatura en Sociología, menciona que —como lo señala el sociólogo alemán Ulrich Beck— vivimos en una sociedad en riesgo. ¿Qué es lo que está en riesgo?, se cuestiona el docente, y responde que al parecer todo: el trabajo, la educación, las relaciones sociales, las libertades, los derechos… y sobre todo la salud. ¿Y de dónde procede esa propensión al riesgo?, continúa: acaso de las formas de producción en que está organizada la sociedad global actual.

El primer aprendizaje que nos deja esta contingencia, agrega, es desarrollar las capacidades analíticas que nos refieran a la mejor objetividad posible para estar en ruta hacia nuevas formas de socialización, donde el individuo pueda tener un reflejo verdaderamente social y viceversa.

Me parece que es una obligación intelectual y moral que los especialistas en las ciencias sociales analicen y reflexionen en torno a los modelos sociales (estructuras), que desde la ciencia se aporte con la mayor honestidad posible el resultado y las propuestas para la generación de un escenario de nuevas relaciones sociales, una especie de vuelta a la modernidad bajo nuevos criterios de sociabilidad (nuevos pactos o acuerdos sociales)”, apunta.

Si la economía será el principal rector de un nuevo orden, tendría que reconocerse que las formas productivas actuales generan desigualdades de todo tipo, y entonces las nuevas formas del modelo de producción tendrían que modificarse drásticamente, abunda el maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora.

Sería esperado que la pandemia impulse un cambio de paradigmas en el comportamiento social, “pero existe una sociedad que ante las limitaciones para entender lo que sucede podría ceder ante cualquier propuesta que satisfaga necesidades mínimas, por lo que es posible una reconfiguración de las relaciones sociales, basada en la limitada capacidad de la agenda social, asienta.

Al hablar del papel de la Universidad de Sonora y su compromiso ante lo que podría venir, Durán Pinzón refiere que la primera responsabilidad que la alma mater tiene es estar preparada para incluir a los sectores más vulnerables al proponer un escenario con responsabilidades sociales y educativas profundas, responsabilidad acompañada del carácter público como lo esencial. “Una universidad con responsabilidades comunitarias notorias”, ataja el catedrático del Departamento de Sociología y Administración Pública.

Las mejoras institucionales de la Universidad tendrían que darse en una nueva dinámica que la propia casa de estudios debe promover; para ello, la nueva dinámica social deberá proveer los insumos necesarios para un nuevo escenario institucional y social, agrega.

Pasada la contingencia, predice el académico, me parece que nuestro comportamiento como individuos será igual o peor, “ya que esta pandemia ha dejado ver dos cosas con claridad: un exceso de creencia en la mentira (fake news, la postverdad), que sirve como referencia para tener una posición política absurda y fuera de toda realidad, y con limitaciones analíticas; y, por otro lado, las formas fáciles para quebrantar la normatividad en aras de la satisfacción personal sin importar el carácter legal, social y comunitario (como ejemplo, acudamos a las formas en que se vende y se compra alcohol)”.

Por otra parte, añade, también existe en varios grupos sociales un compromiso de solidaridad (que no es nuevo) que tiene otra visión de los problemas sociales, si estos grupos se posicionan para el establecimiento de un nuevo orden social, entonces la sociedad está en una ruta positiva hacia una mejora colectiva.

Como sea, el papel del Estado es fundamental en la instauración de una nueva dinámica social, donde lo público represente los intereses sociales más elementales: la salud, la educación, el espacio social, el trabajo, la justicia… si socialmente no se comprende la tarea del Estado como tal, entonces el panorama es incierto para toda la sociedad, concluye Jesús Guadalupe Durán Pinzón.

(Continuará)