Las lecciones de la pandemia: una visión universitaria de la covid-19 (Primera parte)

18 de mayo de 2020


Armando Zamora

Cuando Ulises (u Odiseo, en la mitología griega) volvió a Ítaca luego de 20 años de ausencia, el orden que él había establecido en el reino había cambiado. Para recuperar el mando, debió adaptarse a los cambios y después comenzar la reconquista de sus dominios, lo que logró gracias a su astucia y a la colaboración de un puñado de gente cercana… A grandes rasgos, el poeta griego Homero describió en La Odisea, obra escrita entre el siglo VIII a.C. y el VII a.C., este regreso, la reconquista del trono y la instauración de un nuevo orden en Ítaca.

Hoy, varios siglos después de Homero, el virus SARS-Cov-2 ha provocado cambios en varios aspectos en todo el mundo, y la humanidad debe enfrentar a ese enemigo con astucia, disciplina y solidaridad para restablecer un cierto orden social, pero difícilmente las cosas serán igual. “Ya nada volverá a ser normal. Esta es una llamada de alarma en el planeta entero. Lo que toca ahora es construir las infraestructuras que nos permitan vivir de una manera distinta”, señaló el sociólogo norteamericano Jeremy Rifkin al respecto.

“Hay algo en lo que todos parecemos estar de acuerdo —se afirma en el portal de la BBC News—: el mundo no será igual cuando termine la crisis que estamos viviendo por la pandemia del coronavirus. Lo que nadie parece saber es cómo será ese mundo tan diferente”. Y todavía no lo sabemos cabalmente, pero podemos darnos una idea: el virus que salió de China en diciembre pasado y se expandió por todo el mundo de manera acelerada, puso a temblar estructuras que todos imaginaban sólidas, indestructibles, sempiternas.

Para conocer más de la pandemia de la covid-19, enfermedad provocada por el nuevo coronavirus, y tener una proyección de lo que puede ocasionar en el corto, mediano y largo plazo en el mundo, conversamos con diez académicos de la Universidad de Sonora, quienes nos compartieron su visión desde la docencia e investigación de las artes, comunicación, deportes, economía, educación, enfermería, matemáticas medicina, psicología y la sociología; sus fortalezas fundamentales y las áreas de oportunidad que la enfermedad ha expuesto en lo local, nacional e internacional.

Debido a la extensión del presente trabajo, se dividió en cuatro partes que se publicarán diariamente a partir de hoy. Esta entrega es la primera parte.


LA SALUD ES LA COLUMNA VERTEBRAL DE CUALQUIER PAÍS: MARÍA ELENA REGUERA TORRES

El lunes 30 de diciembre de 2019, mientras el mundo occidental se preparaba para celebrar la llegada del año nuevo, en la capital de la provincia de Hubei, Li Wenliang, oftalmólogo del hospital de Wuhan, China, envió un mensaje a sus colegas en el que les prevenía sobre el brote de un virus que se parecía al SARS y recomendaba el uso de ropa protectora para evitar el contagio: sospechaba que los casos provenían del mercado Huanan de pescados, mariscos y especies vivas, de esa ciudad.

Ese mismo día, en México, la prensa nacional daba a conocer que investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) afirmaban en un estudio que más de 40,000 mexicanos mueren al año por enfermedades asociadas al consumo de bebidas azucaradas, que son causa directa de sobrepeso y obesidad, mismas que desencadenan diabetes y males cardiovasculares.

Respecto al tema, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 menciona que nuestro país ocupa el deshonroso segundo lugar mundial en obesidad en adultos y el primero en obesidad infantil; y en los últimos años, las tasas de sobrepeso y obesidad se dispararon de un 62% a un 71% de la población. “De mantenerse la tendencia actual, la atención médica de las enfermedades generadas por la obesidad y el sobrepeso –tales como la diabetes e hipertensión– terminarán por colapsar al sistema de salud mexicano”, ataja el documento.

Sobre este particular, la investigadora María Elena Reguera Torres, maestra de tiempo completo del Departamento de Medicina y Ciencias de la Salud, menciona que la obesidad y sus consecuencias son el principal problema de salud en el país, y en Sonora tenemos las prevalencias más altas al nivel nacional: siete de cada diez de los adultos tienen sobrepeso u obesidad; en el caso de los niños, la cifra es de 37.7%. “Lo que sabemos por las estadísticas es que la obesidad también es un factor de riesgo, tal vez el principal, para morir por el virus SARS-CoV-2”.

Al referirse a las lecciones de la pandemia covid-19, la docente señala que es prematuro hablar de aprendizaje: “esta contingencia lleva menos de seis meses y aún falta mucho camino por recorrer, reconocer y aprender; sin embargo, es importante señalar que la salud es la columna vertebral de cualquier país, estado o municipio, y debe ser abordada de manera intersectorial y multidisciplinaria, no sólo corresponde al gremio médico, cuyo objetivo es prevenir y curar la enfermedad, básicamente; y los problemas de salud pública deben priorizarse y tomar cartas en el asunto”.

Respecto a los aportes que la alma mater podría hacer para mitigar los estragos que provoca la enfermedad, indica que “la evidencia que tenemos es que ni los países más desarrollados estaban preparados para lo que está sucediendo; debemos considerar que se trata de un virus desconocido y que seguramente hasta dentro de uno o dos años sepamos casi todo de él. “Lo que la Universidad de Sonora debe hacer, es tomar posturas críticas respecto a los problemas de salud pública más prevalentes: uno de ellos, la obesidad. Sonora produce alimentos saludables todo el año, ¿cómo puede ser que tengamos la prevalencia más alta de obesidad en niños y que la desnutrición se encuentre entre las 20 primeras causas de muerte?”, cuestiona Reguera Torres.

Subraya que para enfrentar contingencias como la provocada por el virus SARS-CoV-2, se debe fortalecer al sistema nacional de salud con recursos para la infraestructura y recursos humanos, orientar su gasto a la prevención y, lo más importante, promover y organizar la participación comunitaria. “Ante la pandemia, la participación comunitaria es indispensable, es esencial en la respuesta colectiva a la enfermedad por covid-19; los sistemas de salud mundiales enfatizan su importancia”, apunta la médica y maestra en Salud Pública por el Instituto Nacional de Salud Pública.

Nuestro sistema de salud, dice, adolece de algunas fallas: “Señalaré cuatro que en mi opinión son de las más importantes: no es un sistema universal de salud, está segmentado por ingresos, además de que la cobertura no es efectiva; el primer nivel de atención está desatendido desde hace décadas, no se capacita ni tiene los insumos suficientes para funcionar en la estrategia de Atención Primaria a la Salud; se dio prioridad a la formación de especialidades médicas, sin tomar en cuenta las necesidades del país: hoy es evidente la falta de algunas especialidades y se ha subestimado el papel de la medicina general y de la salud pública, y la falta de recursos económicos y el mal gasto que se ha hecho de ellos, ha convertido a la salud en un gran negocio”.

Si analizamos desde una perspectiva multidisciplinaria e intersectorial esta contingencia para cambiar nuestra visión frente a la pandemia, podremos estar preparados como institución, como estado y como país, asevera. “Debemos priorizar los problemas en salud más prevalentes, por su magnitud y mayor trascendencia; el país y sus instituciones requieren cambios estructurales de fondo, reconocer las diferencias y la diversidad para trabajar en equipo es esencial, aunque esta no es una conducta común”, precisa.

La académica destaca que la pandemia del nuevo coronavirus está poniendo a prueba no sólo a los líderes políticos y a los sistemas nacionales de salud, sino también a la sociedad. El riesgo más grande ante este desafío es que se profundicen las desigualdades sociales y de salud: el virus SARS-CoV-2 representa un mayor riesgo para las poblaciones vulnerables, como los ancianos, las personas con discapacidad, las personas en pobreza, los jornaleros agrícolas, los migrantes y el trabajo informal, entre otros más.

“Es probable que las posibles consecuencias de la recesión económica en la salud física y en la mental sean enormes, pero no inevitables, por eso es crucial que la sociedad y las autoridades gubernamentales, universitarias y civiles sean capaces de garantizar que los más más vulnerables estén protegidos: sólo así podremos mitigar las desigualdades y las consecuencias para la salud pública y la sociedad. Es una oportunidad única, puntualiza María Elena Reguera Torres.


LA PANDEMIA RESULTA UN PARTEAGUAS EN LA VISIBILIDAD DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA: SHEIDA EUNICE CORREA VALENZUELA

Dalia Ventura apuntó en el portal de BBC News Mundo: “Poco en esta crisis es sencillo, ni siquiera las preguntas. Y para muchas que surgen de esta crisis se hace imposible encontrar una respuesta correcta. El primer instinto de la mayoría es que la vida es lo más importante y, por ende, no hay siquiera razón para considerar otra cosa que no sea tratar de salvar la de todos a toda costa. Para hacerlo, decidimos poner en riesgo al personal sanitario, sin darle mucho lugar a la duda, aunque sí al agradecimiento”.

Acaso por ello no queda muy claro el propósito de quienes agreden al personal de salud que atienden a los enfermos de covid-19, a no ser que lo que pretendan es desfogar sus propias frustraciones. En varios países de Europa y de América se ha visto a través de las noticias que los servidores de salud, en particular el personal de enfermería, han sufrido ataques aberrantes, por decir lo menos. Y, en contraparte, también en muchas ciudades del mundo se ha reconocido el esfuerzo de quienes atienden a los enfermos, aun a costa de su propia salud. Algo nos estará enseñando el brote mundial del nuevo coronavirus.

“En términos de atención y cuidado de enfermos, con la pandemia estamos aprendiendo psicológica y emocionalmente a mejorar nuestros mecanismos para afrontar situaciones imprevistas y adversas, a reconocer la importancia de la salud mental en el ámbito laboral, que como profesionales de enfermería (incluso los profesionales de salud, en general) resulta imprescindible que mantengamos un cuerpo y mente sanos para poder otorgar un cuidado oportuno a los demás”, menciona Sheida Eunice Correa Valenzuela, coordinadora del Programa de Licenciatura en Enfermería del campus Cajeme.

Por otra parte, considero muy importante que la colaboración científica haya trascendido fronteras, que profesionales de enfermería de otros países o continentes, donde la pandemia se encontraba en fases más avanzadas, dedicaran minutos de su tan valioso tiempo para generar guías técnicas, manuales e, incluso, videoconferencias para enseñar y compartir experiencias exitosas para mejorar el cuidado, añade.

El conocimiento técnico y científico sobre técnicas de barrera y aislamiento, abunda, ha sido una base fundamental dentro de las funciones del profesional de enfermería desde su formación académica. Sin embargo, por los mecanismos y vías de contagio de esta nueva enfermedad, ha adquirido gran relevancia el lavado de manos y el uso de medidas de bioseguridad; “en lo personal, creo que esto ha generado el mejoramiento y la adaptación de los procedimientos y técnicas a estas nuevas circunstancias, con el reto de que éstas sean igual de eficientes a la par de que son experimentadas”, puntualiza la maestra en Ciencias de la Enfermería.

Respecto a la labor de la Universidad de Sonora en el marco de la pandemia, la académica indica que la institución “cumple con una función vital y de compromiso con la sociedad en la generación de nuevas herramientas teóricas y prácticas en el marco de ésta contingencia, misma que se está viendo reflejada en las aportaciones que recientemente han hecho compañeros académicos y estudiantes, a través del diseño de dispositivos y materiales para coadyuvar en la atención de pacientes infectados con este nuevo virus”.

De igual forma, agrega, creo que es muy importante destacar las aportaciones referentes a las diferentes plataformas generadas para la comunicación de información científicamente validada sobre medidas de prevención, apoyo psicológico, orientación en hábitos saludables, servicios de consultoría y más. “Es imprescindible —destaca— que las nuevas aportaciones sean integrales y abarquen a la totalidad de la población, tanto a quienes ya adquirieron la enfermedad como a aquellos que se encuentran en riesgo”.

Sobre las agresiones que ha sufrido el personal de salud en Sonora y en México, Correa Valenzuela manifiesta que una agresión física o verbal es condenable sin importar el género, edad u ocupación de la persona a quien haya sido dirigida. “Pero dadas las circunstancias de la contingencia, considero que un factor que ha detonado este tipo de actos ha sido la desinformación y la lamentable falta de educación en valores que hemos venido padeciendo como sociedad en los últimos años”, apunta.

Ante esta y otras circunstancias, recalca la coordinadora de Enfermería del campus Cajeme, debe ser reconocido que el trabajo que todo el personal de salud realiza tiene una base científica, que las técnicas y procedimientos que se llevan a cabo son utilizadas porque han demostrado resultados comprobables en la mejoría de la salud de las personas, y que, ante todo, se buscará la seguridad en su aplicación tanto para el paciente como para el profesional de la salud.

El año 2020 fue designado por la Organización Mundial de la Salud como el año de la Enfermería y la Partería como un reconocimiento a las funciones cruciales que realizan para la cobertura sanitaria universal y para promover la inversión en la mejora de las condiciones en las que se desempeñan, detalla la docente.

Sirva entonces este marco y casualidad como un parteaguas en la visibilidad nacional de la enfermería como una profesión científica y como pieza clave en el sector salud; que se mejoren las condiciones laborales, además de las de infraestructura y equipamiento, y que sean provistos del equipo y material necesario para brindar un cuidado seguro y de calidad.

Muy importante también destacar el trabajo que se ha hecho en educar a la población en el autocuidado, que como personas reconozcamos la importancia de tener conductas promotoras de salud y de iniciar ese cambio en el paradigma de la definición de salud: que pasemos de un modelo curativo a uno preventivo, acentúa Sheida Eunice Correa.


ES NECESARIO VALORAR CÓMO SERÁ EL REGRESO A NUESTROS AMBIENTES USUALES: ROSSANA BASURTO ÁLVAREZ

Resulta paradójico que una enfermedad que se previene con medidas tan sencillas como el lavado de manos con agua y jabón; el uso de cubrebocas, guantes y lentes; la sana distancia y el aislamiento social, se haya convertido en una pandemia que ha puesto en jaque los sistemas de salud de todo el mundo. Parecería que en el simple razonamiento de la Navaja de Ockham falló el elemento más importante: las personas.

Aún están frescas las imágenes de las compras de pánico, en varias partes del mundo, de papel higiénico y productos sanitizantes en respuesta automática a algo desconocido. Incluso, para algunos compradores resultaban incongruentes y no tenían una explicación cierta sobre sus actos cuando se les cuestionaba el por qué actuaron de esa manera.

La presencia de una situación extraordinaria, única, ha permitido valorar la forma en la cual se responde ante las experiencias incomprensibles: se presentó un escenario que parecía lejano, estaba sucediendo en otro continente, sólo nos correspondía el papel de observadores; sin embargo, pareciera que de la noche a la mañana era una realidad para todos”, menciona al respecto Rossana Basurto Álvarez, coordinadora del programa de Licenciatura en Psicología del campus Nogales.

La vida diaria, añade, aún con sus pros y contras para cada uno, quehaceres, dudas e inconsistencias, era al final de cuentas algo ya conocido, algo ya establecido por cada uno o por los cercanos, lo cual se vivía como un acontecer definido. Pero la pandemia rompió con la idea de que las situaciones son permanentes, y llegó a confrontar constructos personales, como: libertad versus confinamiento; control versus descontrol; conocimiento versus desconocimiento; incertidumbre versus certidumbre, y seguridad versus inseguridad.

Lo anterior impactó en el sentir de las personas, generando una condición de encuentro de emociones conectadas con diversos pensamientos que, de manera no procesada, se manifestaron en diversas conductas, suscitando un estado de alerta y sobrerreacciones en algunos casos, agrega la docente.

La académica del campus Nogales retoma el modelo expuesto por la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross sobre las etapas de duelo para contrapuntear la teoría con la realidad: “En un primer momento surge la negación —indica—: cuando se manifiesta por las autoridades que es necesario tomar las medidas de aislamiento y se informa del cierre de los entornos educativos, entre otros, se provoca una reacción de incredulidad, de cuestionamiento en el pensar que eso no nos sucede, y se manifiesta en tratar de continuar una vida normal, actuar como si nada estuviera sucediendo”.

Basurto Álvarez añade que al transcurrir los días se asoma la ansiedad provocada por esa inseguridad e incertidumbre, y se busca, se exige, tener un conocimiento inamovible que brinde seguridad. “Esto propicia que se inicie la etapa de la ira, con expresiones de enojo dirigidas al gobierno, al vecino que no hace caso y, en algunos casos, hasta la agresión a los profesionales de la salud, buscando encontrar un objeto real en donde descargar esa emoción”.

A la par, el hecho de estar en confinamiento tiene impacto primeramente en la movilidad, en la forma de interactuar socialmente, en tener que reajustar la rutina diaria, así como en cambios en el estado del sueño-vigilia y en la alimentación, entre otros, tratando de vivir una vida normal en un momento de crisis.

En una tercera etapa, de acuerdo con el Modelo de Kübler-Ross, al darse cuenta que no está en sus manos resolver esta situación, surge el pacto, y para ello se busca todo aquello que brinde una relación en lo espiritual: “puede allegarse a grupos de oración, meditación o grupos de soporte psicológico, entre otros, y se inician los actos de altruismo y de apoyo entre sí”, señala la docente.

Posterior al pacto, dice la coordinadora de la Licenciatura en Psicología en el campus Nogales, se da la depresión, en donde se manifiesta la tristeza, la perdida de lo que se tenía —en este caso, el estilo de vida al que se estaba acostumbrado, al que ya se reconocía—, y pueden presentarse con mayor énfasis la incertidumbre y manifestaciones de estados emocionales alterados, de violencia dentro del mismo entorno familiar.

En la última etapa surge la etapa de aceptación, en la que se hace presente un espacio reflexivo, se hace responsable de sus posibilidades tomando de nuevo el control, en este caso de sus recursos, de que el confinamiento ya no es por obligación sino por decisión propia, por su cuidado personal y sus seres queridos. Es un reconocer que la incertidumbre es parte de lo que viene, precisa la doctora en Ciencias de la Educación.

Es necesario aclarar, destaca la investigadora, que en el caso de la pandemia cada persona va experimentando en momentos diferentes las etapas —pues no son rígidas y se puede fluctuar entre una y otra—, dado que la forma de vivir la situación es desigual, y en esto influye la región geográfica, el conocer a alguien con la enfermedad, el tener en su familia profesionales de la salud, entre otros aspectos.

Por otro lado, la muerte ha trastocado algunas familias; esta enfermedad pone de frente la posibilidad de morir, da fe de la fragilidad de la existencia. Además, las personas tienen que buscar una forma diferente de despedirse a distancia de sus seres queridos que agonizan a solas, lo que repercute en vivir un duelo a medias, apunta Rossana Basurto Álvarez.

Al referirse al profesional de la psicología, la académica menciona que en estos momentos es un soporte esencial, por lo que se tuvo que considerar el brindar la atención psicológica de manera virtual. “Ya que no es la forma usual de brindar atención al usuario en nuestro país, esto conlleva varios retos; entre ellos, el poder unificar los espacios virtuales del usuario y del psicólogo en un mismo lugar, que se debe delimitar cuidadosamente, pues de alguna forma es una invitación a tu lugar privado, a tu casa”, señala.

Por otro lado, agrega, se deben cuidar los preceptos éticos básicos de la confidencialidad y respeto. La posibilidad de generar actividades y procesos del manejo emocional que puedan llevarse a cabo mediante la tecnología abre oportunidades de estudio entre el uso de la tecnología y la práctica clínica psicológica, así como en otros ámbitos; por ejemplo, dentro de la capacitación. “Debemos reflexionar sobre la importancia de sustituir el contacto personal por el reconocimiento de la expresión verbal y facial”.

Hemos visto que el confinamiento lleva a que la persona, por un lado, habite realmente su hogar, mas eso puede tener diversas implicaciones, como estar más consigo mismo o lo contrario: sentirse en hacinamiento, convivir más tiempo de lo acostumbrado con su familia, y de repente puede suceder que no se sepa cómo hacer eso. Así, este confinamiento nos brinda la oportunidad de abrir situaciones personales que ya estaban ahí, pero que la rutina diaria permitía ver. Por ello, subraya, en este momento la labor del psicólogo es esencial.

¿Qué viene después del confinamiento?, se pregunta, y responde: “muy probablemente se sigan presentado situaciones de estrés, ansiedad y miedo, ya que apenas se están conociendo estas nuevas sensaciones y reacciones ante situaciones inesperadas como esta pandemia. Además, es necesario valorar cómo será el regreso a nuestros ambientes usuales”.

Ante el cuestionamiento de qué cambios estamos obligados a realizar como institución de educación superior, Basurto Álvarez menciona que en estos momentos de contingencia, la Universidad de Sonora requirió, en el plano de la impartición de clases, hacer uso de diversas plataformas, redes sociales y correo electrónico, entre otros canales, encontrando un área de oportunidad para aprender a usarlas, así como observar la realidad de los estudiantes de todos los niveles, en donde muchos no cuentan con el equipo mínimo para realizar un trabajo académico.

Se volvió una labor exhaustiva dentro de los espacios familiares, ya que implicó, aparte de buscar la tecnología, atender a veces a más de una persona que requería estar aplicado a sus labores educativas. Esto permite reflexionar en la necesidad de abordar la transición de una educación presencial a virtual de una manera metódica, paulatina y cuidadosa de todos los factores y actores partícipes”, abunda.

Para la educación superior, en especial para nuestra Universidad, la contingencia representa una coyuntura para analizar la posibilidad de generar una educación virtual. “Aun cuando la Universidad de Sonora ya está incursionando en programas en línea, considero que requiere generar un plan de transformación de la educación presencial a la virtual, que permita permear de manera integral y uniforme la visión detrás de la misma para que se consolide una nueva forma de aprendizaje; en este caso, virtual”, estableció.

Finalmente, la catedrática del campus fronterizo precisó que “para salir airosos de esta experiencia única, considero esencial, por un lado, permitirse experimentar las diversas emociones, buscar grupos de soporte y discernir qué se puede rescatar de esta situación, que permita resignificar la propia experiencia de vida, valorar lo que había dado por hecho, y moverse en pro del crecimiento personal y del aprecio de la comunidad”.

(Continuará)