Lanzan iniciativa: no utilizar el unicel y otros recipientes de plástico no biodegradables

3 de septiembre de 2019


Jesús Alberto Rubio

Debe usted saber que al menos 150 años es el tiempo que tarda una bolsa de plástico común en degradarse. Por ello, si conocemos cuánto tiempo tardan en desaparecer algunos de los materiales que desechamos a diario, entenderemos mejor la importancia de reciclarlos.

No reciclar una botella de vidrio puede suponer que sus componentes permanezcan en la naturaleza miles de años.

Sin duda, el plástico contamina el planeta, ya que se acumula en cualquier rincón y tarda demasiado tiempo en empezar a degradarse; incluso, puede permanecer siglos casi intacto. Además, algunos productos, como las bolsas de plástico, dañan a la flora y la fauna de forma directa. Por ejemplo, la contaminación del agua por las bolsas de plástico provoca que miles de peces y otros animales como cetáceos, tortugas y aves mueran.

Hay muchos ejemplos sobre el tiempo que tardan en desaparecer algunas cosas que, cada día, utilizamos: las botellas de vidrio tardan hasta 4.000 años en desaparecer y al ser un material 100% reciclable, es esencial que las depositemos en el contenedor correcto.

Los componentes de una pila tardan entre 500 y 1,000 años en degradarse, con el añadido de que, si no se tratan adecuadamente, pueden ser muy contaminantes. De su contenido, el mercurio es el metal más nocivo, porque si entra en contacto con el agua se produce metilmercurio, compuesto que se concentra en la cadena alimentaria produciendo graves desórdenes del sistema nervioso en los seres vivos.

Según estudios especializados, una pila de mercurio puede contaminar 600,000 litros de agua, una de zinc-aire, 12,000 litros; una de óxido de plata, 14,000 litros, y una pila común, 3,000 litros.

Las bolsas y botellas de plástico —como se ha señalado— tardan 150 años en degradarse, esto en el caso de una bolsa de plástico común, porque una botella de PET dura unos 1,000 años en desaparecer. Por ello es necesario, se reitera, que reciclemos estos materiales correctamente y, siempre que sea posible, sustituyámoslos por otros biodegradables, como las bolsas de papel o tela.

Hay más ejemplos sobre otros materiales, como latas de aluminio de refrescos, trozos de goma de mascar (chicles), mecheros y envases de tetrabrik, entre otros.

Campaña en la Unison

En relación con el tema y la exposición de esa problemática, Luisana Barrios, estudiante del noveno semestre de la Licenciatura en Economía de esta casa de estudios, acaba de lanzar una iniciativa a través de la cual invita a la comunidad universitaria a dejar de utilizar el unicel y otros recipientes de plástico no biodegradables.

De la misma manera, señaló, ha convocado a las autoridades universitarias a unirse a esta iniciativa en donde se buscan alternativas para una Universidad más sustentable.

En su propuesta, Luisana Barrios plantea que la Universidad de Sonora debe de mantenerse libre de unicel y otros recipientes no biodegradables que resultan agresivos para el medioambiente.

Al respecto, indicó algunas alternativas de solución a esa problemática ambiental, siendo una de ellas el que se realicen descuentos a la hora de pagar los alimentos si los estudiantes o empleados traen consigo sus recipientes reutilizables. “Dichos descuentos deberían ser válidos en todos los establecimientos y puestos de comida dentro del campus, incluyendo el comedor universitario”, dijo.

Plásticos en todos los ámbitos de la vida

Luisana Barrios consideró que el plástico, en todas sus variantes, se encuentra presente en todos los ámbitos de nuestra vida, y que su uso masivo genera un impacto medioambiental importante debido a su durabilidad, generando riesgos sobre la salud humana por la presencia de elementos tóxicos que pasan a los alimentos contenidos en los envases hechos con ese material.

“Desde hace ya tiempo somos conocedores de su efecto contaminante, ya que es un material de alta durabilidad. Un ejemplo de su magnitud es la presencia de materiales plásticos en nuestros mares. En el océano se acumula en espirales gigantes de basura donde, entre otras cosas, los peces lo ingieren en enormes cantidades”, afirmó.

Recordó que en 1997 fue descubierto en el Océano Pacífico el llamado “Séptimo Continente” o “Isla basura”, y que aunque hay controversia en cuanto a su tamaño, el Centro Nacional de Estudios Espaciales Francés (CNES) asevera que mide 22,200 kilómetros de circunferencia, y que su superficie asciende a 3.4 millones de km2.

La impulsora de esa iniciativa calificó de muy preocupante la proliferación de plásticos en mares y océanos, toda vez que es un problema de ida y vuelta: “lo que tú tiras le llega a otros, y lo que te llega a ti lo han tirado en otro sitio”, dijo, al indicar que son miles las toneladas de ese material --de diversos tamaños-- las que contaminan nuestros océanos y que tienen un efecto devastador sobre la fauna marina y las aves.

Asimismo, expresó que además del efecto medioambiental, de por sí ya bastante impactante en la actualidad, múltiples estudios científicos corroboran que el uso del plástico supone una amenaza para la salud humana, ya que algunos plásticos comunes liberan sustancias químicas nocivas en el aire, los alimentos o bebidas. “Estas sustancias liberadas no se ven, pero si utilizas plástico en tus alimentos (embalajes, recipientes, botellas…), lo más probable es que se consuma parte de ellos en los alimentos”.

Derivado del petróleo

Indicó que el unicel y otros plásticos derivados del petróleo son altamente agresivos con el medioambiente, tanto que algunos tardan entre 800 a 1,500 años en degradarse y sostuvo que mientras permanecen en nuestro planeta, contaminan desde su producción hasta su reciclaje.

“En el caso del unicel, que tarda más de 1,000 años en degradarse, muchas veces se rompe en partes más pequeñas que nosotros respiramos en el aire o las ingerimos cuando este material entra en contacto con nuestros alimentos, lo cual daña nuestra salud”. Enseguida, afirmó que también los animales en el mar lo confunden con comida y mueren, como es el caso de la tortuga, que pierde la capacidad de sumergirse. “Además, este material daña nuestra capa de ozono, ya que al quemarse o producirse libera gases tóxicos altamente contaminantes”.

Hizo saber que por los altos costos logísticos en su traslado, hay muy pocas empresas que se interesan en reciclar el unicel y que, por lo tanto, sólo se logra el 0.1% de lo que consumimos anualmente. Es decir, precisó, que según cifras del Inegi, de las 350,000 toneladas anuales sólo se reciclan 400.

Es por esa razón, puntualizó, el que se invite a reducir su consumo, señalando que la iniciativa intenta ofrecer recipientes biodegradables hechos a base de vegetales, como el bagazo de trigo, de caña o la fécula de maíz, que tienden a biodegradarse dentro de 90 a 240 días.

“Esto no genera sustancias tóxicas como los otros plásticos, ya que los microorganismos se alimentan de ese material, lo metabolizan y lo regresan al medioambiente; aunque lo principal es decir no al unicel y demás plásticos de un solo uso, por lo que ya es hora de que empecemos con este gran reto y, por qué no, cargar siempre con un recipiente reutilizable. ¡Juntos por una Universidad más sustentable!”, afirmó la estudiante de la carrera de Economía.

Dio a conocer que los interesados en unirse a esa iniciativa por una Universidad más sustentable, pueden acceder al sitio BuhoVerde/ UnisonSinUnicel, https://www.change.org/p/universidad-de-sonora-el-b%C3%BAho-verde-no-m%C3%A1s-recipientes-de-unicel-y-otros-pl%C3%A1sticos-en-la-universidad-de-sonora?utm_content=bandit-starter_cl_share_content_es-es%3Av7&recruited_by_id=3ef88900-ca84-11e9-9f11-958cd1ef5f5f&recruiter=1000758616&utm_source=share_petition&utm_medium=copylink&utm_campaign=share_petition&utm_term=share_petition