En el siglo XXI, la equidad debe ser en lo humano, no sólo de género, asegura académica

16 de marzo de 2015


El reto del siglo XXI es lograr una equidad, que debe ser humana, y ya no sólo de género, donde el hombre pueda decir que también tiene sus complicaciones, afirmó Reina Castro Longoria, académica del Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad de Sonora (Dictus).

En su intervención durante la mesa redonda “Mujeres del saber”, organizada por el Archivo Histórico de nuestra institución, sostuvo que mientras la mujer no interactúe con los hombres y se aíslen, o bien éstos hagan lo mismo con ellas, “no vamos a lograr la aspiración humana de convivir juntos con respeto, colaboración y concordancia”.

La investigadora del Dictus expresó que realmente el propósito es muy sencillo, ya que la aspiración de la mujer es tener una vida digna, de felicidad y desempeño en cualquier ámbito de su competencia, en óptimas condiciones.

Indicó que hay muchas cosas a las que pueden aspirar, pero siempre paralelo al lado de los hombres, de modo tal que no se debe pensar en beligerar contra ellos y, sostuvo, cuando el hombre y la mujer piensen --aunque ésta sea más débil físicamente y que el primero reconozca esa debilidad como una fortaleza porque su capacidad de pensamiento es a la misma altura de cualquier hombre--, ese día se avanzará en conjunto.

Castro Longoria dijo que en lo que corresponde a su campo de estudio, las ciencias biológicas, esto representa un gran compromiso, porque el conocer parte de lo que significa la vida a nivel laboratorio y celular, y se extrapola a comunidades humanas y el entorno social, es cuando se entiende que nos debe preocupar.

“Estamos a muchos millones de años de evolución, y no debemos descuidar lo que puede ser la calidad de vida, el derecho a la salud y a tener el tiempo necesario para poder desarrollar nuestras capacidades, incluyendo el cuidado de los hijos”, puntualizó.

Reina Castro señaló que más allá de las paredes universitarias también debe considerarse la existencia de grupos de mujeres asociadas en las etnias, las luchadoras sociales, educadoras, obreras en la industria o fábricas/maquiladoras, así como amas de casa que se dedican de tiempo completo a cuidar a sus hijos.

Sostuvo que en esa “cascada de distinción”, surge la llamada estratificación en el ámbito de la mujer, que le impide lograr plenamente los derechos que a través de la historia lo consiguieron aquellas que desde mediados del siglo XIX lucharon por el reconocimiento de equidad de género.
“Creo que este avance no es de gratis; a todas nos tocó luchar contra situaciones como discriminación, desde alumnas de enseñanza básica, sin que esto sea hablar de victimismo, sino de realismo”, dijo.

Como académicas universitarias, reconoció que tienen un rol de privilegio, con un status social por su formación del conocimiento, pero que al mismo tiempo las ubica con un enorme compromiso para incidir en otros grupos homogéneos, lo que se puede hacer mediante la vinculación, especialmente donde haya mujeres aisladas o discriminadas.

En igual forma, advirtió que a través de ese tipo de foros, se incorporan todas las ideas, propuestas y análisis en una plataforma universitaria para lograr mejores vínculos con la sociedad, sin estar en espacios reducidos y aislados, y no compartir el conocimiento.

“Mi vida académica ha sido muy satisfactoria en 28 años de antigüedad; siempre trabajo con alma, corazón y vida, sin sentirme víctima por ser mujer. Simplemente hago las cosas con alegría y con ganas, porque sé que cuando así sucede, puedo generar una gran aportación”, concluyó. (JAR)