Mérida Sotelo Lerma

Premio Universidad de Sonora a la Trayectoria y al Mérito Académico

Obtener este reconocimiento representa para la académica la culminación de sueños que vio convertidos en realidad y que le permiten hacer lo que más le gusta: enseñar y hacer investigación en nuevos materiales.

Aleyda Gutiérrez Guerrero
Cuando a Mérida Sotelo Lerma le preguntan “¿en qué trabajas?” Responde orgullosa: “Soy investigadora en la Universidad de Sonora”.

“Y ¿qué haces?”
“Nuevos materiales. Imagínate por qué tienes ese celular en tus manos… por grupos de personas como nosotros, que estudiamos y estudiamos hasta que encontramos alguna aplicación para esas sustancias, esos materiales, y para que tú puedas disfrutar de algo que te entretenga y que te haga comunicar con tus seres queridos, muchos contribuimos.

“Hacer lo que hago es algo que me da mucho placer. Me pagan por esto y me dejan estar en este recinto tan maravilloso que es la Universidad, institución que hizo que fueran realidad esos sueños, esas ilusiones que yo traía desde Caborca”, expresó.

Normalmente, trabaja en el Laboratorio de Semiconductores que está a su cargo, pero indica que cuando no estaba la pandemia por covid-19 se desplazaba también a otros lugares para desarrollar proyectos en colaboración, con el apoyo del Departamento de Polímeros y Materiales, de la División de Ingeniería, al cual está adscrita, y con el respaldo de la institución.

Además de una académica muy dedicada, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel 2 y Miembro de la Red Temática Conacyt de Energía Solar.

Cuenta con cinco patentes registradas y otorgadas, y una en proceso de registro. Es coautora de tres libros, cuatro capítulos y ha dirigido también varias tesis de Licenciatura, de Maestría y de Doctorado.

Este año, por sus aportes y trabajo de más de 38 años en esta casa de estudios, Mérida Sotelo se hizo acreedora al Premio Universidad de Sonora a la Trayectoria y al Mérito Académico.

Hecho en México
La responsable de distintos proyectos de investigación a nivel regional y nacional, ha tenido la oportunidad de estudiar y hacer investigación en Japón y Estados Unidos, pero regresó a ésta su alma mater por dos sencillas y grandes razones: ya se sentía parte de ella y, también, por el deseo de formar científicos mexicanos.

“Cuando estaba en el séptimo semestre de la carrera vinieron varios profesores a crear el Departamento de Polímeros, en otro momento Centro de Investigación en Polímeros, fue entonces que me dieron oportunidad de dar clases de Química orgánica avanzada, pero también me adentré en la investigación de lleno.

“Y se presentó la oportunidad que cuando yo me titulara podía irme a otro país y gané una beca del gobierno japonés para ir a la Universidad de Tokio; ahí empecé a darme cuenta cómo los mexicanos sobresalíamos, ahí me di cuenta qué tan bien formada estaba en la Universidad que creían que era de una institución mucho más grande. Ahí fue donde tuve mi primer artículo en una revista arbitrada e indexada, y después, el gobierno japonés me dijo ‘debes quedarte’.

‘No’, les dije, tengo metas más altas: formar estudiantes mexicanos”.

Volvió a México y en el país realizó su maestría y doctorado; después recibió una invitación de la Facultad de Química de la Universidad Texas A&M para hacer investigación; primero como una estancia, después cursó ahí su postdoctorado.

Reconoce que cuando llegó no era la doctora Mérida Sotelo, era una estudiante; después gracias a su trabajo en colaboración con Ralph Zingaro, profesor emérito, padre del selenio y del telurio, fueron reconocidos a nivel nacional en Estados Unidos por un proyecto para obtener un medicamento contra un tipo de leucemia que no responde ni a radioterapia ni a quimioterapia.

Al ganar, platicó, el doctor Zingaro, cuando le hablaron del Instituto Nacional contra el Cáncer en Washington resaltó con mucho orgullo que en el proyecto estaban un italiano y una mexicana.

“Entonces fui la ‘doctora Sotelo’, y me dijo ‘quédate’. Pero también en esos dos años yo ya me había dado cuenta que valemos mucho los mexicanos, es la verdad.

“Y nuevamente dije ‘no, yo me regreso, sé que voy a batallar un poquito para conseguir algunos reactivos, algún equipo, pero todos podemos hacerlo’ y desde entonces me quedé aquí y nunca me he arrepentido; he tenido estudiantes maravillosos, actualmente tengo estudiantes maravillosos qué más quiero”, recordó.

Hombro con hombro
Entrevistada en el laboratorio donde trabaja en la alma mater, y acompañada de varios jóvenes haciendo uso de las instalaciones, añadió que los estudiantes representan para ella un tesoro y el futuro.

“Son la esperanza, por toda esa generosidad que da la Universidad y que me permite transmitir conocimiento también, y confío siempre en que ellos me van a rebasar y van a lograr mucho más por este mundo, más estos mexicanos, que lo único que necesitan es que los motives, porque son creativos, son inteligentes, tienen todo.

“Al pasar esa puerta lo primero que veo es la sonrisa de ellos, quienes a veces me abordan con apremio y me dicen ‘doctora venga, vea lo que hicimos, lo que encontramos, no era lo que esperábamos pero le podemos dar esa aplicación, ¿usted qué piensa’. Esas pequeñas gotitas, le digo yo, de conocimiento, de gusto, de motivación, no es de un solo lado, ellos me motivan a mí también.

“Siempre los pienso como mi segunda familia, mi grupo, mi entorno, donde estamos hombro con hombro, ellos y yo trabajando, y se nos va el tiempo y al final son muy solidarios conmigo, nos cuidamos en todos los sentidos, académicamente hablando. Y, después de estar conmigo, lo que tienen que hacer es superarme y siempre voy a estar motivándolos para que -ante todo- se den a la ciencia, pero de una manera honesta, recta, y por el gusto de hacerla”, aseveró.

Sotelo Lerma confiesa que llegar al aula y ver las miradas de los alumnos cuando está explicando, es como una puerta que se empieza a abrir, a la cual entra luz y aire fresco; queda capturada en ellas y sólo piensa en dar lo mejor de sí para enseñarles química, pero también aportarles actitudes que sabe que les van a ayudar en el futuro.

Hacer más visible a la Universidad
“Cuando tuve la noticia de que había ganado este premio pensé: ‘soy feliz”, expresó.

Y justamente se concibe como una mujer feliz, como una persona que ante los malos momentos siempre intenta ser positiva y dar lo mejor de sí misma, no sólo recibirlo.

“Definitivamente esto que he logrado yo no podía haberlo hecho sola; la generosidad, no solamente de nuestra institución, sino de tanta gente, ha hecho que yo siga adelante, ¿por qué no sería feliz?

“Mis fortalezas son siempre ir para adelante pero con esfuerzo, dando lo mejor, estudiando mucho, preparándome y agradeciendo”, expresó.

Para ella, la docencia y la investigación van a la par, están fusionadas en cuanto a su gusto y pasión por cada una de ellas, cree que si se es investigadora también se debe enseñar y motivar a los estudiantes, guiarlos cuando crean que ya no pueden dar más, y para ello es necesario estar siempre actualizada, estudiar mucho, admitió.

“Tenemos un nuevo proyecto que pronto van a saberlo. Siempre hay algo nuevo con todos los materiales que hemos sintetizado, los que tenemos no hay que guardarlos en el cajón, hay que aplicarlos, buscar el uso. Tenemos mucha agua, pero no agua dulce, ese proyecto con nuestros materiales lo vamos a tener, eso es en lo que confío, siempre hay algo más, es un escalón más donde podemos hacer más cosas”, confesó.

Como investigadora opina que las mujeres en la ciencia siempre han tenido todo para sobresalir y si han tenido la oportunidad de estudiar siempre quieren algo más por ellas, por su familia y piensan siempre en su entorno.

“Eso les da estabilidad, les da fuerza, las aterriza, y si tienen la mínima oportunidad la aprovechan, pero para el bien y hay que empoderarlas”, resaltó.

Le da satisfacción que, en su caso, ha aportado con su trabajo a que la Universidad de Sonora sea conocida y reconocida en cualquier lugar del mundo gracias a las publicaciones, por hacer visible la calidad académica que tiene y los estudiantes que está formando, porque ellos también están como autores.

“Tengo que hablar en plural, porque siempre damos lo mejor para que la publicación de los resultados de nuestro trabajo de investigación pueda publicarse en revistas de alto impacto, con el interés y la certeza de que lo que estamos presentando es para contribuir con un granito de arena. De esta forma, mucha gente interesada en la ciencia va a conocer a la Universidad”, abundó.

La razón de su sonrisa

Junto a Mérida también hay un acompañamiento. Un punto que considera muy importante es poner en la balanza la parte personal y la de trabajo, pues si no hay una armonía, un equilibrio entre las dos, no da lo mejor de sí.

Destaca que comparte sus logros con su familia, conformada por su pareja, quien la animó a postularse para el premio y la ayudó en todo el proceso, siempre preocupada de que sobresalga.

“Tengo a mi lado una mujer maravillosa a la que amo y admiro. Bertha de la Maza es una persona fuerte, valiente y muy apegada a sus ideales que es luchar por los grupos vulnerables desde siempre. Es fuente de inspiración para que yo busque también con mis proyectos llegar a beneficiar a quien más lo necesita, el pueblo, cuidando nuestro entorno. Es luchadora incansable de la comunidad LGBT, promoviendo el arte y la cultura, así como sus derechos”, añadió.

También están junto a ella sus hijos Jesús Héctor Castillo Sotelo y Sofía Gante de la Maza, quienes son universitarios en este momento.

“Siempre están echándome porras, mi hijo es políglota y me dice ‘¿dónde te puedo ayudar?’ ‘Vamos, tiene que llevar un inglés excelente tu artículo’. Entonces puedo decir que tengo el apoyo total a mi trabajo, a mi manera de ser tan loca de repente, a que a veces soy tan despistada, porque mi cabeza siempre anda pensando algo, y ellos siempre están conmigo. De ahí el llegar siempre con una sonrisa a mi trabajo y esperamos que ya pronto podamos hacerlo de manera presencial”, mencionó.

Se reconoce impulsiva y, como ya lo dijo, un poco despistada, y aunque en su carrera ha sido muy exitosa, a la distancia se asume un poco egoísta y señala que le hubiese gustado dar un poco más de tiempo a sus seres queridos; por ello, ahora busca más equilibrio en ese sentido.

Confiesa que dentro del trabajo hay momentos de cansancio y de agobio y que una manera de aligerarlos es caminar dentro del campus; le gusta ir al parque ubicado detrás del edificio principal y le da algunas vueltas o se sienta un rato. También admite que le gusta ir al comedor a saborear un yogurt con frutas.

“Recomiendo eso: desayuna bien, come bien. Sé feliz”, dice sonriente.

Primeros maestros, primeros alumnos
Mérida Sotelo Lerma nació el 9 de marzo de 1959, en Caborca, Sonora. Es hija de Consuelo Lerma Morales, originaria de Tajitos, Sonora, y de Héctor Sotelo Sanora, originario de San Luis Río Colorado. Su madre se dedicó al hogar, pero también vendía distintos productos alimenticios para apoyar en la economía familiar; y su papá, a quien llamaban el ‘Güero Tuza’, fue beisbolista, parte de los Rojos de Caborca, así como boxeador y bohemio.

Dice que, en cuanto ella comenzó a hablar, su madre no la aguantó, pues siempre estaba preguntando el porqué de las cosas y la mandó al kínder. Fue justamente su mamá su primera alumna, porque le gustaba llegar y explicarle lo que había visto en la escuela.

Admite que sus abuelos tuvieron mucho que ver también en su gusto por aprender y enseñar.

“Mi tata José María, cada tarde, a las 4, entre el sauce y la palma nos reunía a los nietos y nos preguntaba qué significaba una palabra y teníamos que explicarla. Luego mi abuela me esperaba para enseñarme los secretos de su jardín y mi mamá, por otro lado, me hablaba de duendes, qué hacían, entonces todo eso despertó la curiosidad.

“El aprendizaje estaba desde ahí, y cuando llegué a la Universidad lo hice tal vez con una maleta muy ligera, con pocas monedas en la mano, pero mucho conocimiento y, gracias al apoyo de mi familia y de la Universidad de Sonora, he logrado, estoy logrando, y seguiré trabajando en el maravilloso universo de los materiales, al lado de todos estos estudiantes, de toda esa gente que me ayuda”, comentó.

En Caborca estudió desde el kínder hasta la secundaria, todo alrededor de su casa. En la preparatoria tuvo que trabajar para juntar dinero para lograr su anhelo de estudiar; sin embargo no era suficiente. Su hermana ya estaba en Hermosillo estudiando y la situación era complicada económicamente.

Iba a cumplir los 18 años cuando llegó a la Universidad, llena de ilusiones. Hubo días en que ella y su hermana no tuvieron nada en su estómago, pero estaban cada vez más ricas en conocimiento y continuaron estudiando con mucho gusto. Una vez que pudo ser asistente de investigación accedió a una beca que le ayudó a salir adelante.

“Mi abuelo siempre vio algo en mí y siempre buscaba cómo apoyarme y estimularme para que sobresaliera. Lo que no sabía él es que yo no necesitaba esos estímulos, porque ya habían inculcado en mí ese gusto por saber, esa curiosidad que hasta la fecha es lo que me mueve.

“El hermano de mi abuelo, Adalberto Sotelo, fue el autor del himno universitario y primer profesor de Física de la Universidad de Sonora, en la escuela secundaria; me cuentan que siempre andaba con un libro bajo el brazo.

“Los Sotelo somos autodidactas por naturaleza, tenemos el gusto por aprender o quizás eso ya lo traes, no lo sé. Los hermanos de mi padre eran profesores, mi tío Federico Sotelo incluso fue rector, y yo siempre estaba cerca de ellos y de veras me lo pegaron o yo también tenía la vocación, lo que sí puedo decir es lo que me gusta ser profesora.

“Esto es mi pasión y la Universidad me dice ‘adelante’, tiene esa confianza en mí, y una vez que ya podamos viajar podré volver a ir a esas instituciones donde terminábamos de hacer más fuertes los proyectos para lograr resultados”, resaltó.

El gusto por la química
Cuenta que, cuando empezó a cursar la secundaria, el profesor Estrella le enseñó lo que era la química y le abrió ese campo, sólo que él le mostraba los materiales y le decía ‘si los mezclas a lo mejor no consigues nada’, pero que si ponía las condiciones adecuadas tendría uno nuevo.

Quedándose ese conocimiento con ella siguió en la preparatoria y le empezaron a interesar otras áreas de la ciencia; sin embargo, no pudo sustraerse al gusto de la química.

“Puedes tener la inteligencia, la motivación, todo, pero si no tienes el apoyo de alguien es muy difícil cuando estás tan joven y, en este caso, mi madre dijo: ‘te vas y haces lo que tú desees, así te tenga que dar toda la vida’.

“Y vendió comida e hizo miles de sabrosas coyotitas para poder mantenernos a mis hermanas y a mí en Hermosillo y que pudiéramos solamente estudiar a tope. Fue una mujer amorosa y una guerrera.

“Y así es como pude estar en la Universidad de Sonora y era tan enorme mi gusto que la recorría a pie y me di cuenta que existía un centro de investigación que era el Cictus en aquella época, ahora Dictus, y yo quería estar ahí desde el primer día. Recuerdo que llegué con mucho cuidado, apenas queriéndome asomar, y me aceptaron. Alguien ahí me dijo: ‘ah, con que quieres ser investigadora, empieza lavando pipetas’. Y yo encantada, tiene su arte lavar las pipetas y me sentía realizada”.

Sin embargo, lo duro de la carrera la hizo desistir un tiempo de estar en un laboratorio de investigación, hasta que llegó el doctor Takeshi Ogawa Murata con otros investigadores a formar el Departamento de Polímeros y Materiales; él fue quien, más adelante, le dio la oportunidad de dar clases y ser su asistente de investigación.

“Ahí empieza realmente mi carrera, lo que sería hasta hoy y lo que quiero seguir siendo, una investigadora de corazón y de mente, para siempre”, reiteró.

Ciencia para mejorar calidad de vida
Al hablar de su trabajo se le nota el entusiasmo y platica que cuando estuvo en la Universidad de Tokio le tuvieron la confianza para que desarrollara un proyecto de materiales para venas artificiales. De vuelta en la Universidad, dice que el doctor Ogawa le enseñó a hacer polímeros con propiedades ópticas no lineales de tercer orden. Le siguieron el desarrollo de materiales en forma de película delgada, con aplicaciones en optoelectrónica o en dispositivos fotovoltaicos.

Pero siempre ha trabajado con la filosofía de lo relevantes que son las colaboraciones con otras instituciones y de la importancia de obtener materiales con los que puedan hacerse dispositivos accesibles para todos y de cierta forma mejorar su calidad de vida.

“También estamos trabajando con la Universidad de Texas, en Dallas, y tenemos estudiantes en colaboración para hacer materiales en 2D, con otras propiedades que, esperamos, nos lleven a desarrollar proyectos aplicables, no potenciales sino prácticos. Hay tanta gente y tantos lugares donde estamos colaborando, y esperamos lograr pronto desarrollar dispositivos que permitan a más familias la obtención de agua dulce. Podrán parecer ilusiones, pero no, son realidades que podemos lograr”, reveló.

Para finalizar la entrevista reiteró: “Gracias por el premio, me ha hecho muy feliz, porque quiere decir que lo que me gusta lo estoy haciendo bien. Y gracias por la confianza y generosidad Universidad de Sonora”.

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Perfil de Mérida Sotelo Lerma
Profesora-Investigadora con Maestría y Doctorado en Ciencias por la UNAM. Posdoctorado en el Departamento de Química de la Texas A&M University en College Station y Curso de entrenamiento en Química de Polímeros, en la Universidad de Tokio, Japón. Certificada dentro del International Program in Innovation and Sustentability in Sonora, por Harvard T.H. Chan. Harvard School of Public Health. Center for Climate, Health, and the Global Environment.

Líneas de investigación
Entre sus líneas de investigación están el estudio de películas de compuestos semiconductores preparadas por Depósito en Baño Químico, fabricación de celdas solares policristalinas de película delgada por el método de depósito por baño químico, síntesis de nanopartículas de materiales semiconductores por solución química, actualizado al 13 de septiembre de 2021 1 de 36 depósito por baño químico.

Así como síntesis de nanopartículas de materiales semiconductores por solución química para su aplicación en celdas solares híbridas (orgánicas-inorgánicas), síntesis, caracterización y estudio de propiedades de perovskitas orgánica inorgánicas y celdas solares basadas en perovskita y síntesis de zeolitas y estudio de zeolitas naturales para su aplicación en purificación de agua y almacenamiento de energía.

Formación académica
Es Química Bióloga, con especialidad Clínicos, por la Universidad de Sonora; cursó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la Maestría en Ciencias- física de materiales, y en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), División de Física Aplicada, Centro de Ciencias de la Materia Condensada, Instituto de Física de la UNAM, el Doctorado en Ciencias (física de materiales).

En la Universidad de Tokio, Japón, tomó un curso de entrenamiento en Química de Polímeros, de mayo 1983 a septiembre de 1984 y, posteriormente, en la Texas A&M University en College Station, Departamento de Química, en Estados Unidos, donde estudió el Postdoctorado en Ciencias (física de materiales), por invitación y con beca de Conacyt.
Asimismo, estuvo en Harvard T.H. Chan. Harvard School of Public Health. Center for Climate, Health, and the Global Environment, en Estados Unidos en el International Program in Innovation and Sustentability in Sonora, en 2018.

Docencia
Desde 1983 hasta la fecha: Cursos de Química General, Química Inorgánica y Química Orgánica a nivel licenciatura y doctorado. Desde enero de 2002: Seminarios de Investigación, Investigación I y II, Temas Selectos de Química Orgánica y Estado Sólido Nivel Maestría y Doctorado, en el posgrado de Ciencias de Materiales del Departamento de Investigación en Polímeros y Materiales de la Universidad de Sonora.