Mario Enrique Álvarez Ramos

 

//Aleyda Gutiérrez Guerrero//

Mario Enrique Álvarez Ramos admite no ser un apasionado de la física e incluso haber elegido esta carrera por eliminación, más que por vocación; sin embargo, sus logros y su contribución académica en esta disciplina demuestran que el trabajo constante, la responsabilidad y el amor por la institución pueden hacer emerger un cúmulo de conocimientos que quedarán como aporte para las futuras generaciones.

Como parte del legado del profesor investigador del Departamento de Física de la Universidad de Sonora, con 39 años de trayectoria académica, está la creación del Posgrado en Nanotecnología, que ofrece maestría y doctorado en los campus Hermosillo y Navojoa.

Sus líneas de investigación se han enfocado en la caracterización de propiedades ópticas de nuevos materiales con aplicaciones en nuevas tecnologías de iluminación, medios activos láser, mejora en la eficiencia de celdas solares y desarrollo de nuevos métodos para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades emergentes a nivel nacional, particularmente el cáncer.

Por estas y otras contribuciones, en el 2022 fue elegido para recibir el máximo galardón que la institución otorga a sus docentes: el Premio Universidad de Sonora a la Trayectoria y Mérito Académico.

Trabajo serio y sin simulaciones

Mario Enrique Álvarez nació en Hermosillo, pero su familia es de Navojoa, se mudaron a la capital del estado antes de que él llegara al mundo. Dice que la mayor parte de su vida la ha vivido en un círculo de al menos un kilómetro alrededor de la Universidad de Sonora, pues de niño vivió a unas calles de distancia, en Garmendia, entre Doctor Noriega y Colosio. Quizás esta cercanía lo trajo finalmente aquí, a su Universidad.

Previo a sus estudios profesionales en la máxima casa de estudios del estado, cursó la primaria en la escuela Alberto Gutiérrez, la secundaria en la escuela Sosa Chávez, ahora la “24”, y la preparatoria en el Colegio de Bachilleres (Cobach).

Su intención, reitera, no era estudiar física, pero al analizar las carreras disponibles en la ciudad, la eligió, después de haber probado un semestre en la Licenciatura en Químico Biólogo.

Se podría pensar que es curioso que diga que no le gusta la física después de una larga trayectoria y de todos sus logros.

“Uno hace a veces lo que tiene a la mano, pero si uno se compromete a hacer algo, hay que hacerlo bien, creo que eso me ha distinguido. Sin ser un apasionado de la física, creo que he logrado trascender dentro de esta disciplina”, revela.

En la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), realizó la Maestría y Doctorado en Ciencias, con especialidad en Espectroscopía Óptica, así como una estancia posdoctoral en el Instituto de Cristales Líquidos de la Universidad de Kent State, en Ohio, Estados Unidos.

Y precisamente en la UAM-I tuvo la oportunidad de trabajar en un laboratorio experimental, dirigido por Julio Rubio Oca, que en ese momento (1986), en el país, era uno de los más productivos académicamente, y por lo que reflejan sus palabras, fue una persona que aportó a los valores con los que posteriormente realizó su trabajo.

“Al doctor Rubio Oca se le reconoce como uno de los formadores importantes de la rama de la espectroscopía óptica en el país. Él fue mi director de tesis de maestría y de doctorado, con él aprendí que no era necesario tener equipos costosos, de último modelo y que lo importante es ser productivo, tener las ideas y la capacidad para realizarlas y así producir conocimiento científico de alta calidad.

“La experiencia de haber podido trabajar bajo su dirección, en un laboratorio muy competitivo, me sirvió a mí para abrir una visión de lo que se podía hacer o intentar hacer en la Universidad de Sonora, y con esa visión regreso en 1997”, indica.

Álvarez Ramos señala que poco antes de volver a esta casa de estudios, en 1995 logró su ingreso en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en la categoría de Candidato, convirtiéndose en el primer docente del Departamento de Física que logró esta distinción y el segundo en obtener el grado de doctor.

Desde entonces y hasta la fecha, dice, ha permanecido en el SNI, y actualmente cuenta con el nivel III, en un segundo periodo.

“No fue fácil empezar el trabajo académico después de obtener el doctorado, en particular no para mí, pero si ya había ingresado al Sistema Nacional de Investigadores iba a trabajar para no perder eso.

“La visión que yo tuve en el laboratorio del doctor Rubio me sirvió para poder trabajar y tener los logros que he tenido, él fue un ejemplo de cómo hacer el trabajo académico de forma seria y de calidad, con él estaba prohibido tratar de buscar atajos o hacer simulaciones académicas, eso es muy dañino para todas las universidades”, resalta.

Agradecido con la Unison

Destaca que recibir el Premio Universidad de Sonora a la Trayectoria y al Mérito Académico es para él un gran orgullo y considera esta distinción un reconocimiento al esfuerzo y a la dedicación de muchos años.

“Creo que sin buscarlo, el propio trabajo y el compromiso que he tenido me han llevado hasta ahí. Una vez que terminé de estudiar me dije: si toca trabajar hay que hacerlo bien; y en ese sentido, nunca me propuse ni ser nivel III del Sistema Nacional de Investigadores ni obtener este premio de la Universidad, simplemente me llevó el trabajo constante y llega un momento en que uno voltea atrás y se da cuenta que ha logrado varias cosas.

“Y estoy agradecido con la institución por darme este reconocimiento que es el máximo galardón que le puede otorgar a un académico”, señala.

Cuesta arriba

Durante su trayectoria académica, siempre se ha preocupado porque la investigación en la Universidad se hiciera desde el nivel de licenciatura, porque la considera una parte importante dentro de la formación de los estudiantes en el Departamento de Física y buscó la manera de lograrlo.

Otra preocupación constante para él fue dar uniformidad, tal como se hace con las materias teóricas, y tener manuales de laboratorio para que los cursos en estos espacios se impartieran de forma similar.

Pese a los obstáculos que ha tenido dice que ha logrado sus objetivos e incluso pudo acceder a financiamientos externos para desarrollar al menos nueve proyectos.

“Me ha costado trabajo poder formar una infraestructura, pero finalmente lo he logrado, no es fácil llegar y establecer un laboratorio; en mi caso, cuando yo me doctoré tuve que empezar desde cero, hay otras personas que cuando se doctoran se incorporan en un grupo ya productivo y es más fácil, pero mi trayectoria siempre ha sido cuesta arriba”, indica.

En la entrevista realizada en el Laboratorio de Espectroscopía Óptica, su espacio de trabajo, el académico resalta que éste cuenta con técnicas de espectroscopía complementarias a las existentes en otros departamentos, las cuales son técnicas experimentales de alta resolución de luminiscencia temporal y espectral.

“Contamos con infraestructura para estudiar distintos fenómenos, entre ellos, maniquíes de tejido equivalente para estudiar nuevos métodos de detección de cáncer o de suministración de medicamentos; así como mejoramiento en la eficiencia de celdas solares, utilizando materiales que tienen propiedades luminiscentes o altamente luminiscentes”, comparte.

Para explicar un poco más el trabajo que realiza en este espacio, define la espectroscopía como el estudio de los procesos de emisión de luz, producto de una iluminación previa con luz ultravioleta o luz infrarroja y como consecuencia se tiene una emisión de luz con distintas aplicaciones.

Posgrado consolidado

Siempre inquieto y buscando de qué manera contribuir para realizar investigación, se dio a la tarea de promover un nuevo posgrado en la institución, y pensó en cuál sería una buena opción y qué era lo que avanzaba en la ciencia y que no estaba en la Universidad.

Dice que en la primera decena del siglo empezó la parte fuerte en México de la Nanotecnología, y fue de ahí que tomó la iniciativa, se estableció un convenio con el Centro de Investigación en Materiales Avanzados (Cimav) y elaboró la propuesta para ofrecer la maestría y doctorado en Nanotecnología.

Platica orgulloso que ambos posgrados se encuentran dentro del Padrón Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC), y resalta que el año 2016 los dos se integraron a la categoría de consolidado y ahí han permanecido desde entonces.

“Es el primer posgrado en la Universidad que ha transitado de Nueva Creación a Consolidado en el menor tiempo posible, hay otros que han tardado hasta 20 años, los han sacado del PNPC o los han dejado fuera unos años, pero nosotros siempre hemos tenido una buena trayectoria y buenos resultados”, enfatiza.

Mario Enrique Álvarez indica que otra cosa que promovió al aprobarse el posgrado fue admitir en el núcleo básico a académicos productivos, que sus artículos o investigaciones estuvieran dentro de la Nanotecnología, independientemente de su departamento de adscripción; esto, revela, lo convirtió en el primer posgrado multidisciplinar y eso ha sido parte del éxito del programa, que se conformó con intereses no particulares sino más institucionales.

“Hemos desarrollado de tal forma los buenos números de la maestría lo que nos permitió pensar en abrir una sede en la Unidad Regional Sur. En 2008 lo plantee a las autoridades universitarias y afortunadamente tuvieron la visión y la aceptaron, y por eso es que Navojoa tiene una Maestría en Nanotecnología y es la única maestría fuera de la Unidad Regional Centro que está en el grado Consolidado en el PNPC”, resalta.

Participar en la creación de oferta educativa pertinente es otro de los aciertos del académico galardonado, pues cuando se conformó el Posgrado en Nanotecnología en la Unison fue el séptimo en el país, pues era realmente un área novedosa.

Otros logros que hay que destacar de Álvarez Ramos es su producción científica, la cual se refleja en 104 artículos publicados en revistas indizadas, es autor de cuatro capítulos de libros y de dos libros, además de contar con 1,056 citas registradas y encabezar once proyectos de investigación.

En la formación de recursos humanos ha dirigido 14 tesis de licenciatura, 16 de maestría, 14 de doctorado, así como ocho estancias posdoctorales. También ha participado en la revisión curricular de los planes de estudio de las licenciaturas de Física y Químico Biólogo.

Actualmente, el coordinador del Posgrado en Nanotecnología se desempeña además como evaluador de Conacyt para estancias posdoctorales y proyectos de investigación, es árbitro de varias revistas científicas indexadas, cuenta con perfil deseable Promep, ha recibido por parte de la Universidad de Sonora, en las ediciones 2018-2019 y 2020-2021 el Premio Anual Investigador Distinguido y la Universidad Autónoma Metropolitana le confirió la medalla al mérito académico.

Noble institución

Admite que en la Universidad ha tenido momentos malos y buenos, pero cree que es tan noble la institución que a pesar de las dificultades, se pueden finalmente buscar y encontrar los caminos para salir adelante. Indica que en su caso hubiera sido muy fácil, ante las complicaciones, dedicarse solamente a dar su clase y ya, pero no fue así, logró realizar proyectos, conformar espacios y oferta educativa.

“En la Universidad he tenido amigos entrañables, muy buenos estudiantes y compañeros de trabajo. Estoy agradecido porque me ha dado la oportunidad de poder desarrollarme como académico, creo que las cosas buenas a veces nos son tan fáciles, pero lo importante es que existan alternativas para poder salir adelante, eso para mí es un reconocimiento a la Unison, que es tan noble que uno puede desarrollarse en función de hasta donde uno pueda o quiera llegar”, señala.

El próximo mes de febrero Mario Enrique cumple 40 años en la alma mater sonorense, y admite que ya debe pensar en el relevo generacional. Su preocupación, reconoce, es que la infraestructura experimental que ha conformado quede en manos de investigadores que puedan continuar con el trabajo y sacarle todo el provecho posible.

“Hay ocasiones en que los académicos se retiran, en el sentido más amplio de la palabra, y hasta ahí llegó, no hay un legado que alguien lo pueda continuar; pero si es alguien productivo en ocasiones es difícil encontrar un buen equipo de trabajo que lo continúe, yo tengo un buen equipo de trabajo y espero que se haga cargo y sigan adelante cuando yo me retire, que no será pronto”, declara.

Su motor para salir adelante

Entre sus grandes aficiones menciona, básicamente, la convivencia familiar. “Es la parte a la que yo me he dedicado fuera de mi trabajo; obviamente las amistades, sobre todo las que perduran por muchos años, esas hay que seguirlas cultivando así como los lazos familiares, eso es lo que a mí me lleva y me motiva.

“Todos los esfuerzos que yo he realizado se los debo en general a mi familia, hermanos, madre, pero especialmente a mi esposa María Dolores Bojórquez Reyes, egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas y ahora jubilada del Cobach, y a mi hijo, el cirujano oncólogo Mario Enrique Álvarez Bojórquez, quienes han sido siempre mis motores en la vida”, reconoce.

También destaca su amor por los perros, la convivencia con ellos, y menciona que en su casa todo el tiempo han tenido un can como mascota.

Álvarez Ramos antes de finalizar la charla resalta nuevamente que aunque no le gustara la física le buscó el sabor e hizo lo mejor que pudo en su trabajo, además de intentar siempre, tal y como su mentor del posgrado le enseñó, hacer las cosas derechas, sin simulación y de la forma correcta, aunque haya gente que no piense igual.

“Ya estando dentro uno le agarra amor al trabajo, obviamente si no me gustara del todo no lo hubiera hecho, pero una vez que uno decide algo se compromete y le encuentra el sabor, porque dentro de la física hay cosas muy bonitas.

“En lo particular me gusta estudiar cosas que no han sido reportadas, cosas novedosas y eso lo he encontrado en estos últimos años, he tenido aportaciones en campos donde son los primeros trabajos que se publican en esa dirección y eso es lo que me apasiona, porque son trabajos distintos, no es un trabajo similar a otros que ya se han publicado, son pioneros en una línea y es una gran satisfacción encontrar problemas nuevos y diseñar, sobre todo, técnicas espectroscópicas nuevas que permitan ampliar el conocimiento donde no se han considerado”, apunta.