Fernando Iribe Mendoza

 

Cuatro décadas y contando…

“Puedo decir que el tiempo que he estado en la Universidad ha pasado sin sentirlo”, reconoce Fernando Iribe Mendoza. Pero su historia en la máxima casa de estudios del estado supera los 40 años, es uno de los fundadores del campus Caborca, el cual ha tenido la oportunidad de ver crecer desde la selección de su primera generación, incluso desde la colocación de su primera piedra.

Para este trabajador administrativo de confianza, quien recientemente recibió reconocimiento por sus cuatro décadas de servicio, la Universidad de Sonora es una institución que da las herramientas y conocimientos necesarios a sus alumnos, preparándolos para su superación, y se muestra orgulloso de poder aportar, a través de su trabajo, en esta formación.

Actualmente, labora en el campus Caborca de la Unidad Regional Norte (URN), como coordinador de Servicios Escolares.

“Cuando se me ofreció la oportunidad de trabajar, apenas se iniciaban los preparativos de lo que sería la primera generación de estudiantes universitarios de este municipio. Inicié ordenando los expedientes de los aspirantes en el despacho jurídico del licenciado José Guadalupe Ruvalcaba; posteriormente, se acondicionó un local por la calzada 6 de Abril, donde se instalaron las oficinas y lo que habrían de ser las primeras aulas.

“Se puede decir que antes de que colocaran la primera piedra de los edificios universitarios en esta ciudad, yo ya me encontraba laborando en la institución. El entonces rector Alfonso Castellanos Idiáquez fue quien inauguró el inicio de la construcción que conformaría tan importante obra”, contó.

Iribe Mendoza dijo además que aunque los primeros exámenes de admisión y clases se realizaron en aulas prestadas por el Ayuntamiento de Caborca, hoy en día se cuenta con instalaciones propias y funcionales, con equipamiento a la altura. “La tecnología ha cambiado notablemente y la planta de maestros y administrativos también ha aumentado”, reconoció.

Por lo anterior, ve a la institución como una necesidad para la región, y se muestra satisfecho de formar parte de ella; en lo personal, declara que le gustaría que se ofrecieran más carreras o programas de acuerdo a la región, sin dejar las de interés general.

Ser un buen trabajador es ponerse la camiseta

Para llegar a donde está como trabajador de la Universidad, Fernando Iribe cursó la primaria, secundaria, y después estudió en una academia de comercio, porque las ofertas de trabajo para egresados de esa institución eran aceptables en aquel tiempo.

Considera que alcanzar sus logros académicos no le fue precisamente difícil y que a quien se los debe es a sus padres, que le apoyaron para poder estudiar su profesión, que más adelante le sirvió para desarrollar sus actividades laborales en el Ayuntamiento de Caborca, y posteriormente en la alma mater.

Platica que su ingreso fue fortuito, ya que fue llamado para colaborar en los archivos de aspirantes y posteriormente en la inscripción de alumnos, entre otras funciones, aproximadamente en octubre de 1978.

“Como empleado fundador, podría decir que siempre he estado en Servicios Escolares. Al principio, como el personal de oficina era reducido —dos personas—, mis labores consistían en recepción de documentos, a veces pagaba nómina de los trabajadores y maestros, y colaborando en donde se me necesitaba. En aquel entonces se reinscribía a los alumnos manualmente, hasta que se fue modernizando el sistema de inscripción y reinscripción”.

Respecto a su principal aporte en el trabajo, considera que es la atención a la comunidad universitaria, poder orientarles en sus dudas cuando le es posible y siempre estar dispuesto a apoyar a quien lo necesita.

“Ser un buen trabajador de cualquier empresa significa ponerse la camiseta y tratar de cumplir con los objetivos de ésta, siempre dando lo mejor de uno mismo. Si no le gustan a uno las labores que se le asignan, simplemente no será productivo”, expresó.

Al preguntarle qué es lo que más le gusta de lo que hace, su respuesta es inmediata: Me gusta ver a aquellos alumnos que recibimos en el primer semestre cuando están en su ceremonia de graduación”.

Remembranzas

En su recuento de momentos universitarios platica que en los festejos de aniversario del campus se elegía una reina entre la comunidad estudiantil y se hacía una manifestación donde las candidatas desfilaban y en el baile de aniversario se daba a conocer a la ganadora.  “Estos eventos eran muy divertidos, y la participación de los alumnos y maestros mostraban un ambiente muy amigable”.

También recuerda que han tenido equipos de softball de maestros y trabajadores, además de equipos de alumnas —algunas de ellas muy buenas para lanzar la bola—, y se realizaban partidos dentro del campus, los cuales eran muy entretenidos y se disfrutaban bastante.

Como anécdota, comparte que al inicio de sus labores en la alma mater, como era muy reducida la planta de maestros y se tenía confianza con ellos, a algunos se les llamaba por teléfono cuando se les hacía tarde para sus clases y ellos lo aceptaban de buen modo.

Relacionado con el ambiente universitario, dice que ha conocido un sinnúmero de personas que en su mayoría siempre fueron amables con él y a quienes les está muy agradecido.

“En lo correspondiente a mi trabajo, me enseñaron y orientaron en el manejo de los diversos programas y equipos. Siempre tuve apoyo de mis superiores, realizando con gusto las tareas propias de mi departamento, el cual considero que es una parte muy importante dentro de la Universidad.

“Siempre me ha gustado mi trabajo y he tratado de mejorarlo asistiendo a cursos de capacitación, y estos últimos años hemos aplicado la Norma ISO (International Standarization Organization) en el proceso de nuevo ingreso, obteniendo buenos resultados”, destacó.

Agradece por cada día

Fernando Iribe nació en Altar, Sonora, el 9 de diciembre de 1946, y se convirtió así en el segundo de once hijos que procrearon Pascual Iribe y Ana Mendoza, él empleado, ella ama de casa.

Señala que, aunque tuvo una infancia normal para su época y con los momentos agradables que se viven en una comunidad, le gusta más vivir el presente, que comparte con sus dos hijos y cinco nietos, así como el pensar en el futuro.

La familia es importante para él, implica apoyar a los hijos, darles una orientación y muchas recomendaciones. No considera que haya tenido que hacer sacrificios por sus seres queridos, porque proporcionar lo necesario para ellos lo considera más bien parte de la responsabilidad que tiene como padre, mientras que la mayor satisfacción que recibe es verlos crecer al igual que a sus nietos.

En lo privado, nuestro entrevistado admite que su principal prioridad es cumplir con sus labores. Cuando se levanta, dice que lo primero que hace es dar gracias por tener la oportunidad de iniciar otro día más de vida.

Fuera de la Universidad dedica su tiempo a convivir con la familia y visitar amistades. Señala que aunque le gusta viajar, no lo hace muy seguido. Hablando de momentos especiales, no refiere uno en particular porque para él todos los momentos tienen algo de ello.

Así como ha recibido consejos y apoyo de personas cercanas, indica que espera que también algunos suyos hayan influido en la vida de alguien.

Para él, la felicidad es vivir tranquilo, sin preocupaciones, saber sortear los problemas y, sobre todo, estar bien de salud. Al preguntarle cómo le gustaría que lo recuerden, de manera prudente y sincera atina a responder: “Simplemente deseo que me recuerden”.

Texto: Aleyda Gutiérrez Guerrero

Fotos: Cruz Teros, Ezequiel Silva y Aleyda Gutiérrez