Cuando volar alto no es lo más importante

He podido imaginar todas las cosas que me rodean: Gemma Guadalupe Sánchez Celaya

 Cuando volar alto no es lo más importante

Por: Armando Zamora, con la colaboración de Alejandra Álvarez Romero

“Calesero, vamos despacito, que el paisaje quiero contemplar…” se escuchó en la voz potente de  Gemma Guadalupe Sánchez Celaya el ritmo habanero que Ilución Hernández le impuso a su piano festivo. Con esas palabras de la melodía criolla La Volanta, del cubano Eduardo Sánchez de Fuentes, la cantante abrió el recital, que incluyó el aria Lascia ch’io pianga, de Georg Friedrich Händel, así como piezas de Las bodas de Fígaro, de Mozart.

La tarde del pasado 5 de marzo, en el marco del Festival de Primavera 2019: Construyendo una sociedad más igualitaria e incluyente, el teatro Emiliana de Zubeldía fue testigo del nacimiento de una digna representante del bel canto: acompañada por el Coro de la Universidad de Sonora, la alumna del octavo semestre de la Licenciatura en Música, opción Canto, compartió con los asistentes el talento de su firme voz de soprano.

Aunque sus ojos no le permitieron apreciar los rostros emocionados del público, la calidez del aplauso recibido fue el mejor reconocimiento al esfuerzo y dedicación, y la joven se sintió arropada por el cariño de quien sabe reconocer no sólo el talento del artista, sino también su esfuerzo. En el Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, uno de los personajes de la novela, la chica de las gafas oscuras, señala: “Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre: esa cosa es lo que somos”.

“Es algo que nunca olvidaré”, dijo después del concierto la universitaria, que hoy nos comparte parte de su vida, sus sueños, su visión y su máximo deseo.

Sentada en la banca que da la bienvenida a la comunidad de la Licenciatura en Música, en la entrada del Edificio 3-N de la Universidad de Sonora, Gemma Guadalupe espera el inicio de clases bajo los rayos del Sol, que a las ocho de la mañana ya rondan los 18°. Se espera un día templado. Es 20 de marzo y oficialmente hoy, en unas cuantas horas más, iniciará la primavera, cuyo significado etimológico es primer verdor.

Sola, atenta a los ruidos de la mañana, la hermosillense nacida el 4 de julio de 1996 parece un retrato de Rembrandt esperando las últimas pinceladas mientras se escucha el susurro de un piano que atraviesa las paredes de ladrillos y llega con su frescura hasta donde ella enhebra entre sus dedos aquella sustancia mística que Emiliana definió como ‘el alma de las cosas’.

Gemma tiene 22 años, y al momento de la entrevista suma 8,295 días sin ver, pues es ciega de nacimiento. “Nací con discapacidad visual: no veo absolutamente nada. Ni veo ni siento luces ni nada”, dice con naturalidad.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la ceguera es la segunda causa de discapacidad en el país, después de problemas motrices: cerca de dos millones de personas la padecen. Esta es una condición negativa que tiene un gran impacto en lo personal, familiar y productivo del invidente. En México, el no ver margina a las personas, y todavía peor que no ver, es no ser vistas por la sociedad, porque con frecuencia ello condena a los ciegos a vivir en un plano que no existe en las políticas públicas.

“La ceguera es una cuestión privada entre la persona y los ojos con que nació”, reclama el personaje de Saramago. Y fuera de eso, un ciego es tan capaz como cualquier persona vidente. Esa capacidad es la que mantiene a estudiante de Canto en su lucha por la vida cada día, como todos. Y eso, es esa cosa sin nombre que la hace destacar.

“Conocí el mundo de la música desde que era una bebé porque mis padres me ponían muchas melodías, y me gustaba. Me ponían piezas instrumentales, por ejemplo a los pianistas Raúl Di Blasio y Richard Clayderman. Según mis padres, me gustaba más Clayderman, porque si me ponían a Di Blasio me soltaba a llorar. A llorar, a llorar y a llorar —repite—. En cambio, con Richard me quedaba tranquilita.

“Yo empecé a cantar antes de hablar. Desde los dos años, más o menos. Y esto fue porque yo tenía un problema que se llama ecolalia, que es una perturbación del lenguaje que consiste en repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de oír o pronunciar la persona que padece este mal. Y por eso mismo no podía conversar mucho con mis padres. Me llevaron a terapia y poco a poco fui superando ese problema”, alude.

Sé que mis padres sufrieron mucho por mi condición

¿Cómo imaginar lo que no se percibe? ¿Cómo darle forma a lo que está oculto en la oscuridad? En Siempre es de noche, Alejandro Sanz aventura una hipótesis vuelta canción: “Cuéntame cómo va cayendo el sol, mientras hablas pensaré: que guapa estás, qué suerte ser la mitad del cuento de un atardecer que observo al escucharte, porque mis ojos son tu voz…”

Forma parte de una familia conformada por su padre, Isauro Sánchez Moreno; su madre, Martina Delia Celaya, y su hermano, Juan Pablo, de 19 años, quien estudia el segundo semestre de la Licenciatura en Psicología en la alma mater. “En mi familia soy la única a la que le gusta el arte y que lo practica”, menciona Gemma Guadalupe.

Sabe que sus padres sufrieron mucho por su discapacidad. “Creo que todos los padres con un hijo en esa condición harían todo para que lleve una vida sin problemas. Y claro que ellos sufrieron, porque como yo no tenía conciencia de mi padecimiento, pues para mí el no ver era algo normal, pero no para ellos. Así que desde que nací me empezaron a tratar como una reina, procurando que no me pasara nada, que no me hiciera daño, que nunca me faltara nada. Ellos no se daban cuenta que yo era una niña normal, como cualquier otra, con la única diferencia de que no veía”.

¿Cómo sabe la forma y el color de las cosas?: en un principio, a través de sus padres; después, las voces que han sido sus ojos se han ido sumando en su vida. “Cuando yo les he preguntado a mis padres qué es y cómo es algo, y ya que me lo explican, me lo imagino. El tacto ayuda, pero cuando no puedo tocar algo, por la razón que sea, entonces me dicen que es de tal forma, de tal color, de tal tamaño, y enseguida creo una referencia en mi mente. Así las imagino. Y creo que todas las cosas las he podido imaginar.

“Me gusta pasar mi tiempo libre con mi familia: me gusta ver películas y series en televisión con ellos. Y le doy gracias a dios que mis padres siempre me han apoyado y me siguen apoyando. Me dicen: Vamos a estar contigo para todo lo que hagas, para todo lo que te propongas. Tengo la fortuna de tener unos padres tan lindos y siempre agradezco que me apoyen”.

Y si Alejandro Sanz en la canción dice “Qué no daría yo por contemplarte aunque fuera un solo instante”, Gemma sostiene que si tuviera la oportunidad de pedirle un deseo a una fuerza todopoderosa, ese deseo no sería tener el sentido de la vista ni riquezas económicas ni la acumulación de bienes, sino el estar siempre con su familia, sanos y juntos durante mucho tiempo. “Si se puede, más de 100 años juntos. Ese sería mi deseo”, recalca.

“Creo que por influencia de mis padres tengo el gusto por la música oldie. Me gustan las baladas en inglés de los 70 hasta el 90. Creo que, en general, esa es mucho mejor música que la que escuchamos hoy. Los Beatles, Queen, Las Águilas, Kansas, Chicago, Elton John, Fredy Mercury, Gloria Gaynor son grupos y cantantes que yo empecé a escuchar con mis padres. ¡Qué gran música! Lástima que hoy ya no sea ni la sombra de esas. Pongo aparte a Il Divo y también a Il Volo.

“En mi opinión, la música actual en general no aporta nada. Pongo de ejemplo a Maluma, a quien hasta los niños escuchan, y lo cual me parece una verdadera tristeza. Y reitero: es mi opinión personal, y respeto la opinión de los demás, claro”, acentúa.

La ceguera no ha sido un obstáculo

 Si uno la mira fijo, no se explica el por qué los ojos de Gemma no recogen el ir y venir de las personas que se acercan a sus oficinas y a las aulas para dar inicio a la jornada del miércoles. Es inevitable no recordar aquel madrigal de Gutierre de Cetina, aprendido en la infancia escolar: “Ojos claros, serenos: si un dulce mirar sois alabados, ¿por qué si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira. No me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos: ya que así me miráis, miradme al menos”.

No hay nada en la conducta de la universitaria sentada en la banca que evidencie su ceguera: Sus palabras transmiten cortesía, y su mensaje es positivo. No hay ni un atisbo de pesadumbre en lo que expresa cuando se refiere a su condición. Sólo un bastón blanco y rojo, como amargo caramelo silencioso, recargado en el extremo de la banca, emite tímidas señales de que quien lo porta es alguien invidente.

“Estudié en el Instituto Iris, que es una escuela para niños y jóvenes ciegos o débiles visuales. Ahí estuve desde maternal hasta primaria. En el Iris me fortalecieron el sentido de la autonomía. Aprendí a leer y escribir. Aprendí a estudiar, y eso les ayudó mucho a mis padres para darse cuenta que no tenían necesidad de que me dieran un trato especial, y cambió radicalmente su forma de pensar. Después estudié la secundaria en la Técnica 57 y en el Cobach Reforma hice la preparatoria”, indica.

La ceguera no ha sido un obstáculo para mí, subraya, porque aun sin poder ver puedo hacer muchas cosas, de forma diferente, claro. “Desde que estaba en la primaria, o antes, inclusive, me gustó mucho cantar y siempre participaba en los festivales escolares. Me ponían en el coro de la escuela como voz principal, y después me empezaron a llevar a distintos eventos del DIF municipal o estatal, y en actos de otras instancias de gobierno.

“Canté en muchas partes. Muchas. Desde siempre me ha gustado mucho la música, el canto. Desde niña me llevaron a una academia donde aprendí a vocalizar y a cantar bien y todo eso. Antes ni tenía idea: yo cantaba y ya está. Y decían: ‘Ah, qué bonito. Muy bien, bravo, bravo’. Después, a los 14 años, me metieron a los Talleres Libres de la Universidad de Sonora, y ahí fue donde descubrí el mundo de la ópera”, precisa.

“Yo siempre había cantado canciones populares: baladas, boleros y canciones de grupos o artistas que me gustan, como Il Divo, Celine Dion, Whitney Houston y Maria Carey, entre otros, y cuando entré a los Talleres Libres una maestra me dijo ‘No cantes nada popular’, y me costó mucho, tanto que me rebelaba y seguía cantando popular, fuera como fuera. Y es que como todo en esta vida: estás en una cosa y cambias a otra y lo resientes, y vives en una revolución. No me gustaba el cambio… y no hacía caso… Estuve cinco años en los Talleres Libres, del 2010 al 2015, y ahí fue donde yo descubrí que quería estudiar la Licenciatura en Música”.

En un video grabado hace ochos años para difundir la II Muestra de Talentos Mexicanos Teletón 2010, en la que Gemma participó, y que es de consulta pública en la plataforma de YouTube, se aprecia a Isauro Sánchez declarar: “A los cinco años ya empieza a participar de manera oficial en festivales, y de ahí se desencadenó una gran trayectoria en cuestión de presentaciones. Gemma es una chica que le ha gustado mucho el arte, ha participado en diferentes eventos. La música lo es todo para ella. De hecho, está estudiando canto, solfeo y otras materias en los Talleres Libres en la Universidad de Sonora, y ahorita ella siente que es una oportunidad de ayudar a otras personas a través de su canto. Estamos muy emocionados de cosechar ese fruto producto de su esfuerzo, después de tanta preparación y satisfacciones que ha recibido”. 

Admiradora de la música de Joan Manuel Serrat, la estudiante de Canto, quien revela como sus compositores favoritos a Brahms, Mozart, Bellini y Schubert, entre otros, participó en el Festival Alfonso Ortiz Tirado 2011, y fue ganadora del Premio Nacional de la Juventud 2012, en el rubro de Discapacidad e Integración, Categoría A (de 12 hasta menos de 18 años), que recibió de manos de José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Educación Pública.

A veces volar alto no es lo más importante

 Por lo general, se piensa que el arte está rodeado de glamour porque existe cierto oropel que brilla tanto, falsamente, que no deja ver lo que la realidad nos presenta.

En la novela de Saramago, la ceguera atacó como plaga bíblica de repente: primero a un automovilista, después a un ladrón de coches, luego el médico, la joven de las gafas oscuras, el niño que padecía estrabismo… y al final a casi toda la humanidad: sólo la mujer del médico no perdió la vista. Fue ella quien dijo: “La ceguera también es esto: vivir en un mundo donde se ha acabado la esperanza”.

Aun después de alcanzar esas alturas inconmensurables, Gemma sabe que a veces volar alto no es lo más importante: en ocasiones el solo hecho de volar es lo realmente transcendental, pues resulta toda una epopeya hacerlo siempre en la adversidad, contra todo y contra todos.

“Entrar a la Universidad de Sonora no fue fácil para mí —confiesa—. De hecho, tuve que hacer dos intentos. En el primero no quedé, y para no estar sin hacer nada, seguí inscrita en los Talleres Libres. Mi segundo intento también fue difícil, porque primero hay que hacer un curso propedéutico que te prepara en una semana para lo que te vas a enfrentar en cuatro años de la licenciatura. Después pasas por un examen de habilidades rítmicas, y métricas, y cuestiones de entonación y solfeo, y después te evalúan en la especialidad que tú quieres. En mi caso, fue escoger una pieza para, después de estudiarla, presentarla ante cinco maestras, que son una especie de jurado: yo presenté la pieza Caro mio ben, en italiano, del compositor Gioseppe Giordani.

“Lo verdaderamente difícil fue hacer el Examen de Habilidades y Conocimientos Básicos (Exhcoba), porque se hace en computadora, y el lector de pantalla no funcionaba, así que pedí a una persona que me leyera las preguntas y las opciones que aparecían para así responder la que yo consideraba que era la correcta. Al final quedé en tronco común, y después de un semestre logré entrar oficialmente a la licenciatura.

“Me siento muy orgullosa de haber escogido Música porque estudio lo que más me gusta. Esa es una de las más grandes satisfacciones que me ha otorgado la carrera: hacer lo que más me gusta hacer y que los maestros se ajusten a la situación personal de cada uno, no sólo de la mía; que hagan algunas modificaciones en cuanto a la clase, y uno de los retos que he enfrenté es precisamente que algunos maestros no podían hacer adecuaciones en la clase, por lo que tuve que esforzarme más, pero eso también me dejó una gran enseñanza”, destaca.

Recuerda que en los Talleres Libres tuvo dos maestras que le ayudaron mucho: Karina Romero y Alma Delia Peralta, y ahora cuenta con Marybel Ferrales en la licenciatura, a quien le agradece todas las enseñanzas que le ha transmitido, además de su trato sobre los ajustes que ha hecho con ella. “En sí, todos los profesores me han dejado muchos conocimientos, he aprendido bastante de ellos, pero Marybel es una de las mejores maestras que tenemos aquí, es un pilar de la Licenciatura en Música”, manifiesta.

“Lo mejor que me ha pasado en mi trayecto por la Universidad es el tener a personas que me apoyen, que siempre estén a mi lado dispuestas a ayudarme por si necesito algo. La mayor enseñanza que he recibido es haber aprendido a ser competente conmigo misma. Yo pienso que en los estudios de arte, la competencia siempre es con uno mismo, no con los demás”, destaca.

Su color favorito es el rosa, por las rosas, dice. Y piensa que lo que canta tiene ese color, aunque la tonalidad de su voz es más bien oscura, según la técnica musical.

Que la Universidad sea siempre la primera opción

 “Creo, como dicen, que la Universidad de Sonora es el mayor patrimonio social de los sonorenses. Y sin pensarlo mucho yo invitaría a los jóvenes que deseen realizar estudios superiores, que tengan a nuestra casa de estudios como su primera opción, porque además de ser pública, tiene una gran calidad. No es fácil estudiar en universidades privadas: la mayoría de los sonorenses no tenemos recursos para costearnos una carrera en una institución privada”, dice.

En su opinión, el mundo del arte y de los estudios profesionales en el campo de las artes todavía no está bien comprendido entre la gente. “En mi experiencia, cuando me preguntaban ¿qué vas a estudiar? y yo respondía ‘Música’, se quedaban con una interrogación. ‘¿Por qué Música?, me preguntaban, con eso te vas a morir de hambre’. Es lo primero que le dicen a alguien que quiere estudiar artes, cosa que no es verdad. Yo creo que eso lo dicen porque no saben cuál es el campo profesional de las artes, no están informados”, abunda.

“A los muchachos que quieren estudiar una licenciatura en Artes, primero les diría que se animen, que no hagan caso a los comentarios de ese tipo, y que siempre luchen por su sueño. A pesar de las críticas malsanas que pueden escuchar, piensen siempre en positivo: eso les dará mucho ánimo y fuerza para seguir adelante y alcanzar sus metas siempre.

“Y a sus familiares les diría que siempre los apoyen, que estén a su lado en las buenas, en las malas y en las peores; que cuando sus hijos les confíen que quieren estudiar tal carrera, la que sea, que le digan: ‘muy  bien, ¿quieres estudiar eso?, adelante, yo te apoyo con mucho gusto’. Y que lo hagan de corazón. Y esto va para todos: Persigan su sueño en cualquier campo”.

Las artes y su función social

Los pensadores de la antigüedad sabían de qué hablaban cuando se referían a la vida. Quizá sus observaciones eran muy elementales, pero hay que convenir en que la vida, en esencia, es elemental. Y al referirse al arte, particularmente a la música, fueron precisos. “La música representa las pasiones o estados del alma —apacibilidad, enojo, valor, templanza, y sus opuestos y otras cualidades—; por lo tanto, cuando se escucha música que imita cierta pasión, se es imbuido por la misma pasión”.

Protágoras, por su parte, relacionaba la música con las matemáticas, y en este sentido “asociaba la enfermedad mental a una alteración en el orden de las cosas que se podía restaurar gracias a la música, capaz de devolver la armonía perdida”, mientras Platón, destaca en La República, la importancia de la música para la educación de los jóvenes: “La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”.

 Gemma Guadalupe lo sabe: “Considero que la función social de las artes en general, y de la música en particular, es que aporte algo a la gente, no sólo la mera diversión. Hasta la música comercial debería ofrecer a quien la escucha algo más de contenido para que nos haga reflexionar. Pienso que debe motivar a la sociedad para hacer cosas buenas en beneficio de todos. Por ejemplo, en cómo se ve la discapacidad, porque no hay una cultura en torno a esto. Hay muchos temas en los que debemos mejorar. Con base en mi experiencia, por ejemplo, propondría una mejor educación, la integración y la inclusión de los grupos marginados, no sólo las personas discapacitadas.

“Propondría que no se permita que se pongan cosas ni que se estacionen carros en las banquetas porque obligan no sólo a las personas con discapacidad, sino también a los peatones videntes a que, al encontrar un obstáculo, deban bajarse al carril de circulación de los autos, con el riesgo de que los atropellen. O si hay cosas puestas donde no deben estar, podemos tropezarnos y caer”.

La música sirve para todo, incluso para cambiar sistemas. “Hay gente que lo tiene todo —dice Gemma— pero desgraciadamente no lo aprovecha de la mejor manera. Ni estudia ni trabaja y se va por el mal camino. Sabemos que no tenemos un sistema de lo mejor en cuanto a la asistencia y atención a las personas que lo necesiten. Creo que el sistema debería adaptarse a la gente y no al revés. Y en el caso de las personas con alguna discapacidad, adaptarnos al sistema significa un doble esfuerzo”.

Y, en general, “yo les pediría a todas las personas mayor conciencia, más respeto, más comprensión hacia los demás, ciegos o no…”, reflexiona.

Hacia el futuro

Hay quien piensa que las utopías son cosa del pasado, pero bien visto, siguen tan presentes como los estaban en el momento preciso en que Tomás Moro pensó en ella. Por su carácter crítico, valorativo orientador y, sobre todo, esperanzador, las utopías siguen presentes como una luz que genera la esperanza en el ser humano de que una sociedad mejor es posible. Gemma se ha preparado para ello:

“A los 30 años, dentro de ocho, me veo como alguien egresada, titulada y en el campo artístico profesional, en varios escenarios a nivel local, estatal, nacional e internacional. Y para lograr eso debo echarle muchas ganas. Estoy en mi último semestre y tengo que echarle todos los kilos, como dicen, para salir bien. Y en eso estoy enfocada ahorita”, precisa.

“Me gustaría conocer muchos países, en particular Italia, porque es la cuna de la ópera. Hace once años viajé a Utah, a través de la Fundación Amigos de las Américas, una organización sin fines de lucro, que me invitó a que participara en un programa artístico allá, donde también visité una escuela de ciegos. Fue algo inolvidable para mí. Y entre los músicos, me gustaría conocer a Il Divo, que es uno de los grupos de ópera pop que me gusta muchísimo, y también a Celine Dion… quién sabe, tal vez algún día…”, concluye.

Después de escucharla hablar, sonreír, reflexionar, soñar, uno piensa que sí, que definitivamente a Rembrandt le faltó darle el toque de luz a los ojos de Gemma. Un toque color rosa, su favorito, para que tuviera la oportunidad de ser testigo total de las maravillas de la vida, de las cosas que habitan la Tierra y las que se dibujan en las noches estrelladas cuando pasa una estrella fugaz para pedir un deseo, uno al menos…

 

Fotografías: Cruz Teros, Alejandra Álvarez y rescatadas de Facebook

Fuentes de apoyo gráfico:

FOTO 1 – GEMMA SOPRANO – RECITAL (Cruz Teros)

FOTO 2- GEMMA SOPRANO – RECITAL (Cruz Teros)

 FOTO 3 – GEMMA (Rescatada de https://www.facebook.com/photo.php?fbid=2665133513529228&set=ecnf.100000978172078&type=3&theater)

FOTO 4 – GEMMA EN EL FAOT 2011 (Instantánea tomada de https://www.youtube.com/watch?v=cwLu3YmUsdc)

 FOTO 5 – GEMMA PREMIO NACIONAL DE LA JUVENTUD 2012 (Rescatada de https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1192672630775331&set=picfp.100000978172078&type=3&theater

FOTO 6 – GEMMA TALLERES LIBRES (Instantánea tomada de https://www.youtube.com/watch?v=ztLcFQ_-WRU

FOTO 7 – GEMMA ESTUDIANTE (Alejandra Álvarez Romero)

FOTO 8 – GEMMA CON LA SOPRANO COREANA SUMI JO (Rescatada de https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1377870558922203&set=ecnf.100000978172078&type=3&theater)

FOTO 8 – GEMMA CON NICK VUJICIC (Rescatada de https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1192672627441998&set=picfp.100000978172078&type=3&theater)