Letras y Lingüística: desde Altos Estudios hacia el futuro

7 de marzo de 2024


Letras y Lingüística: desde Altos Estudios hacia el futuro

Ya se sabe que todos los partos son difíciles, y también que la dificultad y el riesgo crecen en forma exponencial cuando la madre da a luz a dos o más bebés. La Universidad de Sonora es la madre nutricia de la sociedad sonorense desde 1942, y el 4 de marzo de 1964, con 21 años y cinco meses de edad, alumbró trillizos: las licenciaturas en Letras, en Física y en Matemáticas, registrados bajo el nombre genérico de Escuela de Altos Estudios.

En este caso, el riesgo se convirtió en éxito: pues aquellas tres licenciaturas que nacieron hace 60 años en Altos Estudios se han convertido en robustas unidades académicas que abrieron camino a la docencia e investigación de calidad en la Universidad de Sonora.

El prestigio alcanzado por los departamentos de Letras y Lingüística, de Física y de Matemáticas, además del vigor de su oferta educativa de licenciatura y posgrado, y sus áreas de servicio de enorme impacto entre la sociedad, han potenciado la presencia de la Universidad de Sonora como un activo social científico y humanístico.

Objetivo principal: la formación de docentes

Si damos un salto al año 1963, podemos observar que la Universidad de Sonora contaba con seis carreras: Farmacia, Contador Público, Ingeniería Civil, Ingeniero Agrónomo, Licenciado en Derecho y Enfermería, que cubrían las necesidades básicas de profesionistas en el estado, y tenía planeado abrir las opciones de Ingeniero Químico e Ingeniero Industrial para que sus egresados ayudaran al desarrollo del estado, además de la creación de la mencionada escuela.

Altos Estudios, según las palabras del entonces rector de la Universidad, Moisés Canale Rodríguez, nació de la intención de reforzar académicamente a la institución, pues los dos grandes centros productores de profesionistas y profesores de Letras y Ciencias —la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional—, absorbían a sus propios egresados y era muy difícil conseguir maestros en estas áreas. Por ello, con el impulso de las ideas del Dr. Canale se tomó la decisión de abrir una escuela aquí para formar docentes de nivel medio superior y superior que se requerían en la región noroeste del país, en las áreas de física, matemáticas y literatura.

Para respaldar la fundación de la Escuela de Altos Estudios, el Consejo Universitario acordó integrar un cuerpo consultivo de personalidades mexicanas con reconocimiento nacional e internacional, a quienes la Universidad les otorgó el Doctorado Honoris Causa: al abogado Jaime Torres Bodet, el 12 de octubre de 1962; al cardiólogo Ignacio Chávez Sánchez, el 21 de enero de 1963; el 23 de enero de ese año a los abogados Alfonso Ortega Martínez e Ignacio Burgoa Orihuela, así como al médico Ignacio González Guzmán, y el 25 de enero de 1963 al historiador Silvio Zavala Vallado, al ingeniero Víctor Bravo Ahuja y al médico Arturo Rosenblueth Stearn.

La Escuela abrió sus puertas el 4 de marzo de 1964 en las instalaciones que se utilizaron para ofrecer clases de secundaria. Lo hizo en ese mes para que las personas interesadas en cursar alguna de las tres opciones que ahí se ofrecerían, pudieran llevar cursos propedéuticos e iniciar de manera oficial la carrera en septiembre de ese año. Así dio inicio en nuestra Universidad la Licenciatura en Letras, hermanada con Física y Matemáticas.

Si en la Dirección del Registro Civil del estado hubiera un acta de nacimiento de los trillizos, en el renglón de “padre” debería constar el nombre del Moisés Canale Rodríguez, mexicano, mayor de edad, con profesión de médico y ocupación de rector de la Universidad de Sonora.

En sesión extraordinaria realizada el 24 de marzo de 1983, el Consejo Universitario aprobó la departamentalización de las licenciaturas en Letras, en Física y en Matemáticas. Así, el 3 de mayo de 1983, el máximo órgano de gobierno de la Universidad aprobó la desaparición de la Escuela de Altos Estudios a partir del 15 de agosto, para dar paso a los departamentos de Humanidades, de Física y de Matemáticas.

Altos Estudios: misión cumplida

En los 19 años que funcionó Altos Estudios cumplió cabalmente con los objetivos para los que fue creada. Sus egresados y pasantes impartieron clases en la propia universidad, en los institutos tecnológicos regionales, en el sistema Cobach y en otras instituciones públicas y privadas del estado y otras entidades de la república. Muchos de sus egresados salieron a realizar estudios de posgrado y regresaron a fortalecer el medio científico y humanístico sonorense.

Hay dos datos curiosos sobre el edificio donde originalmente se ofrecieron clases de secundaria desde 1942, que luego ocupara la Escuela de Altos Estudios, y al cerrar ésta fue el Departamento de Humanidades y hoy el Departamento de Letras y Lingüística:

1. El edificio fue el primero que fue terminado totalmente en la naciente institución, ya que el de Rectoría estaba inconcluso cuando la Universidad abrió sus puertas, y

2. El primer espacio cultural que tuvo la alma mater fue el Teatro al Aire Libre, donde se organizaban actividades artísticas y culturales cuando el clima lo permitía. En ese espacio, hoy llamado el Jardín Interior de Letras y Lingüística, después de 81 años de vida, se siguen realizando actividades académicas, artísticas, culturales y de integración estudiantil.

Igualmente, en 1977 se abrió en Letras el Seisymedio, primer taller literario en la entidad que funcionó de manera formal, con soporte académico, y en el que formaron parte algunos escritores que son hoy pilares de la literatura sonorense. También ahí se conformó el primer cineclub universitario, completamente estudiantil: Primera Toma.

Hoy, el Departamento de Letras y Lingüística, con todas las opciones que ofrece, ha permitido a nuestra Universidad estar en sintonía con otras instituciones, movimientos y estudiosos de estas áreas de las humanidades, porque abre sus puertas y ventanas para integrarnos de una manera viva a los trabajos que la crítica literaria y el análisis lingüístico desarrollan en nuestro país, en el continente y en el mundo hispanohablante, lo que en cierta forma impulsa el desarrollo cultural de las naciones.

Celebremos estos 60 años de la enseñanza de las Letras y los 45 de la Lingüística en nuestra Universidad como si fueran el punto de partida de los festejos de las próximas seis décadas. No estaremos ahí, pero serán testigos de esa conmemoración las nuevas generaciones de estudiantes que quieran entender quiénes son, de dónde vinieron y hacia dónde van en términos de lenguaje, que es el elemento fundamental del vigor de los pueblos. (Compilación: Karla Valenzuela y Armando Zamora)