Más que un atleta. Él es Tonatiu… el Dios de la pista…

Tras el disparo de salida todos sus pensamientos se van, se pone en “modo automático” y se enfoca en su carrera.

Lo que sí hace minutos antes de cualquier competencia, y considera como todo un ritual, es motivarse a sí mismo para entrar bien mentalizado a la pista.

“Soy muy nervioso, me ven a veces muy tranquilo, pero me comen las ansias, entonces trato de darle la vuelta a mis pensamientos y me digo: ‘has entrenado mucho, ha estado larga la temporada, esta es la competencia buena, traes mejor tiempo que los demás.

“Pero cuando se dispara la pistola todo se olvida, o al menos yo no recuerdo qué es lo que pienso cuando corro. No se escucha a veces ni el ruido, algunos me dicen: ‘te grité’, pero no escuchas nada”, reveló.

Para él lo que hace en cada carrera es muy situacional y depende de distintos factores; por ejemplo, qué tipo de competencia es, contra quiénes corre, si se ha sentido bien últimamente o no.

“En los 800 metros es mucho de colocarte en posiciones, te vas al frente, te vas atrás, rebasas, y en una carrera de este tipo, lo más difícil es saber o tomar la decisión de cuándo empezar a cerrar, a dar todo; por eso, se puede decir que se piensan más las cosas técnicas que las emocionales”.

Lugares impresionantes

Los rayos del sol aún no se asomaban a las 6:00 horas de esa fresca mañana de octubre cuando hizo su aparición en el estadio Miguel Castro Servín, ubicado en el interior de la Universidad de Sonora; en ese momento ya había un numeroso grupo de atletas concentrados para entrenar, y él concedió parte de su valioso tiempo para compartir un poco de su historia.

De vez en cuando hizo una pausa para saludar con una gran sonrisa o ser abrazado por algunas de las personas que pasaban por la pista, ésa que está a un costado de la banca donde platicamos, ésa donde él entrena prácticamente a diario cuando está en la ciudad.

Jesús Tonatiu López Álvarez es un atleta búho que en el último año fue invencible; ostenta el récord mexicano en los 800 metros, pero, además, es un joven de 21 años, estudiante universitario y un hijo orgulloso de sus padres.

Ha pisado estadios pequeños, como el inmueble universitario donde nos encontramos, y otros muy grandes e imponentes, uno de los más impresionantes para él ha sido el de Londres, donde estuvo el año pasado y que albergó los Juegos Olímpicos en 2012.

Cuando le tocó estar ahí, el lugar estaba completamente lleno, recuerda que esa vez corrió ante un británico y entonces sí, confesó, fue imposible no escuchar el ruido, porque era demasiado.

“Era como si trajeras una bocina cerca del oído, y esta vez siento que fue al revés de lo que normalmente me pasa, mucha gente me dijo ‘te veías muy nervioso’, y según yo entré muy tranquilo, pero creo que sí fue algo que me impuso, porque fue en un estadio llenísimo y con mucho ruido”, platicó.

Reveló, además, que hasta hace poco tiempo los eventos municipales o regionales también lo ponían nervioso, en especial porque ya había competido en mundiales y no quería hacer un mal papel.

La disciplina

El reconocido atleta considera que su estatura de 1.90 metros y su peso de 73 kilogramos no es ni ventaja ni desventaja al momento de competir, porque depende más de cómo cada persona utilice su cuerpo.

“A mí me ha ganado gente que es mucho más chaparra que yo, y también le he ganado a gente un poco más alta o más musculosa que yo.  La verdad se trata más de aprovechar lo que tienes a tu alcance. Por ejemplo, yo estoy alto y precisamente por mi zancada puede que sea un poquito más torpe en los pasos, alguien más bajo sí puede tener mayor frecuencia de pasos y avanzar más rápido, pero de igual manera cansarse más pronto”, explicó.

Señaló que en una carrera, cuando siente que ya no puede más, lo que lo motiva es recordar que se levanta a las 5:00 horas, que ya dedicó mucho tiempo y esfuerzo a esto y que ya pasó lo difícil; por eso, sea cual sea el resultado, debe dar todo en la competencia.

Ante esto, compartió que entrena de 6:00 a 9:00 horas, después asiste a sus clases en la Universidad, y a las 13:00 horas se va a su casa, ubicada en la colonia San Benito, no muy lejos de la alma mater sonorense y del estadio; ahí descansa sólo un rato, porque a las 17:00 horas vuelve a su entrenamiento.

Alrededor de las 20:00 horas está de nuevo en su hogar para hacer tareas y otros pendientes, y se acuesta aproximadamente a las 22:30 horas, para volver a su rutina semanal al siguiente día, y el fin de semana, dijo, aunque también entrena, dedica un poco de tiempo a algunas otras actividades recreativas y a convivir con su familia y su novia.

Como parte de los cuidados que debe tener como atleta lo asesora con su alimentación una nutrióloga, pero según platicó no tiene una dieta estricta, son más bien sugerencias de qué comer y qué evitar para tener un equilibrio, así que puede darse el gusto de probar de vez en cuando su platillo favorito: los chilaquiles.

Indicó que para ser deportista se debe ser muy disciplinado. “Si te dicen que debes entrenar diario, hay que hacerlo, no tres veces por semana y llegando tarde, hay que alimentarse bien y hacer lo que haces con muchas ganas. Se debe tener convicción para esto y hacer lo que te toca, así termines bien fregado”.

Platicó que cuando estaba más chico no le gustaba el atletismo, “nada, nada”. Su mamá lo cambiaba a la fuerza y lo llevaba a entrenar. “Tenía como 8 o 9 años, yo estaba en la primaria y a veces quería ir a la casa de mis amigos a entretenerme con videojuegos, pero las cosas fueron cambiando, ya en la secundaria creo que fui a una fiesta de 15 años y en la prepa tampoco salía mucho”.

Satisfacciones y logros

Todo lo anterior para él tiene su recompensa, porque además de que el deporte le ha dado muchas satisfacciones y logros, dijo que le ha brindado la oportunidad de conocer a muchos amigos, algunos de ellos muy buenos y sinceros, quienes desde hace años han estado con él.

Además, mencionó que ha tenido el privilegio de viajar a distintos lugares del mundo, recientemente estuvo en Japón por un mes. Aunque reconoce que muchas veces se concentra en la pista y el hotel, en ocasiones puede darse un tiempo para recorrer los alrededores y conocer un poco de cada ciudad.

“Uno se pone a pensar en que son unas cosas por otras, hay mucho que nunca hubiera podido hacer sin el atletismo; por eso, si volviera a elegir, elegiría esto”, reveló.

El último año ha sido de muchos logros para el atleta búho, quien compartió que tras terminar la competencia en Colombia, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Barranquilla 2018, donde pudo ganar el oro, un profesor le dijo “ya te diste cuenta de que no perdiste ninguna competencia en todo el año”, y cayó en cuenta de que era cierto.

“Dentro y fuera de México todas las competencias las gané, y fue algo que me puso muy contento. Ojalá y este año sea igual o mejor y podamos repetir todo lo que hicimos el año pasado. Tengo un nuevo récord mexicano, espero poder mejorar un poquito más los tiempos y poder ganar las próximas competencias, habrá panamericanos, mundial universitario y mundial de atletismo mayor, este último será en Catar el próximo año. Vamos a seguir entrenando, dar lo mejor y tratar de sacar los mejores resultados y que no se pierda la rachita”, comentó.

Muy agradecido

En sus competencias, Jesús Tonatiu es consciente de que además de la bandera mexicana porta la camiseta como atleta búho, de lo que señaló sentir gran orgullo y mucho gusto, porque la Unison le dio la oportunidad y la alegría de ser campeón mundial universitario.

“Estoy muy contento de poder representarla y formar parte del equipo de atletismo que le aporta medallas a la Universidad de Sonora, si bien no tenemos las mejores instalaciones ni la inmensidad de atletas, podemos decir que tenemos mucha calidad, no tanto cantidad”.

En su formación como deportista de alto rendimiento, señaló que ha recibido apoyo de mucha gente, y que sería mentira si dijera que sólo son su entrenador Conrado Soto y él, porque están además su nutrióloga, un psicólogo, un fisioterapeuta, entre otros, con quienes está muy satisfecho de trabajar, al igual que con sus compañeros.

“Hay mucha gente que está detrás de lo que estamos haciendo, también están todas las gestiones administrativas, que son los que hacen que salga un boleto de avión o un apoyo para una competencia”, apuntó con muestras de un profundo agradecimiento.

Sueña con que en un futuro el atletismo le abra las puertas, por eso le echa muchas ganas ahorita que está joven, señaló, para en un futuro vivir de lo que ya trabajó.

“Quiero ser, y quién no, campeón olímpico; quiero terminar mi carrera, y llegado el momento tener mi patrimonio y una estabilidad económica, y quiero que el atletismo me ayude para eso. Estos logros también pueden ayudarme a destacar como licenciado en Cultura Física y Deportes, y mi formación, sumada a todos los años que llevo entrenando, creo que sí me dará cierta experiencia para desempeñar un buen papel como profesionista, como entrenador o gestionador”, apuntó.

De la pista al aula

Como atleta de alto rendimiento y estudiante universitario admite que a veces sí es complicado cumplir con ambas responsabilidades a la vez, y últimamente aún más, pero cuando debe ausentarse de la ciudad siempre procura estar atento a sus tareas.

“Tengo la fortuna de que en la Licenciatura entienden que uno no puede estar, me tienen que poner el examen después o tengo contacto por medio de la computadora con mis maestros.

“Ahorita estoy en quinto semestre, y en las materias que estoy llevando me ha ido bien, tampoco me regalan calificaciones, si ellos me dan chance de irme un mes a una competencia o lo que sea, sí procuro retribuirles con un buen examen o con un buen trabajo”, resaltó.

También confesó que primero estuvo inscrito en Ingeniería Civil, pero por el hecho de que sale frecuentemente no le fue posible continuar. Asegura que la carrera en la que estudia ahora también le gusta mucho, y es consciente de la importancia de seguir estudiando.

Antes de ingresar a la Universidad de Sonora, en su trayectoria académica recorrió las primarias Benito Juárez y Vicente Mora. La secundaria la estudió en la Federal 4, cursó un año de preparatoria en el Cobach Reforma y la concluyó en el Cecytes La Manga.

Lo más querido y lo más admirado

Nació el 2 de agosto de 1997, en Hermosillo, Sonora, y al igual que sus hermanos, uno de sus nombres es de origen azteca. En su caso, Tonatiu, sin h, aclaró, “aunque el original sí lleva, al final”.

Tonatiuh, en náhuatl: tōnatiuh, ‘el sol’, y en la mitología náhuatl el dios del Sol fue considerado por el pueblo mexicano como el líder del cielo. En estos momentos, este joven, puede decirse que es uno de los líderes de la Tierra, en especial de la pista y de las carreras de media distancia.

Al preguntarle quién es su mayor fan, responde de inmediato: “mi familia”. También a ellos dedica sus medallas.

Sus papás son Ramón Enrique López Martínez y Claudia Álvarez Millán. Sus hermanos:  Es Enrique Cuitlahuac, Roberto Izcoatl y Juan Diego Cuautlatohuac.

Dijo que ellos siempre han estado ahí para lo que ocupe, apoyándolo en todo, haciendo esfuerzos para que pudiera entrenar e ir a competir, aunque no hubiera suficiente dinero, y recibiéndolo siempre cuando vuelve de sus viajes, al igual que su novia Gladys Patricia.

Contó que a su papá siempre le ha gustado mucho el futbol americano, y de niño lo llevó, cuando apenas iba empezando el tochito, a un equipo que se llamaba Halcones, con el que entrenaba en los campos cercanos al vado del río.

Y fue su coach el que se dio cuenta que tenía más resistencia para otro deporte, les dijo a sus papás y lo mandaron a atletismo. “Estuve en tochito como en segundo-tercero de primaria, y ya en atletismo como en tercero-cuarto”.

Reconoce que sus papás son las personas a las que más admira, y que aunque no fueran sus padres, si él supiera todo lo que han hecho con lo poco que han tenido, que han sido maravillas, lo haría de igual forma.

“A mí me gustaría hacer al menos la mitad de lo que han podido hacer con lo que tienen, se los admiro mucho y siempre que puedo se los digo, creo que en un futuro, si quisiera ser como alguien, tener la persistencia, tener las ganas de hacer las cosas, sería como mis papás”, señaló.

Platicó que su papá “ha tenido mil trabajos”, que recientemente fue trailero, pero después de un tiempo, y por lo cansado del oficio, emprendió un negocio en su casa, donde fabrica muebles y los tapiza. Mi papá siempre ha sido alguien que busca más, espero que le vaya muy bien en esto y yo voy a estar ahí para apoyarlo en lo que sea”.

Por otro lado, dijo que su mamá apenas el mes de junio se jubiló después de años de trabajo en el Seguro Social. “Ella empezó siendo asistente del archivo y terminó como jefa de esa área, igual fue buscando sobresalir en lo que hacía, por eso admiro tanto a mis papás, porque nunca están conformes, siempre están buscando maneras de superarse”, indicó.

Resaltó que en su casa todos han tenido siempre responsabilidades y que sus padres siempre les han inculcado a él y a sus hermanos el valor de la disciplina y el hacer las cosas bien.

Por ello se puede entender que Tonatiu se defina como una persona que trata de hacer todo lo mejor que puede. “Soy una persona normal, trato de caerle bien a todos, de ser amigable. Soy muy llevado ya que agarro confianza”, admitió.

Reveló que también es muy emocional, tanto para lo bueno como para lo malo. Y añadió que en la medida de lo posible trata de ayudar a la gente que se lo pide, pero cuando son consejos profesionales conoce sus límites y entiende que muchas veces no es el indicado para recomendar ciertas cosas que competen más a los entrenadores.

Indicó que tiene claras las cosas que quiere para el futuro, y por eso en el presente trabaja para lograrlo. Sus pasatiempos son los de muchos jóvenes de su edad, cuando está en su casa le gusta estar en su cama, con el teléfono, leyendo o escuchando música, o aprovecha para pasar tiempo con su novia. “Últimamente hacemos rompecabezas”, mencionó.

Hay que ver el lado positivo

Tonatiu usa anteojos porque es miope, pero generalmente corre sin lentes porque siente que no los ocupa mucho, pero ya le recomendaron que los use en la pista para que no esté forzando la vista. “De hecho, acabo de comprar un listoncito para sujetarlos y traer lentes de contacto no me gustaría por la tierra y siento que me incomodaría más, y también me conozco: siento que se me iban a olvidar o no los iba a traer muy limpios muchas veces”, mencionó riendo.

Éste es sólo uno de los retos a los que debe enfrentarse como deportista, y aunque ya destacó algunos logros, satisfacciones y desventuras, resaltó que prefiere enfocarse en lo bueno.

“No me gusta hablar de cosas negativas porque creo que los atletas muchas veces no se dan cuenta de lo que tienen, pero esta oportunidad es algo de lo que deberíamos de estar bien agradecidos. Con nuestro cuerpo, con dios, es un privilegio que tengamos el deporte y enfocarnos en esto. Hay compañeros que salen de la escuela y tienen que ir a trabajar ocho horas para tener que comer.

“Como deportistas no debemos de hacernos las víctimas de lo que padecemos en ciertos aspectos o lo que nos cuesta. Sí es cierto, también yo me he quejado de que las cosas podrían mejorar en cuestión de instalaciones, y esto en beneficio de más personas, pero ya yéndome a otra idea, considero que tenemos que hacer las cosas bien con lo que tenemos, eso no es pretexto para no echarle todas las ganas, y eso no nos limita para hacer un buen trabajo”, confesó.

Por ello, a quienes comienzan en algún deporte les recomienda acudir a diario a sus entrenamientos, y en especial se puso en el lugar del entrenador, quien ya dedicó tiempo en planificar todo lo que van a hacer, además de que es una falta de respeto para esa persona que siempre está ahí.

Y diciendo esto se va a cumplir con lo que le toca esa mañana: la pista, sus compañeros y su entrenador ya lo esperan, y el estadio Miguel Castro Servín es testigo nuevamente de la dedicación de este joven atleta, orgullo búho, orgullo de México.

Entrevista:  Aleyda Gutiérrez Guerrero

Fotografía: Cruz Teros Canizález