Se agudiza el drama migratorio por la covid-19: José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez

14 de abril de 2020


Armando Zamora

En el marco de la pandemia del nuevo coronavirus, la ONU ha señalado que los migrantes deben tener acceso a la salud y ser tratados como cualquier otro ciudadano, pero la realidad se impone: desde los afganos que huyen de Irán para evitar contagiarse de la Covid-19, los centroamericanos que intentan ingresar a los Estados Unidos, los venezolanos que son reacomodados en diversas latitudes de Brasil y millones de extranjeros y sus familias que buscan un mejor lugar para vivir, los migrantes sufren por falta de trabajo y la violación de sus derechos humanos.

A la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) le preocupa además que, como ha sucedido antes, la pandemia se asocie con los extranjeros, los viajeros o los migrantes. “Esto no sólo demoniza a los migrantes, sino que pone en riesgo a sus ciudadanos. Los migrantes, por miedo, evitan ir al hospital, o si van no los atienden”, asegura Joel Millman, el portavoz de la agencia.

Y subraya la importancia del acceso universal a la salud pública: “Las sociedades son más saludables si todos son más saludables. Si tienen un migrante que posiblemente podría estar propagando una enfermedad contagiosa, desearían que esa persona tenga acceso a médicos y examinadores y profesionales que puedan saber si esta persona es o no un peligro para sí mismo o para sus vecinos”.

El cierre de fronteras ha complicado la situación, de por sí grave, de los migrantes: muchos países han decidido cerrar sus fronteras para evitar que se expanda la pandemia; sin embargo, esto mismo ha provocado cruces clandestinos que podrían traer un impacto mayor que la migración regular y ordenada en estos momentos en todos los países. Por ello, la OIM propone una migración segura, transparente y regular: "Creemos que es bueno que los países puedan saber quién y en qué condiciones entran a los países”, precisa Millman.

Migración en tiempos del coronavirus

Al respecto, el profesor investigador José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez, del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Sonora, señaló que el discurso político de países de llegada y de tránsito migratorio toma como rehenes a las poblaciones migrantes, quienes no son enemigos: van a trabajar como mano de obra barata; no despojan: producen, generan riqueza y competitividad a la economía de llegada.

El docente destacó la entrevista ofrecida por el sociólogo francés Alain Touraine al periodista Marc Bassets, en la que el pensador galo rechaza la idea de que la contingencia sanitaria represente una condición de guerra, como han insistido Emmanuel Macron, de Francia; Pedro Sánchez, de España, y Donald Trump, de Estados Unidos, entre otros.

Asimismo, retomó que la inmovilidad como respuesta global del Quédate en casa genera una dislocación social de rutinas; la autorreclusión y autoaislamiento rompe con la cotidianeidad; la mimetización en el hogar genera un sinsentido de una realidad trastocada. “La parálisis del sistema capitalista —cita— refleja crisis en los mercados productivos, financieros y laborales, suscitándose una suerte de anomia social, en la cual las normas rutinarias pierden sentido, el mundo cotidiano se interrumpe y se trastorna el orden acostumbrado”.

Igualmente, dice Rodríguez Gutiérrez, la sociedad, experimenta una especie de shock autárquico ante miles de muertes sin sentido en Italia, Francia, España y Estados Unidos; se distinguen las debilidades de un Estado incapaz de cumplir las promesas del capitalismo industrial, el cual postula que, a través del trabajo y mayor producción, tendrás acceso al ascenso social, seguridad laboral y sanitaria.

Los aparatos disciplinarios del Estado, como los cuerpos policiales, militares y judiciales, son rebasados y supeditados a la administración de enfermos y cadáveres, en tanto los actores políticos, sociales, jurídicos, económicos y de salud son invisibilizados ante una contingencia que exige repensar los instrumentos de la política económica en aras de un nuevo pacto social postcovid-19, retoma el catedrático universitario.

Criminalizar la migración es injustificable

Al referirse a la criminalización de la migración, elevada a escenarios de guerra, como se ha señalado por diversas economías en las últimas dos décadas en Europa y América, subrayó que es injustificable: algunos migrantes huyen de la guerra y de la pobreza económica del país de salida, otros buscan reunificarse con la familia, y ante ello, países como Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos, entre otros, insisten en enfrentar la llegada de migrantes no documentados con recursos económicos y militares en contextos de escenarios de guerra.

El profesor investigador universitario menciona que lo anterior representa una transición brutal que no ofrece contrapeso alguno. Los estados-nación implementan acciones jurídicas, recursos militares, policiales, económicos para financiar muros, cárceles y muerte en contra de una movilidad global migratoria que asciende a 270 millones de migrantes internacionales, de los que casi 51 millones tienen como destino principal los Estados Unidos.

Los migrantes tratan de ser intangibles a las leyes de cada país: se autoaíslan, se resguardan en silencio, se tornan invisibles por las ciudades que transitan, se mimetizan en las casas de seguridad de los coyotes, guardan distancia de los otros; mientras, la sociedad los desconoce en su tránsito migratorio.

Al respecto, indicó que 232,180 centroamericanos menores de 17 años (de El Salvador, Guatemala, Honduras, menores de 17 años) fueron detenidos y deportados entre 2014 a febrero del 2020 por la patrulla fronteriza de Estados Unidos, esto representa que 105 niños fueron detenidos diariamente y deportados a la frontera mexicana, menores que previamente transitaron, acompañados o no, de forma invisible por todo México.

En resumen, dijo, el drama migratorio se agudiza: se estima en casi 25,000 migrantes centroamericanos en México que esperan cita para buscar asilo en Estados Unidos, y de 13,000 de ellos no se tiene conocimiento de dónde están.

Paralelamente, los gobernadores de Coahuila, Chihuahua y Monterrey, en reunión de trabajo realizada el 19 de marzo, señalaron que “no pueden convertirse en el patio trasero de Estados Unidos”, indicándoles a los paisanos que no regresaran, que no visitaran a sus familiares en México, y destacaron que Monterrey debería cerrar los aeropuertos internacionales, y no recibir vuelos que son rechazados en Estados Unidos, puntualizó José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez.

La otra visión, la de las organizaciones que buscan el respeto de los derechos humanos de los migrantes, las agencias que tratan de visibilizar el drama, es contrastante; sobre todo hoy, que vivimos entre las cuatro paredes de una pandemia: son seres humanos, son vecinos, son familias. Se ven afectados de la misma manera en que todos nos vemos afectados por esta emergencia de salud pública. “Creemos que el mensaje más importante es tratar a las personas con dignidad y recordar que el pleno respeto por sus derechos humanos no cambia bajo estas circunstancias”, recalca Joel Millman.