Despiden en el Departamento de Matemáticas con guardia de honor al maestro Ruperto Vargas

27 de enero de 2020


Elías Quijada

Entre aplausos y profunda tristeza por su pérdida física, fue despedido de su alma mater con guardia de honor el docente Ruperto Vargas Castro, quien perdiera la vida a causa de una enfermedad que lo aquejaba desde hace tiempo.

El féretro de color caoba llegó en punto de las 11:00 horas a los jardines del Departamento de Matemáticas, lugar que fuera su segundo hogar por más de 47 años y donde pasaba tiempo muy ameno con colegas y estudiantes que se acercaban para escucharlo hablar o simplemente recibir una asesoría fuera de clases.

La primera guardia de honor fue encabezada por Rosa María Montesinos Cisneros, secretaria general administrativa; Guadalupe García de León Peñúñuri, secretaria general académica; María Rita Plancarte Martínez, vicerrectora de la Unidad Regional Centro, y por el director de la División de Ciencias Exactas y Naturales, Rodrigo Meléndrez Amavizca, y posteriormente participaron docentes y amigos del académico hoy extinto.

Ramiro Ávila Godoy, docente del Departamento de Matemáticas, ofreció un breve mensaje a los presentes y recordó que su primer encuentro con Vargas Castro fue en un salón en la antigua Escuela de Altos Estudios, en donde se estaba llevando a cabo la final del Concurso de Física en la etapa estatal, hace más de 50 años, evento donde resultó ganador absoluto al resolver tres problemas de la misma manera en 10 minutos.

Por circunstancias de la vida, en 1977 se volvieron a encontrar cuando el maestro fue contratado por el Colegio de Bachilleres para ofrecer capacitación al personal que habría de ser seleccionado para ocupar alguna plaza docente, y para su sorpresa fue Ruperto Vargas Castro quien estaba designado para ofrecer aquel taller de actualización.

En 1980 los caminos se cruzaron nuevamente, dijo, al ingresar a la Maestría en Matemáticas Educativa que ofreció el Centro de Investigación de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, se formó un grupo muy cercano proveniente de Sonora que poco a poco se consolidó en una amistad que perduró más de cinco décadas.

“En 1983, al terminar la maestría, ingresamos a la Universidad como docentes y se dio origen a un grupo de expertos en el mundo de los números para capacitar a docentes de educación media superior y superior de todo el estado durante seis años, y en 1990 creamos la Maestría en Matemáticas Educativa, y claro que Ruperto formó parte del equipo fundamental”, narró.

Ávila Godoy manifestó que el querido académico universitario no morirá del todo en tanto exista alguien que lo recuerde.

Por su parte Juan Pablo Soto Barrera, jefe del Departamento de Matemáticas, también hizo uso de la voz para recordar el valioso trabajo de 47 años como docente, el cual se basó en luchar porque las nuevas generaciones de profesionales gozaran de una excelente calidad académica. “Fue un maestro querido y será recordado por esa sonrisa que lo caracterizaba; siempre estará presente en cada anécdota y experiencia del Departamento, pues formó parte de la historia de la propia Universidad de Sonora”, indicó.

Un momento sumamente emotivo fue cuando su esposa Margarita Castro, a nombre de su familia, agradeció todas las atenciones y muestras de amor que recibió durante el tiempo que trabajó en la institución. “Él era feliz de estar en la Universidad, le inyectaba energía platicar con sus colegas, personal de intendencia y, sobre todo, con sus alumnos; gracias a ustedes y a la vida por hacer que nuestros caminos se hayan cruzado. Muchas gracias”, expresó.

Para finalizar la guardia de honor, se entonó el Himno Universitario por la comunidad universitaria que fue convocada por el fraterno cariño que le tenían al extinto maestro Ruperto Vargas. Que en paz descanse.