Recuerdan académicos la Consumación de la Independencia de México

27 de septiembre de 2022


Jesús Alberto Rubio
La culminación de la Independencia de México guarda diferencias considerables respecto al inicio del proceso, el cual fue una revuelta popular de grandes dimensiones, afirmó Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda, doctor en estudios del Desarrollo, maestro en Sociología Política y egresado de la Licenciatura en Historia de la Universidad de Sonora.

La culminación de aquel trascendente hecho histórico, en cambio, -dijo- fue posible gracias a la alianza de sectores variados, incluyendo a clases altas y donde el movimiento popular-insurgente (tan vigoroso al inicio) se había reducido a una expresión mínima.

Galaviz Miranda señaló que quizá por ello la gran diferencia entre la conmemoración que se realiza el 16 de septiembre y lo que sucede el 27, fecha que pasa prácticamente desapercibida dentro del calendario cívico.

El historiador advirtió que también es interesante la diferencia de la presencia de las principales figuras de la culminación en el panteón cívico nacional: Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero.

Durante la culminación y poco después, indicó, Iturbide tuvo el papel principal (incluso, como sabemos, fue el primer gobernante del México independiente, como emperador) y Guerrero estuvo en un segundo o tercer plano.

Guerrero, héroe nacional
Hoy en día, en cambio, resaltó, Vicente Guerrero es considerado un héroe nacional y hay múltiples homenajes a su figura en estatuas, nombre de calles, plazas públicas e, incluso, uno de los estados del país, mientras que Iturbide no suele figurar en los eventos y las conmemoraciones oficiales.

Cuitláhuac Alfonso Galaviz afirmó que, en general, la independencia del país fue un acontecimiento complejo que cruzó diferentes aristas: decadencia del imperio español y ascenso de pensamientos ilustrados y del nacionalismo moderno.

“Se trata de procesos que van más allá del contexto meramente nacional (en esos momentos novohispano, para ser más precisos)”, advirtió.

Por ello, dijo que no es casual que la mayoría de las independencias de los países que hoy llamamos latinoamericanos hayan sucedido durante la misma época.

“Lo menciono para hacer hincapié en la viabilidad de hacer reflexiones al respecto desde una perspectiva no sólo nacional (como ha prevalecido en la investigación y enseñanza de estos hechos), poniendo atención en las diferencias y las particularidades de nuestra independencia y la de otros países de la región, con los cuales guardamos una estrecha relación social, política, lingüística y también, desde luego, histórica”, concluyó en su comentario.

1821, año decisivo
Por su parte, Arturo Ordaz Álvarez, académico en el Departamento de Sociología y Administración Púbica, sostuvo que la Consumación de la Independencia de México representa un punto de inflexión en su historia y constituye un salto cualitativo en cuando a su definición como país independiente respecto al dominio que por más de trescientos años impuso la corona española.

Puntualizó que el año de 1821 fue decisivo para la culminación de la lucha de independencia iniciada once años atrás con el simbólico Grito de Dolores por Miguel Hidalgo y Costilla.

Asimismo, recordó que el 24 de febrero de aquel año se proclamó el Plan de Iguala, documento del que dijo se desprendieron los principios de religión, independencia y unión, las Tres Garantías, que sería el nombre que asumió el ejército que entró en la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.

“Precisamente, es esta fecha la que se reconoce en las efemérides como la de la consumación de la Independencia de nuestro país”, precisó el también coordinador del programa académico de la carrera de Administración Pública.

Sin embargo, indicó que la institucionalización de ese hecho ocurrió el día 28 de septiembre de 1821 cuando se firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, denominación que resultó apropiada a los intereses de Agustín de Iturbide.

Destacó que, en tan trascendente Acta de Independencia, quedó establecido que la Nación mexicana salía de la opresión vivida por trescientos años, constituyéndose como un país soberano e independiente de España.

“Se abrió la expectativa de transformar las condiciones materiales de existencia de los mexicanos”, dijo.

Explotación de los recursos de México
Ordaz Álvarez hizo referencia a que dos décadas después, en 1853, Luis de la Rosa Oteiza, fundador de la disciplina de la Administración Pública en nuestro país, denunció que el gobierno español fue avaro y ruin, incapaz de proveer las condiciones para una vida productiva y feliz de la población, habiéndose dedicado sólo a la explotación de los recursos del país, atesorar el erario, así como someter a vejaciones y gabelas a los habitantes del país.

México, señaló que ingresó al mundo de las naciones independencias en un entorno de pauperismo social, de descuido de sus sectores productivos y envuelto en confrontaciones políticas entre conservadores y liberales.

“Los retos de superar estas condiciones adversas implicaron múltiples esfuerzos del pueblo de México a lo largo del siglo XIX y principios del siglo pasado. Por fortuna, hoy en día seguimos empeñados en construir un México más justo, inclusivo y democrático”, aseveró.

Organización de la población
También Vladimir Ruiz Aguirre, alumno del doctorado en Ciencias Sociales en esta casa de estudios, afirmó que derivado de los eventos históricos del proceso de independencia en México, se enlistan una serie de reflexiones para el análisis actual.

El también profesor de asignatura del Departamento de Sociología y Ciencias Sociales, mencionó que la participación social en el movimiento de independencia sentó las bases para la organización de la población.

“Además de reafirmar la identidad nacional, impulsó la concepción de la autodeterminación en el país y materializó el significado de la soberanía”, apuntó. Sin embargo, planteó que en la actualidad se discutiría la influencia política y administrativa del poder central de nuestro sistema federal, y a escala global, la presión de los compromisos internacionales propios de la mundialización.

“Otra lección de esa etapa histórica es el reconocimiento de lo local, y con ello de la diversidad cultural”, expresó Ruiz Aguirre.

Finalmente, opinó que, desde la perspectiva de los asuntos públicos, eso permite ver lo complejo de impulsar iniciativas sin considerar las particularidades, es decir, las características, culturales, sociales, territoriales y políticas en cada latitud del país.

“El hecho de que el proceso de independencia se haya experimentado con diferentes intensidades en las provincias de la Nueva España da cuenta de lo anterior”, concluyó.