In memoriam: Raúl Ortiz y su inicio teatral en la Academia de Arte Dramático de la Unison

11 de septiembre de 2019


Armando Zamora

Pocas, muy pocas personas relacionan a Raúl Ortiz con la Universidad de Sonora. Pero en la máxima casa de estudios de la entidad inició sus estudios formales de teatro, y fue en la alma mater donde tuvo su bautizo en los escenarios con la obra En la ardiente oscuridad, del dramaturgo español Antonio Buero Vallejo, dirigida por Alberto Estrella.

Fue el 8 de abril de 1958, en el auditorio de la Unison —hoy teatro Emiliana de Zubeldía—, como integrante de la Academia de Arte Dramático, cuando inició formalmente su camino teatral. Allí entendió lo que era el histrionismo y que para eso había nacido. El teatro fue su casa y su manera de amar la vida, porque “estar en un escenario es estar en comunión con el mundo y sentirse en su centro”, señaló alguna vez.

Raúl rondaba entonces los 16 años: al igual que la Universidad, el artista nació en 1942, en Oquitoa, Sonora. La madrugada del pasado viernes 6 de septiembre, a la edad de 77 años, falleció el Joven amigo —como fue conocido por su saludo habitual—, Francisco Raúl Ortiz Figueroa, un actor que ejerció su magia por más de seis décadas.

Raúl Ortiz fue profesor normalista, combinó su trabajo escénico con proyectos en radio y televisión; en el Canal 6 (hoy Telemax) inició los teleteatros en 1966 con Teatro en su hogar. En 1980 se integró a Casa de la Cultura como coordinador de la Compañía de Teatro y se convirtió, además, en fundador y Director de Educación Artística de los talleres.

Fue el primero en recibir, en la última jornada de la Muestra Estatal de Teatro 2016, la estatuilla Desierto Ícaro, en reconocimiento a su perseverancia, permanencia y contribución al teatro sonorense, y en septiembre de 2018 se puso su nombre a la Casa de la Cultura de Oquitoa, Sonora.

Siempre supo que el teatro sería la herramienta con la que ayudaría a construir un mundo mejor. Y durante más de 60 años estuvo picando piedra en esa disciplina hasta que se convirtió en un pilar de la dramaturgia sonorense. “Ya decía yo que el teatro siempre está dando satisfacciones, desde el primer momento en el que uno tiene la oportunidad de pisar el escenario, y estar frente a un público, desde ese momento se siente la comunicación, y uno dice: de aquí no me salgo, de aquí no me voy”, señaló en una entrevista.

Y no se fue. Nunca se fue del escenario, porque dondequiera que estuvo Raúl Ortiz impulsó la actividad no sólo teatral, sino del arte en general, una enseñanza que, como piedra filosofal, obtuvo en aquellas viejas clases que impartía Alberto Estrella Miranda en la Academia de Arte Dramático de la Universidad de Sonora, una institución con la que muy pocas personas relacionan a Raúl Ortiz, pero de la que fue un digno representante en los escenarios de la vida.

Descanse en paz el Joven amigo Francisco Raúl Ortiz Figueroa.