Consumo y abuso de drogas, problema de salud pública: Juan Carlos Manríquez Betanzos

8 de junio de 2022


Jesús Alberto Rubio

El consumo y el abuso de drogas constituye hoy un grave problema de importancia en la salud pública a nivel global, especialmente porque se le asocia con altos niveles de morbilidad y mortalidad, afirmó Juan Carlos Manríquez Betanzos, coordinador de la Licenciatura en Psicología de la Salud de la Universidad de Sonora, Campus Cajeme.

El profesor investigador universitario señaló que, ante los impactos físicos y psicológicos por el uso de las drogas psicoactivas, indudablemente que se requiere considerar los efectos negativos en diversos niveles de análisis individual, familiar y social.

Dijo que por lo general ese problema comienza en la etapa de adolescencia, en lugares de ocio, en compañía de amistades, o bien en la familia o en la escuela.

“Es sabido que en esa etapa existen diversos cambios físicos, afectivos, psicológicos, así como mayor independencia de la familia, además de que se conocen nuevas amistades que potencialmente influyen en su manera de conducirse hacia las denominadas conductas de riesgo”, advirtió.

Manríquez Betanzos planteó que si bien es cierto los jóvenes pueden realizar un consumo experimental y recreativo inicialmente, definitivamente ante tal comportamiento se requerirán acciones preventivas con el objetivo de reducir la oferta y la demanda de drogas.

Además, indicó, puede existir el fenómeno de dependencia en la cual quien consume esas sustancias puede tener un gran deseo de consumir drogas, ya sea para experimentar o calmar sus efectos, lo cual repercute en diversos comportamientos.

En este sentido, subrayó que es posible que ello resulte en ausentismo laboral o escolar, pérdida de diversión, dificultades de aprendizaje, problemas de interacción con otras personas, e inclusive la desintegración familiar, por mencionar algunas consecuencias.

Perspectiva fisiológica
Juan Carlos Manríquez señaló que, desde una perspectiva fisiológica, las drogas modifican el funcionamiento cerebral (con relación a los neurotransmisores cerebrales) provocando que se modifique el proceso natural de intercomunicación neuronal, existiendo un desequilibrio químico.
“Este, a su vez, produce cambios a nivel cerebral, en función de la droga que haya sido consumida”, precisó.

Indicó que entre las alteraciones que produce el consumo de drogas en las esferas psiquiátrica y neurológica, a corto y largo plazo, están las siguientes: deterioro de la capacidad de concentración y la memoria, irritabilidad, altos niveles de ansiedad, desmotivación, trastornos psicóticos, síntomas paranoides, sensaciones de euforia, entre otras.

No obstante, sostuvo, cuando el consumidor se adapta a la sustancia, su sensibilidad ante ésta disminuye, lo que provoca dificultades para experimentar placer, requiriendo así una dosis mayor.

Por otro lado, añadió, la abstinencia a la sustancia a la que la persona es adicta resulta en estrés, irritabilidad y ansiedad, lo cual puede llevar a que el individuo vuelva a consumirla.

“Al incrementar su consumo, y con el paso del tiempo, esto se vuelve más corto causando que la persona sienta malestar persistente, por lo que el consumo ya no conduce a un estado de relajación o de euforia, sino que es para aliviar dicho malestar”, dijo.

Problemas en otras áreas
Manríquez Betanzos señaló que es frecuente que la adicción a drogas conduzca a que existan problemas en otras áreas. “Debe tomarse en cuenta que no es suficiente eliminar (o disminuir) el consumo de sustancias, sino que adicionalmente se requiere abordar problemas adjuntos, siendo común que aparezcan problemas en las áreas laborales, legales, familiares, sociales y/o económicas”, abundó.
En este sentido, afirmó que es probable que el consumo de sustancias provoque que la persona tenga problemas familiares, causando un distanciamiento de su núcleo familiar.
Asimismo, agregó, en las relaciones sociales o en el trabajo, el consumo puede interferir con el interés o rendimiento, pudiendo llegar a perder el empleo. “En este sentido, existen múltiples factores que promueven riesgo para que una persona abuse de las drogas”.

Características personales
El coordinador de la carrera en Psicología de la Salud en el Campus Cajeme comentó que dichos factores consisten en circunstancias o características personales, ambientales o relativas a la sustancia, las que aumentan la probabilidad de que un individuo consuma drogas, e incluso que éstas le causen problemas.

A nivel personal, indicó que se puede mencionar una gran necesidad de aprobación social, problemas para manejar el tiempo libre y el ocio, fracaso laboral o escolar, baja tolerancia a la frustración, elevada búsqueda de sensaciones, falta de habilidades sociales y/o de conocimientos sobre drogas, entre otros.

A nivel de ambiente próximo, dijo que suele presentarse baja cohesión familiar, el estilo de disciplina familiar (muy estricto o relajado), tolerancia familiar al consumo, falta de integración escolar, relación con amistades consumidoras, presión del grupo de pares, consumo de drogas como ocio.

En un nivel de ambiente macro, que aborda a la cultura o la sociedad, advirtió que se pueden señalar la fácil disponibilidad y acceso a las drogas, tolerancia social hacia ciertas sustancias, valores contrarios a la salud, publicidad sobre drogas legales, entre otros.

Enfoque multidimensional
Por otro lado, Manríquez Betanzos señaló que, para prevenir el consumo de drogas, por lo general se ha optado por proporcionar información sobre las consecuencias que trae su consumo.

“Sin embargo, también se reconoce la necesidad de tener un enfoque multidimensional, considerando factores de protección, los cuales refieren sus capacidades, su red de apoyo emocional, la personalidad e incluso los recursos de comunicación”, agregó.

Asimismo, concluyó, es importante considerar la búsqueda de tomar terapia psicológica (a nivel individual e incluso familiar), evaluar adecuadas formas de afrontamiento del estrés, mejorar el autocontrol, fomentar habilidades sociales, hacer una adecuada evaluación del tiempo libre y ocio, además de un seguimiento médico.