Reservas, agua y sustentabilidad, vitales en la historia de Hermosillo: Búrquez

28 de octubre de 2020


Jesús Alberto Rubio

La historia en Hermosillo en los temas de reservas, agua y sustentabilidad sigue justo con la misma visión desarrollista, clasista y racista presente desde los tiempos de la colonia, estableció José Alberto Búrquez Montijo, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Unidad Hermosillo.

Al participar en la 3ª Reunión nacional sobre políticas con impacto social para ciudades verdes en el futuro de México y el 1er Foro Nacional sobre el Corredor Biológico de Hermosillo, expresó que sin duda el evento se ha convertido en una luz que destaca los esfuerzos y la esperanza de empoderar a la ciudadanía para la creación de nuevos espacios de bienestar y rescatar aquellos que fueron abandonados.

Al abordar su tema Reservas, agua y sustentabilidad. El caso Hermosillo, recordó las palabras del silvicultor, ecólogo y ambientalista estadounidense Aldo Leopold: “Hay que cuestionar cada pregunta en términos de lo que es ética y estéticamente correcto... Algo está bien cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica. Está mal cuando tiende en otra dirección.”

En su conferencia magistral hizo un recuento histórico de los intentos de creación de una zona de reserva en Hermosillo y de las oportunidades perdidas —una y otra vez— causa, dijo, de una miope visión desarrollista, un servilismo político oportunista y una codicia y corrupción práctica y abusadora.

Zona Protectora Federal

Búrquez Montijo recordó que hace 82 años, el expresidente de México Lázaro Cárdenas emitió un decreto que indicaba que "es necesario fijar una Zona Protectora Forestal para la ciudad de Hermosillo con el fin de conservar el poco arbolado que la rodea y el cual debe extenderse a fin de que la ciudad mencionada reciba los beneficios que le reportará esta vegetación mejorando sus condiciones climatológicas."

El decreto, dijo, protegía el vado del río y parte del actual vaso de la presa, lo que, sin embargo, quedó en el papel y que esos terrenos de carácter público fueron apropiados por el Estado y después por particulares.

Asimismo, mencionó cuando casi 50 años después el gobernador Samuel Ocaña creó el Centro Ecológico de Sonora (CES) para proveer de un pulmón verde, una zona de recreación y educación, dotándolo de casi 2,000 hectáreas de terreno de reserva natural con gran diversidad biológica y paisajes únicos.

“Más tarde, en los años 90, Ocaña asumió la dirección de CES e impulsó la creación de reservas en Sonora, logrando el decreto de las mayores reservas de la época en el Alto Golfo y también en el Pinacate --del cual fui responsable de producir la propuesta—. Pero, poco después, los terrenos de carácter público del Centro Ecológico fueron privatizados y se redujo a un zoológico pequeño y pobre”.

José Alberto Búrquez señaló que el entonces secretario del Medio Ambiente de la época y el director del Instituto del Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del Estado de Sonora (Imades) arguyeron que los terrenos eran demasiado valiosos para tenerlos “ociosos” en una reserva natural, sin pensar siquiera en el valor social que representan las reservas urbanas y suburbanas.

“Mientras, los tractores derribaron palofierros milenarios y el cercano confinamiento local se convirtió en el confinamiento Cytrar, recibiendo residuos peligrosos, la reserva desapareció y los residuos peligrosos ahí siguen”, puntualizó.

Al desmantelamiento del CES y a la creación del desarrollo Vado del Río, reiteró, siguió la lenta extirpación de los escasos reductos verdes de Hermosillo, áreas de recarga del acuífero, de acceso al vital líquido de producción de oxígeno, de limpieza del aire, de captura de carbono, de refugio de animales y plantas silvestres y de bienestar para la población.

Mencionó que también La Sauceda se concesionó y una vez exprimida se abandonó.

“Así, se removieron los campos deportivos; el parque de Villa de Seris se convirtió en el Museo Musas y en la puerta al desarrollo del Galerías Mall”, apuntó el académico especializado en aspectos de genética y ecología de poblaciones.

Búrquez Montijo tiene experiencia en ambientes alpinos, montañas tropicales, selvas altas perennifolias, selvas bajas caducifolias, bosques de montaña, en los fens de Cambridgeshire y en los principales biomas del noroeste de México.

En igual forma, trabaja en algunos aspectos biogeográficos de la distribución de la vegetación en la Sierra Madre Occidental, en la ecología de plantas invasoras, y los patrones de uso y cambio en uso del suelo en el Desierto Sonorense y las selvas tropicales del este y sur de Sonora.

“Los aspectos que ligan el cambio antropogénico en uso, la conservación y la ecología de poblaciones, me resultan muy atractivos, y han determinado mi incursión en este tema de investigación multidisciplinario”, concluyó.